Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Natalia
Beluche Barrantes
A
partir del estreno de La forma del agua, película de Guillermo del Toro, he
recorrido varias conversaciones/opiniones de cinéfilos y no tan cinéfilos. He
escuchado discutir sobre si del Toro con esta obra estaba o no haciendo un homenaje
a sus películas favoritas, a la estética de Jean-Pierre Jeunet en Amélie (2001)
y que no termina de ser un remake de El monstruo de la laguna negra que Jack
Arnold dirigiera en 1954. Incluso, se habla de La forma del agua como una
relectura seudointelectual de la Bella y la Bestia para adultos.
Efectivamente,
no es un pequeño guiño al espectador que refiera a otros filmes, es demasiado
el parecido para llamarlo homenaje, lo cual crea una suerte de distanciamiento
inmediato para aquellos amantes del séptimo arte.
Sin
embargo, y con el permiso de la industria, mi tesis es la siguiente: a lo largo
de la historia de la humanidad podemos ver que en las amplias ramas de las
artes hemos logrado expresar, de manera creativa, las situaciones sociales y
políticas. Se ha demostrado que las artes son el medio por el cual se denuncia
furtivamente lo que no podríamos decir en voz alta a riesgo de nuestra vida.
Por
tanto, tomando en cuenta que Guillermo del Toro es un mexicano exitoso en la
era Trump y todo lo que esto significa: xenofobia, racismo, machismo, muro
fronterizo entre Estados Unidos y México, ¿podría el galardonado cineasta
querer contarnos algo más que solo una obra de linda estética?

Hablemos
de los villanos, en primer lugar el coronel Strickland, hombre blanco, militar
estadounidense, heteronormativo, familia de foto de publicidad de los años 50,
por favor, recordemos que mi tesis es que nada de esto es casualidad. Después
podríamos hablar de los rusos, por supuesto, estamos en medio de la guerra fría.
Sin embargo, hay un villano clave que casi no vemos, el general Frank Hoyt,
quien devela qué es lo realmente importante para el gobierno estadounidense,
desarrollando la idea de que no importa ser decente, no hay espacio para
equivocaciones y, sobre todo, la imagen del hombre decente y la familia feliz
que se ha creado en Estados Unidos es solo una fachada; es la imagen que se
vende hacia afuera; el famoso “sueño americano”.
¿Me
siguen? Es imposible que estas frases sean un accidente, vayamos pensando que
el eslogan de Donald Trump es “hacer América grandiosa nuevamente”, la época en
la que está puesta la película, la guerra fría, finales de los años de 1950 y
principios de 1960.
Y,
por supuesto, tenemos al maravilloso rebelde, que desde adentro se rebela a
ambos gobiernos, y su sed de poder, Dimitri, quien pone por delante su ética
como científico y da su vida por ello.
Por
fin llegamos a La Criatura, venida de un lago en América del Sur, Brasil, dios
de un pueblo originario, semihumano, ha sido raptada, desaparecida por los
militares. Se le dedica toda una escena de tortura, bajo el poder de la picana
eléctrica, arma favorita de los militares estudiados en la Escuela de las
Américas. Seguramente, esto les recordará los miles de desaparecidos y torturados
en América Latina, sitiada por las dictaduras de militares entrenados por el
Gobierno estadounidense.
Ahora
bien, con este desglose de ideas y análisis, ¿será que esta obra nos invita a
hacer memoria y a preguntarnos si queremos repetir nuestra historia?
Natalia
Beluche Barrantes es actriz y licenciada en Arte Dramático.
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