Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Immanuel
Wallerstein
Puede
argüirse que el ámbito más fluido en el sistema-mundo moderno, que está en
crisis estructural, es el geopolítico. Ningún país está cercano a dominar este
ámbito. La última potencia hegemónica, Estados Unidos, ya lleva tiempo actuando
como un gigante incapaz. Tiene poder para destruir pero no para controlar la
situación. Sigue proclamando reglas que espera que otros sigan, pero puede ser,
y es, ignorado.
Hay
ahora una larga lista de países que se consideran listos para desempeñarse de
maneras específicas pese a las presiones de otros países. Una mirada por todo
el globo confirmará puntualmente la incapacidad de Estados Unidos para imponer
sus modos.
Los
dos países que además de Estados Unidos tienen el poderío militar más fuerte
son Rusia y China. Alguna vez se movían con cuidado para evitar la reprimenda
de Estados Unidos. La retórica de la guerra fría hablaba de dos campos
geopolíticos en competencia. La realidad era otra cosa. La retórica simplemente
enmascaraba la efectividad relativa de la hegemonía estadunidense.
Ahora,
virtualmente es lo contrario. Estados Unidos tiene que moverse con cuidado
vis-à-vis Rusia y China para evitar perder la capacidad de obtener su
cooperación en las prioridades geopolíticas de Estados Unidos.
Miremos
a los así llamados aliados más fuertes de Estados Unidos. Podemos enredarnos
discutiendo quién es el aliado más cercano, o ha sido ya por largo tiempo.
Escojan entre Gran Bretaña e Israel o aun, algunos dirían, Arabia Saudita. O
hagamos una lista de los que alguna vez han sido socios confiables de Estados
Unidos, como Japón y Corea del Sur, Canadá, Brasil y Alemania. Llamémosles los
números dos.

Miremos
la situación en la península de Corea. Estados Unidos quiere que Corea del
Norte renuncie a su armamento nuclear. Este es un objetivo que Estados Unidos
ha repetido con regularidad. Fue cierto cuando Bush y Obama fueron presidentes.
Ha continuado siendo cierto con Trump. La diferencia es el modo de conseguir
este objetivo. Previamente, las acciones estadunidenses utilizaban cierto grado
de diplomacia además de las sanciones. Esto reflejaba el entendimiento de que
demasiadas amenazas públicas de Estados Unidos terminaban siendo contraproducentes.
Trump cree lo opuesto. Considera las amenazas públicas como el arma básica de
su arsenal.
No
obstante, Trump tiene días diferentes. En el día uno amenaza a Norcorea con
devastación. Pero el día dos hace que su objetivo primordial sean Japón y Corea
del Sur. Trump dice que le proporcionan insuficiente respaldo financiero para
los costos derivados de una continua presencia estadunidense armada ahí. Así
que entre el ir y venir de las dos posturas estadunidenses, ni Japón ni Corea
del Sur terminan estando seguros de estar protegidos.
Japón
y Corea del Sur han lidiado con sus temores e incertidumbres en modos opuestos.
El actual régimen japonés busca asegurar las garantías estadunidenses
ofreciendo un respaldo público total a las (cambiantes) tácticas estadunidenses.
Confía, por tanto, en complacer a Estados Unidos lo suficiente como para
recibir las garantías que quiere obtener.
El
actual régimen sudcoreano utiliza una táctica bastante diferente. Emprende de
modo muy abierto relaciones más cercanas con Norcorea, lo cual en gran medida
va contra los deseos de Estados Unidos. Con esto confía complacer al régimen
norcoreano lo suficiente como para que Pyongyang responda accediendo a no
escalar el conflicto.
Que
cualquiera de estas aproximaciones tácticas estabilicen la posición
estadunidense es totalmente incierto. Lo seguro es que Washington no está en
posición de mando. Tanto Japón como Corea del Sur están buscando obtener
calladamente armas nucleares para fortalecer su posición dado que no pueden saber
qué traerá el siguiente día en el frente estadunidense. La volatilidad de la
postura estadunidense debilita aún más su poderío debido a las reacciones que
genera.
O
tomemos la más enredosa situación del llamado mundo islámico del Magreb a
Indonesia, y en particular en Siria. Cada una de las potencias importantes de
la región (o que lidian con la región) tiene un diferente enemigo primordial (o
enemigos). Para Arabia Saudita e Israel, por el momento es Irán. Para Irán es
Estados Unidos. Para Egipto es la Hermandad Musulmana. Para Turquía son los
kurdos. Para el régimen iraquí, son los sunníes. Para Italia es Al Qaeda, que
está haciendo imposible controlar el flujo de migrantes. Y así seguimos.
¿Y
para Estados Unidos? Quién sabe. Ése es el miedo protuberante para todo el
resto. Al momento Estados Unidos parece tener dos prioridades bastante
diferentes. El día uno, es la aquiescencia norcoreana hacia los imperativos
estadunidenses. El día dos es finiquitar su involucramiento en la región del
este asiático, o por lo menos reducir sus desembolsos financieros. El resultado
es más y más oscuro.
Podemos
trazar retratos semejantes para otras regiones o subregiones del mundo. La
lección clave es que a la decadencia de Estados Unidos no le ha seguido el
advenimiento de otro hegemón. La situación se pliega en un zigzaguear general y
caótico, la volatilidad o inestabilidad de la que hablamos.
Este,
por supuesto, es el mayor peligro. Los accidentes nucleares, o los errores, o
la locura, se vuelven de repente lo que priva en la mente de todos,
especialmente entre las fuerzas armadas del mundo. Cómo lidiar con este peligro
es el debate geopolítico más significativo a corto plazo.
y Twitter: @escuelanfp
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