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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás

Escenarios de respuesta frente al shock externo


Por: Gabriel Loza Tellería
Haciendo una breve retrospectiva, la economía boliviana atravesó por tres shocks en términos de intercambio: uno negativo desde 1985 a 2001, otro positivo hasta 2012 y el reciente, adverso hasta el presente.
Por el contrario,  a América Latina, que hasta  inicios de  2000 había mostrado un comportamiento de sus términos de intercambio con pequeñas fluctuaciones que le hicieron abandonar el pensamiento de Raúl Prebish sobre su deterioro, preocupándose más de los choques financieros, en 2002 le tocó el superciclo de los commodities.  
Y desde 2012 la región sufre los efectos del shock externo que se acentuó en 2015 con una caída del 8,7% en su relación de intercambio, mientras que en el caso de Bolivia dicho deterioro fue de 18,9%. 
Por tres años consecutivos cayeron las exportaciones  de América Latina, siendo el desplome de 14% en 2015 la mayor contracción desde la crisis financiera internacional. En Bolivia,  recién en 2015, con el colapso de las exportaciones de gas natural (37,3%), se registró el descenso de sus exportaciones (32,2%), cifra menor a la de Venezuela y similar a las caídas de las exportaciones de Colombia y Ecuador, los cuatro países  exportadores de combustibles en América del Sur. 
La caída de las exportaciones fue generalizada en todos los sectores, siendo  la más pronunciada en el sector combustibles (-39,6%) y  la menor, en el sector de manufacturas (-14,7%).  
Las fortalezas de la economía se reflejan en términos del nivel adecuado de las Reservas Internacionales (RIN), donde Bolivia cumple cómodamente con los criterios requeridos: los meses de importación; 14 meses versus tres meses, el criterio de  que deben cubrir el 100% de deuda de corto plazo porque ésta es poco significativa y, por último, el criterio del nivel adecuado de RIN,  que el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima entre 14% al 20% del Producto Interno Bruto (PIB), al estar en 2015 en 38% del PIB.  
Respecto a la sustentabilidad de la deuda externa, según el FMI (2015): "Bolivia muestra bajo riesgo de incumplimiento de deuda para el total y la deuda externa en su análisis de sustentabilidad de la deuda”. 
Sin embargo, dada la intensidad del shock externo y su incierta persistencia es importante la toma de decisiones en materia de medidas de política económica anti-shock, pues es la economía de la región con la más alta dependencia de las exportaciones de commodities (30% del PIB).  
Los efectos adversos ya recibidos muestran que cualquier blindaje está en función del tipo y tamaño del shock, y que ningún país es inmune a los efectos directos y de contagio de las perturbaciones de la economía mundial. 
Diferente es que existan economías mejor preparadas o que cuenten con fortalezas o mecanismos amortiguadores para enfrentar las crisis externas y, en especial, en mostrar mayor resilencia, que consiste en la capacidad de adaptarse a situaciones adversas y saber enfrentarlas. 
Se presentan tres escenarios; el primero, de inercia o continuación de la política económica, especialmente fiscal; el segundo, un escenario de ajuste tipo FMI y un tercer escenario alternativo.  
En los dos primeros escenarios lo peor sería que después de la mala suerte, que implica un shock externo adverso, se reagsponda con políticas erróneas que ravarían sus efectos iniciales. Por eso se postula un tercer escenario, consistente en preservar y no contraer el gasto fiscal, blindar la inversión pública de los altibajos de la actividad económica, pero realizar simultáneamente una reingeniería de la inversión pública y reestructurar las empresas públicas en función de aumentar su productividad y eficiencia. 

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