Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Daniel Araújo Valença
En el 18 de
Brumario de Luis Bonaparte, mirando la Francia revolucionaria de su tiempo,
Marx diseca el proceso en que la clase se ve en cuanto clase para sí y es capaz
de presentar un proyecto político propio de sociedad y sociabilidad. Más aún,
demuestra que la forma política de la era burguesa, la República y sus
instituciones democráticas, se muestran por aquellas descartables en caso de
ocurrencia de determinadas condiciones objetivas. Es lo que ocurre, en este
momento, en Brasil, desde la necesidad de manutención de altas tasas de lucro y
la unidad de acción de las diversas fracciones de la burguesía y oligarquía.
Juicio
político contra Rousseff, primer paso
En Brasil,
la extensión de los efectos de la crisis internacional del capital de 2008
llevó a la burguesía brasileña a exigir la reducción del coste de la
reproducción de la fuerza de trabajo. Además, el descubrimiento del Pré-Sal
–reserva más grande del mundo de petróleo en mar– y el intento del gobierno de
reducir el interés y lucro del sistema financiero, produjeron una unidad de las
burguesías de Brasil, bajo la inserción dependiente y sumisa en el capital internacional,
desde 1989. Su proyecto fue derrotado en octubre de 2014. Pero, ¿cuál es la
necesidad de urnas y democracia?
El mundo ha
visto atónito la votación de aceptación del proceso de impedimento de la
presidenta Dilma en domingo 17 de abril [1]. Allá, una vez más, en pleno siglo
XXI, las clases dominantes demostraron que la democracia liberal y sus reglas
permanecen válidas en cuanto sus intereses son atendidos. Con el apoyo de la
FIESP –Federação das Indústrias do Estado de São Paulo–, de FEBRABAN – Federação
Brasileira de Bancos– y del CNA –Confederação da Agricultura e Pecuária
do Brasil–, una amplia mayoría parlamentaria ha demostrado lo que es la
representación política de la elite de Brasil.
Invocando la
palabra de Dios, sus familias y otros elementos de una narrativa
fundamentalista y patrimonialista, el Sí contrastaba con una ruidosa minoría de
izquierda que hablaron en defensa de la democracia, de los derechos de la clase
trabajadora y en denuncia de la cuadrilla que se formó en el Parlamento.
Además, en uno de los momentos más infames de la historia de Brasil, al
proclamar su voto, el parlamentario de derecha y fascista Jair Bolsonaro, dice:
“dedico mi voto al Coronel Ustra, el pavor de Dilma”. Ese militar fue un
sanguinario dictador que asesinó más de 50 personas y torturó centenas durante
la dictadura militar brasileña, incluyendo a la actual presidenta. Sin embargo,
murió sin nunca haber respondido por sus crímenes. La votación fue algo tan
descarado que muchos de los que defendían el impedimento se quedaron con
vergüenza.
Investigación
senatorial, segundo paso
Ahora el
proceso está en una comisión especial del Senado. El gobierno sufrió su primera
derrota con la elección de Antonio Anastasia para la relatoría. Éste es del
partido y del departamento de Aécio Neves, candidato opositor derrotado en
2014. Una vez más, un nombre clave en el impeachment está envuelto en
corrupción: Anastasia es acusado y ya tuvo bienes bloqueados por la justicia.
Después del
proceso de la comisión senatorial el proceso debe pasar al plenario del Senado.
Por mayoría simple, con 41 de los 81 votos de los senadores, la presidenta
puede ser alejada del puesto 180 días, mientras se da curso a la investigación
acusatoria. Entonces, el Vicepresidente puede tornarse presidente y el Supremo
Tribunal Federal pasa a conducir el proceso de impeachment. Luego de los
180 días ocurre la votación final y la derecha necesita de 2/3 del senado para
aprobar el apartamiento definitivo de la Presidenta.
Pero no sólo
de flores viven los golpistas. Después de la votación varios actos corroboraban
la narrativa de que una cuadrilla en el Parlamento estaba juzgando a una mujer
presidenta honesta. Una diputada que dedicó su voto a su pareja lo vio detenido
al día siguiente, por corrupción. El relator del proceso contra Dilma tuvo sus
cuentas electorales reprobadas por el Tribunal Electoral. El gran líder del
proceso de impeachment, diputado Eduardo Cunha, conocido por las
denuncias que en su contra hizo el Ministerio Público de Suiza por cuentas
secretas en aquel país, tuvo contra sí nuevas denuncias de corrupción.
En una nueva
encuesta la Presidenta alcanza tres veces más popularidad (25%) que su
Vicepresidente conspirador (8%). La mayoría cree que el impedimento no es la
solución para Brasil. Además, la mayoría, en caso de nuevas elecciones, votaría
por Luiz Ignacio Lula da Silva, pese a toda la persecución de los medios
empresariales de comunicación y de sectores de derecha del sistema de justicia
sobre su persona.
La gran
novedad es que, por un lado, hay un realineamiento y unidad de las izquierdas
construida en las calles, mediante la solidaridad en la lucha, alrededor del
Frente Brasil Popular y Frente Povo Sem Medo. De otro, la fuerza de la
derecha junto a la opinión pública ha disminuido considerablemente. Hoy el
golpe de Estado es visiblemente parlamentario y patronal.
He dicho en
otro momento que Brasil entrará en su punto de bifurcación. La derecha
intentará el derrumbe del gobierno, la persecución de Lula, del PT y toda la
izquierda. Para ella, solamente un gobierno contra los trabajadores y de
criminalización de la izquierda es posible para garantizar algún nivel de
gobernabilidad. Sería algo aún peor que el gobierno neoliberal de la década de
1990.
Por su
parte, para las izquierdas, el único camino es la máxima unidad con fines de
garantizar el gobierno de Dilma, la constitucionalidad y democracia. En caso de
victoria el gobierno debe volverse a las reivindicaciones populares y, con
presión en las calles, sobrevivir a un congreso hostil al pueblo. En caso de
pérdida en la votación del impeachment, la izquierda va a salir del
gobierno pero con mucha fuerza y legitimidad. El nuevo gobierno ilegal e
ilegítimo no tendrá ni un día de descanso. Va haber muchos paros, huelgas y
lucha. Las elecciones locales de 2016 serán la oportunidad de denunciar el
golpe y hablar directamente con la población desde los medios de comunicación.
En estos
momentos, el apoyo internacional –estatal y popular– al orden democrático en
Brasil es fundamental.
* Profesor
de Derecho en la Universidade Federal Rural do Semiárido y militante del
Partido de los Trabajadores (PT).
1 Para un
análisis histórico del proceso he publicado: “América Latina y la lucha de
clases: reflexiones sobre el presente de Brasil” (disponible en
http://escuelanacionaldeformacion.blogspot.com.); “Crisis política brasileña:
Riesgos a la democracia” (disponible en http://www.la-epoca.com.bo); “Brasil:
la posibilidad de la salida de la crisis por la izquierda (disponible en
http://escuelanacionaldeformacion.blogspot.com.) y “En Brasil se juegan los
destinos de la Patria Grande” (http://www.la-epoca.com.bo).
y Twitter: @escuelanfp
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