Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Reymi Ferreira
En 1993 el politólogo norteamericano Gene Sharp publicó el libro De la dictadura a la democracia, que pretende ser una guía para instalar gobiernos liberales en sustitución de gobiernos no amigables con las corporaciones mundiales. El autor da 198 consejos para liderar una “revolución” no violenta, con el fin de derribar gobiernos dictatoriales o democráticos que “no garanticen el funcionamiento del libre mercado y las instituciones libres”.
El “manual” plantea cinco etapas: la primera, de “ablandamiento” a través de la guerra de cuarta generación, que consiste en la utilización de las redes y medios masivos de comunicación, mediante los cuales se cuestionan las políticas del gobierno y se instala la mentira. La segunda es la “deslegitimación”, consistente en propalar acusaciones de totalitarismo, corrupción y fraude. En la tercera se promueven diferentes formas de lucha, como toma de instituciones y bloqueos. Finalmente la fase de la fractura institucional que debe llevar a la renuncia o destitución.
El libro propone sustituir los tanques por mentiras para derribar a un gobierno. Aunque las estrategias no siempre culminan con la sustitución del régimen, logran al menos afectar su imagen, que luego repercute en procesos electorales, como fueron los casos de Argentina o Venezuela.
El caso Zapata es un ejemplo de manipulación mediática en función a estas estrategias. Se construyó una matriz informativa que posesionó la idea de tráfico de influencias que pretendió involucrar al Presidente, sin una sola prueba, con base en presunciones de un dizque “periodista”, al que se le dio una credibilidad desmesurada, al extremo que no bastó que una jueza dictamine que el supuesto hijo no existía, sino que este hecho fue aceptado como verdad únicamente cuando Valverde así lo dispuso. Se contrapuso la palabra del Presidente a la palabra de una falsa tía (a la que algunos medios siguieron llamando “tía”), aunque la misma tiene un frondoso prontuario, que nadie investigó antes de poner sus declaraciones como titulares en algunos periódicos, como si fuera una fuente confiable.
El nivel de vileza y falta de escrúpulos deontológicos de algunos medios solo es comparable con el de la prensa que auspició y finalmente logró el colgamiento del presidente Gualberto Villarroel, quien fue vilipendiado por una prensa gansteril a nombre de la democracia, y no descansó hasta ver pendiendo a Villarroel de un poste de la plaza Murillo, como lo denunció Augusto Céspedes en el libro El Presidente colgado.
El 3 de febrero el “periodista” Valverde mostró un certificado de nacimiento y nombró varias veces al supuesto hijo del Presidente, violando el artículo 144 del Código Niño, Niña y Adolescente, que prohíbe difundir la identidad de menores de edad. Por increíble que parezca, ninguno de los que hoy defienden los derechos de León y de Zapata, y se rasgan las vestiduras porque algún ministro dijo su verdad, se pronunciaron contra este atropello a los derechos de un niño (que luego se demostró no existía).
Lo que raya en la felonía es el silencio de ciertos medios de comunicación y “periodistas” ante la vulneración de los derechos del niño que fue presentado como supuesto hijo del Presidente ante una jueza, siendo utilizado como artilugio, como un simple objeto. A nadie le importa saber quién es el niño, ni su situación. Es más, algunos medios arremeten contra las autoridades que quieren aclarar la villanía, convirtiendo en héroe a un abogado —coautor de los hechos— que al parecer ni tiene título de tal.
El caso Zapata comprueba la mala utilización del noble papel del periodismo en función de intereses antinacionales, como se hizo contra Andrés de Santa Cruz, Busch, Villarroel —al que calificaron de “nazi-fascista”— y ahora contra Evo Morales. Gene Sharp no descubre nada nuevo; en su libro Nacionalismo y coloniaje, Carlos Montenegro describió antes el uso mercenario de la prensa contra la democracia.
y Twitter: @escuelanfp
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