Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Agustín Tarifa Camacho
La economía de
Bolivia, a inicios del siglo XX, estaba basada en la explotación y exportación
de materias primas, condicionando la importación de bienes manufacturados;
empero, a pesar de ello se constituyeron pequeñas manufacturas dedicadas a la
industrialización de alimentos y textiles en las ciudades de La Paz, Cochabamba
y Oruro principalmente, ciudades ligadas a la minería y circulación de
artículos de consumo masivo. Sumadas a estas pequeñas factorías estuvieron la
industria del tabaco, del azúcar, la harina, la cerveza, bebidas sin alcohol
como Salvietty y la fundidora Volcán que fueron consolidándose hasta 1920.
Entre 1922 y 1930
en La Paz se desarrolló la industria textil con la fundación de industrias
FORNO, de propiedad de migrantes libaneses, seguido de industrias YAPUR y SAID.
En 1929, Domingo Solignio, de origen italiano, funda la que fue la fábrica de
telas más importante del país hasta la década de 1970; en Cochabamba aparece la
emblemática industria Manaco, entre otras.
Primeros pasos del movimiento obrero fabril
Aquellos ejemplos
rememoran una etapa de la industrialización que quizás pueda considerarse
insipiente y de poca importancia respecto de otros contextos de la región, sin
embargo, es significativa al momento de visibilizar el proceso de
proletarización del país, en tanto es el momento del nacimiento de la clase
obrera fabril, máxime citadina, en que la creciente incorporación de fuerza de
trabajo a la producción y explotación capitalistas, junto a la vanguardia de
los obreros de la minería, van a constituir uno de los más importantes
movimientos obrero y populares de la época en esta parte del continente. Desde
la lucha por la reivindicación del derecho a la sindicalización, la jornada de
8 horas, el derecho a la huelga y la libertad de asociación, hasta la
construcción de espacios e instrumentos de lucha como los primeros sindicatos y
federaciones obreras como expresión dialéctica de las condiciones laborales
propias del capitalismo, dando forma y contenido a las primeras organizaciones
proletarias de la época, siendo tal vez la Federación Obrera Local (FOL) –de
tendencia anarquista– la que podría considerarse de las primeras con un
carácter clasista por su importante componente obrero.
La Guerra del
Chaco, al igual que al resto de la clase obrera, golpeó al movimiento obrero
fabril atomizándolo y dejándolo en un estado de sopor momentáneo,
recomponiéndose en la década de 1940, durante el periodo del denominado
“socialismo militar”, con el impulso al mercado interno en primera instancia y
la aplicación de medidas gubernamentales que reconocían la lucha de la clase
obrera como segundo factor; la primera, reimpulsó la industria paceña
fortaleciendo los centros productivos fabriles de la hoyada dando lugar a un
número importante de fabriles, lo que reconstituyó la organización sindical
clasista; la segunda, con la promulgación de leyes en favor de la clase obrera y
de los derechos laborales.
Ambos elementos
fortalecieron al movimiento obrero fabril, de ahí que una de las primeras
organizaciones que se fundaron fue la Federación de Industrias de la Zona Norte
de la ciudad de La Paz, denominada así porque la mayoría de empresas estaban
ubicadas en las zonas de Challapamapa, Vino Tinto, Achachicala, Pura Pura y San
Sebastián. Esta federación aglutinaba a los sindicatos de las textileras SAID, FORNO y SOLIGNIO, la
fundidora VOLCAN, la Fábrica de Vidrios, la panificadora de alimentos
FIGLIOZZI, la naciente empresa de CEMENTOS VIACHA y la Cervecería Nacional,
entre otras.
Unidad sindical
En 1941, en base
a la Federación del Norte, un 26 de julio se funda la Unión Sindical de Trabajadores Fabriles
Nacionales (USTFN), con un claro carácter revolucionario. Como parte de su
plataforma de lucha se encontraba la de organizar a los trabajadores bajo una
línea sindical clasista, la lucha por el trabajo de 8 horas, recargo nocturno,
diferencia del trabajo entre hombres, mujeres y niños, ropa de trabajo e
incremento salarial, negociar las demandas de los trabajadores con la
participación de representantes de la empresa y el Ministerio de Trabajo,
construcción de viviendas y de espacios exclusivos para los fabriles.
La consolidación
tanto de las industrias como de la USFTN con sus demandas, devino en nuevos
asentamientos urbanos y barrios obreros como Pura Pura y la nueva Villa de
obreros hoy conocida como Villa Victoria, donde estaban las viviendas de
ferroviarios y fabriles, barrios que jugarán más adelante un papel importante
en la lucha y resistencia de la clase obrera de la época. Así, la USFTN pasó a
ser la mayor estructura sindical y de paso le significó una fuerza social
importante en ciudad de La Paz, articulándose a otros trabajadores del
proletariado urbano y minero de toda Bolivia en la lucha por la reivindicación,
conquista y defensa de derechos que por entonces era constante y de a diario
vivir.
Entre 1940 y 1950
el país vivía un proceso de efervescencia político revolucionaria que fue
heredada de la post guerra. En Bolivia aún persistía una sociedad basada en
castas y que exigía transformaciones, las cuales, a finales de la década de
1940, motivaron constantes revueltas y hasta un proceso de guerra civil que
devino en un gobierno paralelo en la ciudad de Santa Cruz, el cual fue sofocado
a sangre y fuego por el Ejército y el gobierno de Mamerto Urriolagoitia,
representante de la burguesía comercial, más conocida como la “rosca minero
feudal”, quien anuló las elecciones de 1949, aferrándose al poder a costa de
derramar la sangre del pueblo.
Huelga general del 17 de mayo
El 1 de mayo de
1950 fue una jornada de lucha combativa y de protesta generalizada que desembocó
en la convocatoria a una huelga general indefinida liderada por la Unión
Sindical de Trabajadores Fabriles Nacionales a partir del 17 de mayo, como
respuesta a las medidas de recorte salarial por parte del gobierno. Las
demandas fueron: incremento salarial, garantía a las actividades sindicales,
revisión de la política laboral adoptada por el gobierno y reincorporación de
200 trabajadores a la fábrica de vidrios que habían sido despedidos. Esta
huelga fue una de las más grandes del movimiento obrero en las ciudades, hasta
esa época, porque a ella se sumaron los mineros, ferroviarios, gráficos y otros
sectores de la clase media integrados por trabajadores bancarios.
Al día siguiente
de la convocatoria, el gobierno de Urriolagoitia declaró Estado de sitio y
ordenó intervenir la huelga, los fabriles se concentraron en la zona de Pura
Pura. Por otra parte, el Ejército y carabineros cercaron toda la Villa
Victoria. Apolinar Aquino, dirigente de los fabriles, posterior miembro del
Partido Comunista de Bolivia (PCB) y miembro de la guerrilla del Che Guevara en
Ñancaguazú, fue el encargado de organizar una resistencia; armó con máuser,
dinamita, revólveres, palos y piedras a los obreros, apostándose en el puente
de Villa Victoria, que hacía de frontera con el bosquecillo de Pura Pura.
Paralelamente los trabajadores textiles
organizaron barricadas en todo el barrio de la Villa Victoria, iniciando así un
épico combate entre la clase obrera y el capitalismo, escribiendo otra página
gloriosa en la lucha del pueblo boliviano con la sangre del proletariado
fabril.
Los combates se
dieron casa por casa, las fuerzas reaccionarias hicieron retroceder a los
obreros hasta el bosquecillo. Las escaramuzas duraron dos días y el ejército
utilizó artillería y bombardeos aéreos para contener la insurrección, la que concluyó
con la derrota de la resistencia obrera; según datos de la época hubo más de
100 muertos y centenares de heridos por parte de los fabriles. Dos años más
tarde, el 18 de mayo de
1952, después del triunfo de las fuerzas populares, la Unión Sindical de Trabajadores Fabriles Nacionales se convirtió en la
Confederación General de Trabajadores Fabriles de Bolivia.
Después
de 66 años el movimiento fabril sigue en pie de lucha, con las mismas
reivindicaciones, luchando por la vieja consigan del derecho a la
sindicalización, salarios por igual trabajo, reposición de las horas extras y
nocturnas, inamovilidad, y tantas otras que a pesar de haberle costado sus
vidas y ser reconocidas por la legislación boliviana, aun son conculcadas.
Hoy
los mejores hijos e hijas del pueblo entregan a diario su vida en las fábricas
e industrias para acrecentar el capital y las ganancias de una burguesía que
nos hace creer que cada derecho es un favor altruista y no una reposición de lo
que nos quita con nuestro trabajo. El 18 de mayo es una jornada de homenaje y
reafirmación, de saber que lo que hoy tenemos, y lo que aún falta por
conquistar, sólo es posible con nuestra lucha; la historia nos muestra que sólo
combatiendo al capitalismo hemos logrado todo y no es regalo de nadie.
¡Honor
y Gloria los caídos en 1950!
Investigador en sociología del
trabajo e integrante de la Escuela Nacional de Formación Política.
y Twitter: @escuelanfp
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