Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Alfredo Rada Vélez
No podría comenzar este artículo si no es
recordando aquel 1 de mayo de 2006, cuando se reunió el gabinete a la cabeza de
Evo Morales para aprobar la nacionalización de los hidrocarburos. Eran las 6 de
la mañana en Palacio, acababa de firmarse el decreto “Héroes del Chaco”; recuerdo
que cantamos el himno nacional, nos abrazamos con esa sensación de que algo histórico
estaba ocurriendo y luego salimos rumbo al aeropuerto militar de El Alto, desde
donde en un avión Hércules viajamos al Chaco boliviano, para en el Campo San
Alberto anunciar al país la medida.
Hoy se cumplen diez años de aquella patriada que
cambió radicalmente nuestra economía, al punto que desde ese momento –con el
enorme flujo de ingresos originado en la nacionalización del excedente generado
en la industria hidrocarburífera- es que puede hablarse de la implementación de
un nuevo modelo económico postneoliberal.
Eran tiempos en que las iniciativas más
importantes (la convocatoria a la Asamblea Constituyente, las
nacionalizaciones, la revolución agraria, las políticas sociales) las tomaba el
gobierno de Evo, como depositario de la voluntad popular expresada en las urnas
con el contundente triunfo del 54% de diciembre de 2005.
Este 1 de mayo de 2016 nos encuentra en otra
situación, ya que ahora las iniciativas políticas vienen también desde los
movimientos sociales que han fortalecido, como espacio para su convergencia
unitaria, a la Coordinadora Nacional por el Cambio. Surgida el 2007 para respaldar
el proceso constituyente, en la CONALCAM confluyen en la actualidad tres
vertientes: 1) El movimiento indígena campesino originario, 2) El movimiento
obrero estructurado en la Central Obrera Boliviana (COB), 3) El movimiento
urbano-popular cuyas organizaciones tienen una matriz vecinal.
Las organizaciones de la primera vertiente acusan
todavía el impacto del escándalo de corrupción en el Fondo Indígena, con la
consiguiente pérdida de autoridad moral y política ante el resto de la
sociedad. Por ello es que ha sido la segunda vertiente, constituida por los
sindicatos obreros, que asume un protagonismo que ya no se limita a una actitud
seguidista de todo cuanto hace el gobierno. En el último Congreso de la COB, efectuado
en la ciudad de Tupiza hace 3 meses, se aprobó una Tesis Política elaborada en
base a los documentos de la Federación de Trabajadores Mineros y la
Confederación de Trabajadores Fabriles; el lineamiento ideológico define la
defensa y la profundización del proceso de cambio como las principales tareas
políticas de los movimientos sociales en la presente coyuntura nacional e
internacional.
Una coyuntura internacional signada por la rápida
restauración neoliberal en Argentina con el gobierno de Mauricio Macri, el
golpe parlamentario en plena ejecución contra el gobierno de Dilma Roussef en
Brasil, la desestabilización crónica del gobierno de Nicolás Maduro en
Venezuela y el triunfo de las derechas en las elecciones presidenciales en
Perú. Este amenazador avance de las fuerzas contrarrevolucionarias en
Sudamérica, está cohesionando en Bolivia al bloque indígena-obrero-popular que
rápidamente se acerca al gobierno de Evo Morales, cuyo liderazgo sigue siendo
uno de los factores de unidad de dicho bloque.
El resultado adverso a la opción por el SI en el
referéndum del 21 de febrero configuró
una derrota política de carácter táctico que rápidamente debe ser superada y sólo
se podrá hacer preservando la unidad de las fuerzas revolucionarias. La COB y
la CONALCAM interpretaron a la perfección esto al convocar, hace un mes, a la
“Cumbre Nacional Política de los Trabajadores y los Movimientos Sociales de
Bolivia”, evento que en la ciudad de Cochabamba logró tomar cuerpo de multitud
al reunir a 8.000 participantes, representantes de los movimientos sociales de
todos los departamentos. Bajar a las bases, volver a escuchar al pueblo,
redoblar la lucha contra la corrupción, aprobar desde el gobierno nuevas
medidas revolucionarias, convertir a Bolivia en el referente de las luchas
antiimperialistas, en síntesis, profundizar el proceso desde los movimientos
sociales. He aquí la otra política, la que al nacer de las fuerzas colectivas y
comunitarias adquiere potencial transformador, afirmando el liderazgo social
sin caer en caudillismos individualistas.
Por cierto, esta política de los movimientos
sociales cuestiona también a las orientaciones ideológicas que, de tanto
teorizar sobre las “clases medias” y la movilidad social que –dicen- debe
acompañar todo crecimiento económico, terminan dejando a un lado el
anticapitalismo, el comunitarismo y el socialismo, pasando a llamarse “progresistas”.
Hacer estas reflexiones de tono estratégico, en
modo alguno significa no atender las demandas sociales inmediatas. Y es aquí
que quiero resaltar el acuerdo Gobierno-COB sobre el tema salarial.
El impacto macroeconómico de la caída de los
precios internacionales del petróleo (que arrastra al precio del gas que le
vendemos a Argentina y Brasil), de los minerales, de la soya y la quinua, ocasiona
que Bolivia perciba menores ingresos por exportaciones. La guerra monetaria
entre un dólar estadounidense que por la especulación mundial sube su valor
ocasionando que las monedas en Sudamérica se devalúen, tiene también efecto en
nuestra economía interna, aunque no al punto de que ya no podamos soportar
dicha presión. En este sentido la sugerencia de Samuel Doria Medina de efectuar
“minidevaluaciones” inmediatamente fue repudiada por los trabajadores, que entienden
que esa medida favorece a la burguesía exportadora pero va a generar inflación
y por tanto pérdida del poder adquisitivo de los salarios.
El modo como se arribó al acuerdo salarial
ratifica que el gobierno de Evo Morales tiene una orientación favorable al
pueblo trabajador, pues se hizo en diálogo directo con los obreros dejando a un
lado la exigencia empresarial de un arreglo “tripartito”. Dentro del sistema
capitalista nunca habrá igualdad entre quienes detentan el capital y quienes
venden su fuerza de trabajo. La COB por su parte no cayó en el infantilismo
izquierdista que exigía romper con el gobierno. Furiosos, los analistas de
derecha acusan ahora a esa dirigencia de genuflexa con el gobierno. Cuánto no
quisieran esos opositores reeditar lo que pasó hace treinta años con la Unidad
Democrática y Popular (UDP), cuando la dirigencia sindical cometió el error de
poner contra las cuerdas a ese gobierno, abriendo así las puertas a la derecha
y el decreto 21060 que en 1985 inauguró la era neoliberal en Bolivia.
Este será un 1 de mayo para reafirmar el apoyo
de los trabajadores al proceso, pero eso sí, demandando nuevas
nacionalizaciones en los sectores estratégicos de la economía, una nueva ley
general del trabajo acorde con la Constitución Política del Estado, la
sindicalización en los sectores en los que todavía predomina la flexibilización
laboral, el reconocimiento de las empresas sociales comunitarias en las que los
trabajadores toman el control directo de la producción ante el abandono
empresarial.
Aún queda mucho por hacer.
y Twitter: @escuelanfp
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