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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...

Sobre el ‘buen vivir bien’


Por: Xavier Albó
El Goethe Institut, la Fundación Konrad Adenauer, la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, el Ministerio de Culturas y el Museo de Arte han preparado talleres internacionales; una excelente exposición, que después pasará por diversas ciudades y países; y un catálogo sobre esa nueva expresión de una vieja utopía que ahora se llama “Buen vivir/Vivir bien”, y que en los años recientes ha movilizado a tantos pueblos indígena originarios y también a otros en Bolivia, América Latina y más allá. El Goethe Institut ha publicado además un catálogo que incluye las bellas ilustraciones de toda la exposición, recogidas en gran medida de los participantes en los talleres previos latinoamericanos, y que se puede bajar de internet.
El tema central es saber convivir bien y en armonía con todos los demás y todo lo demás, con énfasis en la apertura a los distintos por lo que sea: raza, edad, género, recursos y cultura, residencia urbana o rural, opciones políticas, profesión, religión, etc.; todo ello, con una convivencia armoniosa con el medioambiente en su sentido más amplio. El símbolo-clave es un nido para cobijar nueva vida, elaborado con material recogido del bosque, pero también con deshechos de la ciudad. La vida envuelve a toda la naturaleza y su evolución: la gente y seres vivos en su diversidad, la Madre Tierra, el Padre Sol, las viejas y nuevas estrellas y galaxias, todo el universo conocido y por conocer, llegado y por llegar.  El concepto del “Buen vivir/Vivir bien” en general refleja una cosmovisión y una utopía: la manera de percibir, sentir, entender y proyectar el mundo. Tanto los seres humanos como la naturaleza son, en este entendido, portadores de derechos y obligaciones.
En todo ello se resalta la belleza y mensajes de lo pobre y sencillo, lo común. No el mucho saber y abarcar harta y satisface el ánimo, sino el sentir y gustar las cosas, incluso las más sencillas, interna e intensamente; no el mucho tener y acaparar, sino el ser en profundidad; no el “vivir mejor” y despilfarrar de unos cuantos privilegiados a costa de los demás, sino el vivir todos bien, compartiendo con sobriedad entre unos y otros. Es la proyección de lo individual en lo comunitario en equilibrio entre los vivientes y con la naturaleza.
Llamo la atención sobre tres subtemas, entre tantos otros, que me han resultado inspiradores. Primero: la constante combinación de lo rural más “natural” (con frecuencia, totorales del lago) y lo urbano desde equilibrios audaces en moto o los cholets de El Alto (p. 220  junto a una casa de totora) hasta la basura urbana, que se recicla con nuevos sentidos y arte.
Segundo, el mapa mudo, del chileno Cristian Kirby —quien, con sobrias fotos en blanco-negro y siluetas del mapa de Bolivia (unas al derecho otras invertidas o simples recuadros unos en blanco, otras en negro)— nos resaltan el drama de los “desaparecidos”.
Tercero, el doble plural (inclusivo o exclusivo del interlocutor), expresado, en su versión inclusiva, en un tejido aymara (pg  34-35): jiwasa (o el sufijo -sa) vs nänaka/-ja. Existe también en quechua ñuqanchis (o el sufijo -chis) vs ñuqayku y en guaraní ñande (de ahí ñandereko “nuestro (inclusivo) modo de ser” vs ore... Pero no existe tal distinción gramatical en nuestras lenguas occidentales indoeuropeas desde el latín, el alemán, el inglés  o hasta el catalán.
Concluiré con una yapa, poco expresada en ese proyecto: el convivir (qamaña) casi siempre tiene dos vertientes muy trenzadas y difíciles de separar. Expresado en aymara, es suma qamaña (buen convivir) y saxra qamaña (mal convivir; saxra también significa “diablo”). Incluso qamiri (el que sabe qamar) ahora es sinónimo de “ricachón”, no necesariamente por convivir bien y saberlo compartir con todos (suma qamiri), sino también por haber sido saxra qamiri: haber acaparado a costa de los demás. Muchos cholets alteños reflejan también esa doble manera de enriquecerse, por mucho que después se lo intente tapar con costosas fiestas. Lo vemos también en nuestras permanentes ambigüedades políticas, etc., etc.
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