Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Edmundo Nogales Arancibia
Como
Comuna de París se conoció al gobierno de los trabajadores instaurado en la
capital francesa producto de una insurrección popular en 1871, proyecto social
que, a pesar del acoso de la guerra y el sitio por parte de la burguesía
nacional e internacional, logró perdurar por dos meses, encumbrándose como el
primer intento de la clase obrera por dirigir su propio destino.
Raíz del conflicto
En
1848 en Francia se formó un gobierno provisional que duró escaso tiempo. Tres
años más tarde Luis Napoleón Bonaparte (sobrino de Napoleón) tomó el poder con
apoyo de militares y se autoproclamó emperador de Francia, dando inicio a la
época del Segundo Imperio.
En
1870 Napoleón III se inclina por declarar la guerra a Prusia, que incluía al
actual territorio alemán, y cuyo canciller desde hacía una década era Otto von
Bismarck, figura central del Reino de Prusia e impulsor de un plan para la
unificación de Alemania.
Napoleón
III se oponía a la unificación de los territorios vecinos porque sabía que
unidos serían un poderoso rival para Francia en lo industrial, comercial y
militar. Por estas razones se apresura en declarar la guerra a Prusia, que de
hecho era contra Alemania. En la ocasión el francés señaló: “estamos
completamente preparados para la guerra”. Pero la realidad era otra y el pueblo
lo sabía.
El año terrible
Las
relaciones diplomáticas franco-prusianas, deterioradas desde Sadowa (julio de
1866), empeoraron en 1870. Bismark había empujado al príncipe Leopoldo de
Hohenzollern-Sigmaringen a aceptar el trono de España, vacante desde la
revolución de 1868 y Francia consideró aquella candidatura como una
provocación.
De
esta forma el gobierno imperial encomendó a Benedetti, su embajador en Prusia,
que obtuviera del rey Guillermo I, jefe de la familia Hohenzollern, la renuncia
formal al proyecto. Satisfecha la demanda el 12 de julio, la insistencia de
Francia y sobre todo su “petición de garantías” irritaron al viejo rey y
llevaron a Bismarck, que quería la guerra por encima de todo, a desatar los
acontecimientos: el 14 de julio de 1870 mandó publicar en la prensa “el parte
de Ems”, una información deliberadamente trucada en términos provocativos y
descorteses sobre la cordial entrevista mantenida entre el embajador Benedetti
y el Rey. La opinión pública de ambos lados se indignó: los prusianos estaban
convencidos de que su rey había sido humillado, y los franceses de que su embajador
había sido ultrajado. Con una increíble ligereza, Francia tomó la iniciativa de
declarar la guerra a Prusia el 19 de julio de 1870.
A
Prusia le fue fácil presentar el asunto como una agresión y los estados de
Alemania del Sur se le unieron. Francia, en cambio, no tenía ningún aliado
seguro y quedó sola.
Además,
los efectivos del ejército de la confederación alemana, su armamento pesado,
logística y altos mandos, eran superiores a los del ejército francés. Así,
aunque el ejército imperial partió de París entre el clamor popular, su jefe
supremo, Napoleón III, era consciente de que lo que esperaba era un resultado
desfavorable; el tiempo le daría la razón.
Los
alemanes vencieron en pocas semanas: Alsacia cayó el 6 de agosto y Lorena el 18
del mismo mes. Incapaz de sacar partido de las oportunidades de victoria, el
ejército francés se dividió en dos: una parte sitiada en Mertz, y la otra
capituló el 2 de septiembre en Sedan. La noticia de este desastre provocó la
caída del régimen; el 4 de septiembre el pueblo parisino invadió el cuerpo
legislativo e hizo aprobar la disolución del Imperio. El mismo día se proclamó
la República en el ayuntamiento.
Prolongación de la guerra
Pese
a esta dramática situación, los franceses, enardecidos por el escape de León
Gambetta, ministro de guerra nombrado en septiembre de 1870 luego de las
derrotas francesas, que el 7 de octubre había partido de París en globo para
organizar la resistencia en provincias, lucharon seis meses contra los
invasores y abrieron diversos frentes con ejércitos improvisados junto al río
Loira.
Desde
septiembre de 1870 hasta enero de 1871 París soportó un terrible sitio: padeció
hambre (se comieron ratas y hasta los elefantes del jardín botánico) y sufrió
bombardeos prusianos, además de uno de los inviernos más crudos del siglo.
El
18 de enero de 1871 Guillermo I fue proclamado “emperador alemán” en Versalles.
Diez días más tarde, el gobierno provisional solicitó un armisticio para
discutir las condiciones de paz con el vencedor. El tratado de Frankfurt impuso
a Francia la cesión de Alsacia y de una parte de Lorena, además del pago,
escalonado en tres años, de una indemnización de cinco mil millones de francos.
Versalles contra París
El
armisticio permitió a los franceses elegir una Asamblea Nacional, dominada por
los monárquicos, que confió a Adolphe Thiers el poder ejecutivo, votó la
ratificación de los preliminares de paz y, como se sentía insegura en Paris, se
trasladó a Versalles. París quedó abandonada a su suerte, escapando no sólo los
gobernantes sino también los dueños de las fábricas e industria.
La
asamblea incurrió en una serie de torpezas que terminaron por alzar a los
parisienses en su contra. El 18 de marzo de 1871 el intento por desarmar a la
Guardia Nacional para que los ciudadanos quedaran inermes acabó en fracaso y
propició los asesinatos de los generales Leconte y Thomas, se hizo imposible
cualquier conciliación.
El
comité central de la Guardia Nacional –milicia ciudadana encargada de la
seguridad de la ciudad–, dueño de la situación, procedió a la elección de un
Consejo Comunal. El nuevo organismo representante del poder soberano estaba
integrado por unas ochenta personas, y se instaló en el Ayuntamiento con el
nombre de Comuna de París.
El
movimiento tuvo la particularidad de que la mayoría de sus dirigentes fueron
mujeres y contó con la ayuda de la Guardia Nacional, una milicia de 200 mil
parisinos armados. Por primera vez, los obreros y artesanos dominaban una
asamblea electa. De esta forma, se produjo la primera revolución socialista en
el mundo.
Se
estableció el Consejo de la Comuna como órgano central, y para atender las
distintas tareas se crearon comisiones para organizar el ejército, la salud
pública, trabajo, justicia, educación, todo con la participación del pueblo de
París, donde el rol de los trabajadores y de las mujeres fue imprescindible
para realizar cada tarea.
Algunas
de sus principales medidas fueron:
●
El Ejército y la Policía fueron reemplazados por la Guardia Nacional, integrada
por ciudadanos comunes, como artesanos, jornaleros y otras profesiones.
●
Separación entre la Iglesia y el Estado.
●
Los cargos públicos eran sometidos a elección popular y se regirían por el principio
de revocatoria de mandato.
●
Se deja de impartir clases de religión en los colegios, por tratarse de un tema
de decisión personal.
●
Las fábricas abandonadas fueron ocupadas por los trabajadores.
●
París se dividió en quartiers,
localidades con cierta autonomía que cooperaban con la organización central.
●
Los funcionarios recibían un sueldo similar al de los obreros.
●
El precio de los alquileres fue controlado por la Comuna.
●
La justicia pasó a ser gratuita y los magistrados se elegirían por votación
popular.
Integrante de la Escuela Nacional de Formación Política
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