Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Jill Filipovic
El
virus Zika transmitido por el mosquito Aedes Aegypti (también
transmisor del virus Dengue y Chikungunya) hoy preocupa a gobiernos,
familias y mujeres en edad reproductiva, a lo largo de toda América, y
es por razones fundadas. Alrededor 4.000 niños han nacido con
microcefalia, una condición observable caracterizada por una cabeza
anormalmente pequeña y la presencia de daño cerebral potencialmente
devastador, muy posiblemente causada por el virus. El Zika se ha
encontrado en más de 20 países, y se cree que podría infectar a 4
millones de personas. Los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades, han alertado a las mujeres embarazadas en los Estados
Unidos acerca de los peligros de viajar a los países afectados por la
epidemia.
La amenaza es tan grave, que el gobierno de El Salvador instó a las mujeres a posponer su embarazo hasta el año 2018.
Además
de la obvia paradoja confesional (¿cómo se supondría que las mujeres
van a prevenir su embarazo en un país católico en el que la Iglesia se
opone a los preservativos y los anticonceptivos?), la respuesta a la
epidemia del Zika de los gobiernos de América Latina es sorprendente: se
deja entrever la falta interés que muchos de ellos demuestran hacia la
mujer, la maternidad, y las decisiones profundamente personales que las
mujeres toman al convertirse, o no, en madres, a menudo a expensas de
leyes de salud pública.
Según
una encuesta de la consultora Gallup, las personas que viven en América
Latina son mucho menos propensas a manifestar que las mujeres son
tratadas con respeto y dignidad, que las personas que viven en cualquier
otro lugar en el mundo. La violencia contra las mujeres es endémica: en
Perú, por ejemplo, la mitad de las mujeres dicen que su primera
experiencia sexual fue forzada. La pobreza sigue siendo feminizada. El
acceso a la anticoncepción va en aumento, pero sigue siendo escaso sobre
todo para los adolescentes y las mujeres de bajos ingresos. La mitad de
los embarazos son no deseados. A pesar de que las leyes contra el
aborto son severamente restrictivas en la región, se estima que hay 4.4
millones de abortos cada año en América Latina y el Caribe, el 95 por
ciento de ellos es clandestino. Cada año, un millón de mujeres de
América Latina terminan hospitalizadas, y se estima que 2.000 mueren por
abortos clandestinos. Esas son epidemias también, y han sido
históricamente ignoradas.
Véase
ahora el caso de El Salvador. Por cada 100.000 mujeres que dan a luz,
54 mueren por causas relacionadas con el embarazo, por el contrario, en
Dinamarca es el número siete, ocho y Francia es los Estados Unidos es de
14 años, Y a diferencia de la mayor parte del mundo, las muertes
maternas en El Salvador han aumentado desde 2003. El aumento de las
muertes maternas ha generado poca autocrítica por parte de los líderes
del país. El Salvador es uno de los siete países de la región que
prohíbe el aborto en todos los casos; ni siquiera los procedimientos
destinados a salvar la vida de una mujer embarazada. Las mujeres van a
la cárcel no solo por realizarse un aborto, sino también por dar a luz
un hijo muerto o prematuro, si es que las autoridades sospechan que el
incidente tuvo que ver con una práctica abortiva. Un caso mundialmente
conocido fue el de Beatriz, una mujer que llevaba un embarazo que no
sólo amenazaba su vida, sino que además era anencefálico (es decir, el
feto carecía de un cerebro), y solicitó a la Corte Suprema de El
Salvador que le permitiera realizarse un aborto para salvar su vida. La
corte se lo negó, argumentando que la amenaza para su vida “no era real o
inminente, sino más bien eventual”.
En
virtud de la ley en El Salvador, la exposición al virus Zika durante el
embarazo, o un feto con microcefalia, no serían a priori un motivo de
un aborto.
La
microcefalia cuenta con una variedad de causas que la producen, de las
cuales el Zika se sospecha que es solo una, pero los sanitaristas dicen
que los niños microcefálicos, cuyos trastornos parecen ser causados??
por el Zika, pueden manifestar anormalidades particulares, y aquellos
cuyas madres fueron infectadas durante el primer trimestre, sufren el
daño cerebral más grave. Muchos de los niños que nacen en América Latina
tendrán discapacidades crónicas y requerirán atención para el resto de
sus vidas. Al respecto, el gobierno de El Salvador ha expresado su
preocupación por los niños, pero, paralelamente, destina nula o escasa
asistencia a sus madres, y claramente no considera el criterio de las
mujeres al tomar decisiones acerca de sus propios embarazos.
A
las mujeres de América Latina, fuera de El Salvador, no les va mejor.
La zona cero del brote del virus Zika es Recife, una ciudad brasileña
con pobreza extrema generalizada. Hace algunos años, en Recife, una niña
de 9 años de edad, se presentó en el hospital con su madre. Ella estaba
embarazada de gemelos tras ser violada por su padrastro. Bajo la ley
brasileña, su caso fue una trifecta de excepcionalidades para el aborto:
ella era menor de edad, víctima de una violación y, como una niña
pequeña que llevaba dos fetos, el embarazo puso en peligro su vida. Los
tribunales brasileños le concedieron el aborto legal. Sin embargo, la
influyente Iglesia Católica intervino – el arzobispo local, finalmente,
hizo un triste espectáculo internacional cuando excomulgó a la madre de
la niña y al médico que realizó el procedimiento, pero no al padrastro
violador.
El
médico que realizó dicho procedimiento y fue excomulgado por ello,
Olimpio Moraes, aún vive en Brasil. (Fue su segunda excomunión y la
Iglesia nunca le envió la documentación apropiada, dijo, así que tal vez
no contaba…) Lo entrevisté un año y medio atrás, en su casa de Recife.
La niña y su madre, que eran de una zona rural en las afueras de la
ciudad, se vieron obligados a asumir nuevas identidades, y mudarse
después de la tensión generada por las protestas contra el aborto de la
Iglesia.
La
actual tendencia “pro-vida” de la política brasileña, y la influencia
de la religión, ponen en peligro la salud de las mujeres más allá de
aborto – según Moraes; una firme oposición al derecho al aborto también
conlleva a que muchas mujeres embarazadas y parturientas reciban
atención deficiente. El ejemplo más claro, paradójico según él, es el
caso del Misoprostol, un fármaco comercializado por la marca Cytotec en
América Latina, que induce tanto al parto como al aborto y se utiliza
para combatir la hemorragia después de dar a luz.
La
droga ha bajado las tasas de muerte materna en todo el mundo de manera
significativa; también ha disminuido las muertes por aborto ilegal, ya
que el uso casero de Misoprostol es una forma mucho más segura de poner
fin a un embarazo que tener una cirugía clandestina. Sin embargo, el
gobierno de Brasil, preocupado porque las mujeres interrumpen su
embarazo de forma ilícita, ha restringido en gran medida el acceso al
Misoprostol, lo que hace que no esté disponible en farmacias y, según
Moraes, haciendo que las maternidades no lo tengan en stock como
recurso. La prohibición a las mujeres para interrumpir sus embarazos es,
en Brasil, más importante que dar a las madres un parto fácil, teniendo
acceso a un medicamento que podría salvar sus vidas.
El
Zika es una realidad, y, una vez más, las mujeres, excluidas de las
agendas públicas de la salud, se ven imposibilitadas de tomar sus
propias decisiones sobre su maternidad, aun cuando los gobiernos del
continente procuran evitar que miles de niños nazcan con un deterioro
irreversible. Una vez más, el peso cae sobre las mujeres para decidir
sobre sus embarazos, y de nuevo, esas mismas mujeres tienen pocas, o
escasas, herramientas para hacerlo. Una vez más, las mujeres son
tratadas con desdén. En ningún momento las mujeres han tenido el apoyo
sanitario, social y económico necesario para llevar a cabo de manera
adecuada el ejercicio de su salud reproductiva. La contingencia que
supone el virus, implica, concretamente, que las mujeres que, histórica y
culturalmente, ya cargaban per sé con un peso enorme en sus espaldas,
ahora también se ven en la obligación de tomar (por la fuerza) nuevas
responsabilidades en materia reproductiva, situación que se agrava en
los países donde se degrada este tipo de responsabilidades, y donde las
decisiones personales de las mujeres son denigradas. El estatus
socioeconómico de millones de mujeres es poco probable que cambie en
unas pocas semanas, aunque su acceso a la atención sanitaria, incluyendo
la anticoncepción y el aborto, podría ser hoy una realidad; siempre y
cuando haya voluntad política. Tal vez, el virus finalmente hará que los
gobiernos de América Latina se den cuenta de la tremenda carga a la que
se está sometiendo a las mujeres. Tal vez un mosquito finalmente pueda
inclinar la balanza…
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