Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Emir Sader
Nunca como ahora el futuro de América
Latina está tan abierto. Hemos pasado por un momento, especialmente en los años
1990, en que la historia del continente parecía congelada. Se imponía un modelo
de forma avasalladora, que pretendía invertir y cerrar ciclos históricos que
apuntaban en otra dirección. Ya no más desarrollo económico, sino equilibrio
fiscal. Ya no más distribución de renta, sino concentración en manos de los más
competentes. Ya no más derecho, sino concurrencia en el mercado. Nunca más
Estado, sino empresas.
Se arriesgaron, en medio a consensos que
creían fatales, a anunciar el fin de la Historia, que reposaría eternamente en
los brazos de la democracia liberal y de la economía capitalista de mercado.
Enterradas las alternativas, el capitalismo y el imperialismo podrían rediseñar
el poder en el mundo.
América Latina era protagonizada por
personajes como Carlos Menem, Alberto Fujimori, Fernando Henrique Cardoso,
Carlos Andrés Pérez, Sánchez de Losada, Salinas de Gortari, Lucio Gutiérrez,
entre otros, consagrados entonces por la prensa internacional como los
“modernizadores”, los “liberalizadores”, los “globalizadores” de nuestras
sociedades, al fin salvadas del “populismo”, del “estatismo”, del “nacionalismo”.
Víctima privilegiada de las grandes
trasformaciones regresivas ocurridas en el mundo y, en particular, del
neoliberalismo, donde ocurrieron más gobiernos y los más radicales, América
Latina reaccionó como ya pocos creían posible. Y se ha vuelto la única región
del mundo con gobiernos antineoliberales, con procesos de integración regional,
con capacidad para revertir las fuertes tendencias a la desigualdad social y al
aumento de la pobreza y la miseria en el mundo.
América Latina ganó el derecho de definir
su historia a partir de la su capacidad para reaccionar frente al modelo
neoliberal y a la globalización. Gracias al liderazgo de dirigentes como Hugo
Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Pepe Mujica, Evo Morales, Rafael
Correa, entre otros. Ahora América Latina se enfrenta a los efectores duraderos
de la recesión internacional y a articulaciones derechistas internas, generando
crisis en varios de nuestros países.
En este momento, en medio de la segunda
década del siglo XXI, se puede decir que el futuro del continente está abierto.
Nadie puede garantizar que los gobiernos antineoliberales se van a consolidar
definitivamente, menos tampoco que los intentos de restauración conservadora se
van a imponer.
Las dos vías están abiertas. Lo que se
puede decir es que el escenario político latinoamericano será nuevo a partir de
ahora. Ya no se contará con precios altos de los productos de exportación, al
contrario, la recesión internacional tiende a extenderse. Tampoco será posible
que cada país reaccione aisladamente frente a la recesión internacional.
La vía de la restauración está siendo
puesta en práctica en Argentina y rápidamente demuestra cómo sus planteamientos
profundizan la recesión, el desempleo, el endeudamiento y hasta la misma
inflación. Es una vía que recorta los derechos sociales, concentra renta,
subordina los intereses del país a los grandes capitales internacionales y a
Estados Unidos. Conocemos hacia donde podría conducir esta vía a nuestros
países, hemos vivido el auge del neoliberalismo en los años 1990, sabemos que
es una vía trágica para nuestros países y para nuestros pueblos.
La otra es la vía de consolidar los
extraordinarios avances logrados y avanzar hacia una América Latina todavía más
integrada, por el Mercosur, por Unasur, por Celac, más vinculada al destino del
Sur del mundo, de los Brics, de su Banco de Desarrollo. Con gobiernos
antineoliberales articulando y poniendo en práctica un modelo integrado de
desarrollo con distribución de renta, profundizando incesantemente sus mercados
internos de consumo de masas, fortaleciendo y democratizando más a sus Estados,
con procesos de formación democrática de sus opiniones públicas, contrayendo
modelos de superación del neoliberalismo y de construcción de sociedades
basadas en el derecho de todos.
Cuál de las dos vías va a triunfar,
es lo que se está decidiendo en este momento en el continente. Las fuerzas
democráticas y populares ya no tienen derecho de volver o seguir cometiendo los
errores que han cometido y que se siguen cometiendo. Es el destino de nuestros
países en toda la primera mitad del siglo XXI lo que se está decidiendo.
Conciencia real de los problemas que estamos enfrentando, de las fuerzas con
que contamos y con las que podemos contar, de los errores cometidos, capacidad
de renovación hacia las nuevas generaciones, hacia las mujeres, hacia las capas
populares todavía postergadas, espíritu democrático y capacidad teórica
creativa, nos pueden llevar, por la vía democrática y popular de superación de
la crisis actual.
Las dos vías están abiertas. Las duras
peleas actuales son para decidir cuál de las dos se va a imponer.Síguenos en Facebook: Escuela Nacional de Formacion Politica
y Twitter: @escuelanfp
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