Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Lourdes
Montero
Con
la misma pasividad expectante que vemos cada año la entrada del Gran Poder, nos
alistamos para ser testigos del ritual de negociación del incremento salarial
entre el Gobierno y la Central Obrera Boliviana (COB). Como en una vieja
película, vista hasta el aburrimiento, vemos desfilar a los actores y sus
desgastados parlamentos. Esperamos el final, a ser revelado el 1 de mayo,
sospechando el dato que definirá la pulseta entre la COB y el Gobierno.
El
viceministro de Presupuesto, Jaime Durán, se adelanta a prevenir que la base de
negociación del incremento salarial de este año será el nivel de inflación; es
decir, el 2,71%. La COB reclama un incremento del 15% al salario mínimo y 10%
al haber básico. Los empresarios se apresuran a amenazar con despidos, sosteniendo
que “la presión salarial está llegando a un límite riesgoso”.
Más
allá de los discursos y acuerdos, ¿qué implica esta negociación para nuestras
vidas? Planteamos al menos tres discusiones para considerar.
El
salario mínimo de un país se fija en función de los costos requeridos por una o
un jefe de familia para cubrir sus necesidades y la de sus hijos.
De
allí la insistencia de la COB de fijar este monto en Bs 8.309 según su cálculo
del costo de la canasta familiar. Por otro lado, de acuerdo con datos del INE,
la línea de pobreza está fijada en Bs 760 por persona en el área urbana. Es
decir, una familia de cuatro miembros debe tener un ingreso mensual de Bs 3.040
para no ser considerada pobre. Así, por mucho que los empresarios consideren
que Bs 2.000 es un salario elevado, éste solo cubre el 65% de las necesidades
de un hogar, según los cálculos más conservadores. Por tanto, a pesar de los
sostenidos incrementos, las familias trabajadoras todavía están lejos de cubrir
los altos costos de su reproducción.
Un
segundo punto a considerar tiene que ver con la limitada cobertura de las
medidas de incremento salarial, que corresponden solo a los empleados formales.
Algunas aproximaciones nos hablan de tan solo un 25 a 30% de la fuerza de
trabajo real, ya que la mayoría se encuentra empleada en pequeñas empresas no
reguladas o generando su propio empleo. En este segmento el incremento salarial
obligatorio a veces se traduce en amenazas de despidos. Sin embargo, las
investigaciones demuestran que incrementos modestos en el salario mínimo (por
ejemplo un 10%), partiendo de salarios mínimos bajos en comparación con el
promedio, no tienen un impacto negativo en el empleo, pero sí mejoran los
ingresos de los trabajadores con menos ingresos, ayudando así a disminuir la
pobreza. Por otro lado, un incremento en los ingresos de los trabajos formales
podría fortalecer la capacidad adquisitiva del mercado interno, favoreciendo a
los pequeños negocios.
Por
último, un tema pendiente de abordar es la enorme heterogeneidad de las
empresas en Bolivia y las diversas estrategias de negociación para la
contratación y el pago de la fuerza de trabajo. Claramente es necesario un
abordaje de políticas diferenciadas que comprenda sus características
específicas. Los diversos acuerdos a los que llegan las personas en sus
relaciones laborales se generan al margen de las consideraciones de negociación
de la COB, que muchas veces es percibida como una organización que representa a
la oligarquía de los trabajadores. Así, nuestra mayor energía no debe ser
puesta en el dato mediático del incremento salarial de este año, sino en
discutir las postergadas reformas a la Ley General del Trabajo que nos permitan
ampliar la cobertura de seguridad social y beneficios a todas las personas que viven
cotidianamente de su trabajo.
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