Ir al contenido principal

El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás

La libertad de Lula y el orden social


Por: Amílcar Salas Oroño
Con un clima político fascistizado y lenguajes sociales cada vez más marcados por valores antidemocráticos, con dirigencias (de los órdenes que sean) cada vez más degradadas, con militares que twittean amenazas y medios de comunicación que encuadran su significado, sin un horizonte claro respecto de los contornos institucionales futuros, el Supremo Tribunal Federal (STF) hizo su contribución funcional. Negó el pedido (de habeas corpus) presentado por la defensa de Lula para que éste pudiera esperar en libertad la revisión final de su sentencia, tal como lo admite la Constitución y en sintonía con la presunción de inocencia que supone un Estado de derecho.
Esto no significa que Lula vaya inmediatamente a prisión: para que esto ocurra tendrá que ejecutarse el correspondiente pedido de detención, circunstancia que no puede adelantarse a la resolución definitiva de los recursos antepuestos (por la defensa) al Tribunal de 2º Instancia, con fecha de respuesta última para el 10 de abril. Tampoco significa que Lula haya quedado invalidado como candidato presidencial para octubre, una condición que corresponderá ser analizada eventualmente por el Tribunal Superior Electoral (TSE) una vez que haya sido registrada la candidatura (el plazo es el 15 de agosto). Ante la circunstancia segura de que aparezcan impugnaciones, el mérito de su condición será objeto pasible de estudio en el propio Supremo Tribunal Federal (STF), porque según la ley brasileña los derechos políticos –votar y ser votado – son suspendidos sólo cuando hay una sentencia penal condenatoria finalizada, cosa que todavía no ha ocurrido.
De allí la posibilidad, altamente paradójica pero coincidente con la democracia desquiciada por la que atraviesa Brasil, de que Lula continúe candidato aun estando preso. Esto no significa que haya posibilidades auspiciosas en medio de la tormenta; todo lo contrario, es simplemente la constatación del derrumbe institucional. Y aquí es donde vale la pena recordar que se trata de una coyuntura estructurada desde un golpe, desde una alteración al Estado de derecho: el primer paso (del golpe) se hizo sobre el Poder Legislativo, para garantizar el impeachment a Dilma Rousseff; el segundo acto, un año después, fue poner contra las cuerdas al mismo Poder Ejecutivo, limpiando del Gobierno de M. Temer cualquier supuesta autonomía peemedebista sobre el proceso, convirtiendo al presidente en una figura completamente maniatada; y el tercer momento del drama encuentra al Poder Judicial – en su instancia máxima- a merced de la organización general de las condiciones que permitan habilitar las elecciones presidenciales, claramente sin el principal líder de las encuestas. Es que el reordenamiento ha sido en todos los órdenes, y por eso es difícil pensar que algún estamento institucional pueda servir para una recuperación democrática. Un golpe es eso, un golpe, y no hay muchas ilusiones que puedan extraerse de tal circunstancia. En ese sentido, la resolución del STF es el desdoblamiento de un mismo punto de partida.
El golpe, la justicia y la organización de la sociedad
No está de más recordar que el expediente que condenó a Lula a una pena de doce años y un mes, bajo el cargo de corrupción y lavado de dinero – en función de la titularidad de un inmueble en Guarujá, en el Estado de San Pablo, del que nunca fue propietario(¡!)- no consideró las líneas elementales de un debido proceso: en lo que respecta a la instrucción, se utilizaron muy pocas pruebas substantivas y se recogieron pruebas ilícitas; hubo en varios casos conducciones forzadas a declarar y testimonios prestados bajo modalidades coercitivas alejadas de los procedimientos habituales; buena parte de los indicios (de pesquisa) vinieron de “arrepentidos” que llevaban varios meses de reclusión, algo contrario a cualquier sistema (jurídico) que promueva la garantía de los derechos personales como presupuesto; por diversos actos también quedó en claro el trato diferencial que hubo con Lula como denunciado, alterando el principio de isonomía en lo que respecta al derecho a una libre y amplia defensa; fue notoria y alevosa, en su momento, la arbitrariedad del Juez Sergio Moro con el principio de la publicidad de los actos judiciales, abusando de su exposición de una forma notable, aprovechando la maniobra para deconstruir y estigmatizar a Lula y la izquierda en general; y ni hablar de la permanente evasión sobre el principio de inocencia, precisamente algo que volvía a considerarse (con la ilusoria expectativa de que se repararan las desviaciones anteriores) con el habeas corpus tratado por el Supremo Tribunal Federal (STF), que terminó como terminó.
Es que todo golpe desarma los contextos previos e impone criterios y regularidades fuera de lo convenido hasta el momento por los valores estimados de esa comunidad. Ahora, cuando lo que entra en contradicción es la condición de lo que supone el “ejercicio de la libertad” (artículo 5 de la Constitución brasileña) es que el golpe es de una naturaleza nada superficial ni episódica, pues afecta un aspecto sensible y reconocible de la dinámica colectiva. Si sobre lo que significa el “ejercicio de la libertad” no hay mínimos entendimientos, el panorama pasa a ser más que preocupante. Es lo que precisamente alegó uno de los ministros, R. Lewandowski, al desarrollar la discusión en torno a que “la persona debe mantenerse libre, siendo la excepción su prisión”, como aparece con claridad en el artículo 283 del Código de Proceso Penal. En ese sentido, Lula debería permanecer libre hasta el final del proceso y, entonces, de no registrarse nuevas interpretaciones, ser objeto de la punición estatal. No antes. No es lo que se definió en el STF.
Y no es casualidad esta situación, pues todo golpe trae consigo un nuevo significado de la libertad; sea en relación con lo que tiene que ver con las libertades políticas (por ejemplo, aquí el acto de votar se devalúa, en la medida en que quien está en la Presidencia nunca fue votado), sea en lo que tiene que ver con las libertades civiles ( el clima recalcitrante de intolerancia que se viene asentando en los últimos años, agudizado sin dudas estas últimas semanas, asesinato de Marielle y disparos a las caravanas de Lula mediante) o sea la libertad a secas: bajo el Gobierno de M. Temer, Brasil alcanzó el deshonroso mérito de convertirse en el 3º país del mundo en cantidad de presos, llegando casi a 800.000. ¡Qué diferencia respecto de los logros que tiene Lula para mostrar de sus gobiernos! Más claro imposible: cuando la institucionalidad se derrumba y la democracia se desquicia, y no hay principios de un orden legítimo, sólo queda en pie el hecho de organizar la dialéctica social por la fuerza. Ya se sabe: eso implica el reino de la incertidumbre y que sea lo que sea, y que cada uno se las arregle.
Por eso es que Lula está donde está, como liderazgo, todavía presente en esas estimas colectivas que lo ven como protector, algunos, y sobre todo como un organizador. Es lo que lo mantiene competitivo como candidato, en tanto él mismo representa esa posibilidad como Gobierno, como potencial proyecto de orden social, con una definición de libertad que no es la que se viene proponiendo ni es la que tradicionalmente le propusieron las élites al país. Y en esa encrucijada es comprensible que la sustracción de su (propia) libertad sea vivenciada de manera entristecedora; aunque, quizás este allí también un nuevo principio de respuesta al golpe. Será el caso, entonces, de que Lula vale a luta.

Síguenos en Facebook:  Escuela Nacional de Formacion Politica 
Twitter: @escuelanfp


Rellene el siguiente formulario para suscribirse.


En Bolivia:









Regístrate también en nuestro canal en Telegram

Comentarios

Entradas populares de este blog

La despatriarcalización

Por: Julieta Paredes Al igual que el Seguro Universal de Salud (SUS), la despatriarcalización, como nombre para una política pública, tardó mucho, pero llegó. Entonces, en este marzo de luchas de las obreras, es necesario analizar, ¿qué es lo que realmente llegó? Fruto de una serie de movilizaciones de mujeres pertenecientes a las organizaciones sociales del proceso de cambio, se lograron algunas medidas en el Ejecutivo. Fueron movilizaciones que se realizaron a lo largo del año pasado, con encuentros departamentales. Así fue que se logró concretar un listado de demandas que más o menos se repitieron a lo largo de estos años, con algunas interesantes novedades. Entre ellas podemos señalar la exigencia del salario al trabajo doméstico y la necesidad de un espacio en el Gobierno para este sector. Algo así como un Ministerio de las Mujeres, instancia que tenga la jerarquía necesaria para efectuar las tareas que corresponden a la mitad de la población de Bolivia que somos las mu

Idiosincrasia e ideología

Por: Félix Tarqui Triguero No son posibles las revoluciones económicas sin las revoluciones culturales porque todos aquellos contenidos que constituyen el fundamento de determinada cosmovisión propia de cada nacionalidad o sociedad pueden ayudar o frenar su avance por ser una manera de pensar de cada agrupación humana, en funcion a su historia y cultura. Así nace la idiosincrasia propia de cada pueblo, sin embargo, se enfrenta a la idiosincrasia forzada o alienante que influye día a día a las grandes masas de la población mundial de manera globalizante, en ese contexto necesitamos ver que Bolivia es un país de molde capitalista y sub desarrollado (empobrecido por la clase dominante que gobernó desde 1825 exceptuando a Antonio José de Sucre, Andrés de Santa C. hasta el 2005), La ideología como el estudio de las ideas es también un proceso de construcción critica, influenciado tan pronto el individuo se encuentra inmerso en las realidades sociales, económicas, culturales

Pedro Ignacio Muiba, el héroe

Por: Homero Carvalho Oliva En 1975, mi padre, Antonio Carvalho Urey, terminó una investigación iniciada en la década de los sesenta que habría de cambiar la historia nacional. Después de muchas visitas al Archivo Nacional de Bolivia, dirigido en ese entonces por Gunnar Mendoza, extraordinario intelectual e historiador, quien le ayudó a ubicar los folios que habrían de probar toda una hazaña que da testimonio que los indígenas moxeños participaron activamente en la Guerra de la Independencia de nuestro país, al mando del cacique Pedro Ignacio Muiba. Esta investigación se publicó, primero en septiembre de 1975, en un policopiado financiado por la Universidad Técnica del Beni, en un pequeño tiraje de 200 ejemplares y luego en la famosa Biblioteca del Sesquicentenario de Bolivia. Dos años más tarde, en 1977, Antonio publicó el libro titulándolo Pedro Ignacio Muiba, el Héroe y de esa manera se reparó una injusticia histórica. En sus investigaciones, Antonio se basó, entre otros, en