Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Me pregunto si los/as niños/as de Bolivia son felices. Si todos/as viven sin violencia, sin agresiones, sin explotación laboral, sin hostigamiento escolar, sin que ningún adulto o par vulnere sus derechos.
En muchos casos los/as niños/as viven en situación de vulnerabilidad extrema, vulnerabilidad económica, educativa y social, muchos/as son víctimas del sistema adultocéntrico, que solo tiende a negar y vulnerar sus derechos.
En esta fecha que es: “día del niño [niña] en Bolivia”, quiero centrarme en analizar la situación de la niñez y su relación con el trabajo.
Cuando trabajas con las organizaciones de niños, niñas y adolescentes trabajadores de Bolivia o en cualquier parte del continente, tienes la posibilidad de recabar toda clase de opiniones y comentarios, las razones por las que ingresaron a un mercado laboral o porque se encuentran en situación de vulnerabilidad, pasa desde una desfragmentación familiar, falta de recursos económicos, orfandad, etc.; muchos a sabiendas que el trabajo que desarrollan es ilegal y los empleadores están conscientes de aquello, las necesidades por las que atraviesan en este sistema de explotación es irrelevante, cuando por encima de los derechos se encuentran los principales necesidades básicas de subsistencia, como la alimentación, la vivienda, la salud, la educación, etc., y ante la ausencia de la presencia estatal y/o gubernamental la protección de sus derechos es muchos más complicada.
Se tiene como memoria documental, que la niñez ingresa al sistema de explotación laboral a partir del siglo XVIII, inicios de la revolución industrial, en específico en las minas de carbón y de hilandería, los/as niños/as cumplían 15 horas de explotación laboral en fábricas insalubres y peligrosas, con un sueldo inferior a la mitad del que pagaban en ese momento a los adultos, los/as niños/as en rara vez acudían a la escuela, en aquel momento se habilitó los domingos como único día para el ejercicio a la educación.
Las primeras normas de protección o que analiza el trabajo infantil, se inicia en el parlamento británico, en el año 1833 se reduce las horas de trabajo a los/as niños/as de nueve a trece años, no pudiendo trabajar más de nueve horas diarias, a los/as niños/as de los trece a los dieciocho años, no pudiendo trabajar más de 12 horas diarias, norma que seguía siendo vulneradora y que la burguesía alimentaba el incremento de su capital a raíz de la explotación laboral y la salud de la niñez.
En el año 1891, el parlamento británico aumenta la edad mínima de trabajo de diez a los once años, en esta etapa difícil para el desarrollo de la infancia, existieron muchas personalidades como Charles Dickens que en su obra “tiempos difíciles”, intenta manifestarse en contra de la explotación industrial y la dureza de la vida de los obreros industriales.
En aquella época los/as niños/as, trabajaban en hilanderías, textiles y algodón, algunos perdieron manos, extremidades, otros fueron aplastados por las maquinas, algunos fueron decapitados. En las fábricas de cerilla, en el manejo del vapor de fosforo, muchos adquirieron la fosfonecrosis, los niños en fábricas de vidrio se quemaban o se quedaban ciegos, los niños en fábricas de arcilla, morían lentamente por el polvo venenoso de arcilla, los niños en las minas de carbón, adquirían enfermados pulmonares, las niñas eran empleadas y trabajadoras sin sueldo ni paga las 24 horas del día, las niñas sufrían ultrajes y violaciones por parte de los agresores en sus fuentes laborales, adolescentes embarazadas botadas a las calles, las consecuencias eran desastrosas.
En la medida de que avanzaba el desarrollo en los países, las familias se empobrecían, los/as niños/as enfermaban y se convertían en la clase obrera invisible, en algunos países como España, la regulación tiene un alto índice de mejora, ya que se reducían las horas de trabajo y se prohibía el trabajo de niños/as en la minería.
Durante el inicio del siglo XX, la situación laboral para la infancia cambio, ante la prohibición de algunos rubros, los/as niños/as se dedican a la venta ambulante, en mercados, en gremios como la zapatería, la carpintería, construcciones y la agricultura, la última permaneció sin regulación hasta inicios del 90, los explotadores cambiaron la forma de trabajo infantil a modo de evadir las regulaciones estatales, continuando la vulneración a sus derechos.
En 1992 la Organización Internacional de Trabajo, crea el programa internacional para la erradicación del trabajo infantil, tuvieron que pasar muchos siglos para que la comunidad internacional tome consciencia de las graves consecuencias que trae la explotación de la niñez en el trabajo.
A pesar de la implementación de regulaciones para prohibir actividades laborales que tiendan a dañar la salud y menoscabar la vida de los/as niños/as, existe una gran masa invisible que trabaja en las calles, en el campo, en micro y pequeñas empresas, en Bolivia existen cerca de 850.000 niños/as menores de 18 años que se encuentran sumergidos en el mercado laboral. En países como en la india la niñez trabaja en empresas textileras, en el África aún continúan la explotación en minas de cobalto, en Latinoamérica hay niños/as en situación de calle, limpiando autos, vendiendo chicles por la noche, en la minería, en supermercados embolsando nuestros productos, en los mercados barriales con carretillas que transportan nuestras compras, limpiando lapidas en los cementerios, pidiendo comida en carreteras y limosnas en las ciudades, cantando en plazas y pasajes, la niñas son explotadas sexualmente, están en casas trabajando de niñeras y de limpieza, están en casas clandestinas de prostitución, están en grandes y pequeños mercados y en empresas y fábricas clandestinas y en la zafra y la castaña.
Ante esta situación, aun para muchos adultos siguen siendo los niños invisibles y nosotros les robamos la niñez y la seguimos haciendo.
Cuando te encuentres con algún/a niño/a en la calle o en cualquier situación laboral, ten en cuenta que para ellos es posible que no exista el “día del niño” [niña], porque los obligamos a actuar como adultos, robándole el derecho al juego y la recreación y a un más importante arrebatándoles la niñez.
Analista en DD.HH. y situación política
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