Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Jaime Iturri
Era la carta fuerte de la derecha en occidente. Casi me atrevería a decir que era el único dirigente de la oposición al evismo con cierto arrastre en los andes hasta que le llegó la mala hora, y hoy por hoy dos de cada tres cochabambinos ya no lo aprueban.
“En qué momento se nos jodió el Perú”, decía Zabalita en la célebre novela Conversación en la Catedral, de Mario Vargas Llosa, y habría que hacer la misma pregunta a la gestión de los verdes en la Llajta. ¿Qué llevó a un desastre tan grosero como el de las mochilas chinas? ¿En qué instante los implicados en el tema se atrevieron a cometer errores tan grandes y tan evidentes?
No voy a abundar en estos errores, pero comprar algo sin saber si te darán la licitación y colocar logos que solo la gente del entorno del Alcalde sabe cómo son es un escándalo mayúsculo. Eso sin contar la misteriosa desaparición de la información de las 14 computadoras. En fin, impresentable e indefendible.
Pero la cosa se agravó, y mucho, con los errores de manejo de crisis y de comunicación. El equipo de José María Leyes se aplazó con menos de cero. Primer error: en vez de recibir la denuncia y señalar que se investigará, se ataca a la portadora de la noticia pretendiendo descalificarla “porque hacía muchas denuncias”, como si esa no fuera su obligación.
Segundo error (y uno de los más groseros): pretender ridiculizar la denuncia ofreciendo Bs 26, cifra que no salió de la cabeza de la concejala Rocío Molina, sino del cálculo de lo que la empresa importadora presentó como factura.
Tercer error: meter miedo al cuete con la historia de que Célima Torrico sería la alcaldesa. Esto es imposible, en virtud de la ley que manda que el suplente del alcalde debe ser de su tienda política. En este caso también se creyó que la gente es tonta.
Cuarto error: creer que el delito desaparece porque no se paga las mochilas. Cobre o no la empresa en cuestión, eso no quita que hubo cuando menos tráfico de influencias. Quinto error: esta vez no fue de Leyes sino de su jefe, Rubén Costas, quien en vez de decir que se haga la investigación, cantinfleó con la historia de que era un complot masista, como si los seguidores de Evo Morales hubieran obligado a comprar mochilas 104 días antes de que salga la licitación.
Los demócratas están gravemente golpeados. Han perdido a su ficha más importante en el occidente del país. Se cuestiona su honestidad, ya que algunos de sus cuadros enviados desde Santa Cruz podrían estar en el enjuague. Esto compromete grandemente los planes de Rubén Costas de ser presidente. Quizá lo que pasa es que estaban demasiado verdes frente al ejercicio del poder.
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