Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Omar Yujra Santos
Una devaluación, o depreciación, consiste en la pérdida del
valor de la moneda nacional frente a otras divisas extranjeras. La primera se
da como política de gobierno, y la segunda, generalmente en un escenario de
poca o casi nula intervención de los bancos centrales.
A finales de 1985, el gobierno del MNR implantó un sistema
de subasta para el intercambio de moneda extranjera conocido popularmente como
el “bolsín”. Posteriormente, bajo la misma lógica, se puso en práctica el
denominado crawling peg (devaluación progresiva y controlada de una moneda).
Sin embargo, a partir del 2006 y producto de la
implementación de diferentes políticas económicas y sociales se “bolivianizó”
la economía; se incrementaron las reservas internacionales netas, así como el
superávit fiscal y comercial durante varios años; y las exportaciones no
tradicionales (manufacturas, productos agroindustriales y otros) llegaron a
niveles récord. Todo esto permitió que el tipo de cambio recupere su valor, y
lo más importante, generó confianza en la economía nacional.
A pesar de ello, en la actualidad vuelven las voces de la
devaluación con el objetivo de generar “competitividad e incrementar las
exportaciones”. Así lo hicieron conocer por ejemplo algunos de los expositores
del reciente foro económico “Desafíos y oportunidades para el desarrollo de
Bolivia en el nuevo contexto mundial”.
Al respecto cabe aclarar que para aplicar una devaluación es
importante considerar, además de la literatura económica, el contexto externo e
interno de la economía. La idea de la devaluación viene de la escuela de
pensamiento económico neoclásico. Una vez aplicada, se generan efectos positivos y negativos. Entre los primeros,
las exportaciones se vuelven más competitivas; es decir, al tener un tipo de
cambio devaluado, los costos de los productos se vuelven más baratos frente a
productos del exterior, y por la mano invisible, las ventas se incrementarían.
Entre los principales efectos negativos están un incremento
de los precios (inflación), pérdida del poder adquisitivo de los salarios,
erosión de los ahorros de las familias, desajuste en la regulación de tarifas
de servicios básicos (tarifazos); lo que se conoce también como pass through.
Para corroborar que una devaluación tiene un impacto
positivo en las exportaciones nacionales se deben realizar pruebas
econométricas, entre ellas la denominada condición Marshall – Lerner. Los
resultados de estas pruebas señalan que para el caso boliviano, la condición no
se cumple, por lo que una devaluación no generaría el deseado incremento de las
exportaciones, y por el contrario solo se observarían efectos negativos.
La economía mundial no ha terminado de recuperarse ante los
efectos que provocó la crisis financiera de 2008, principalmente en los países
desarrollados y la desaceleración de las economías emergentes; lo cual ha
repercutido negativamente en los precios y en la demanda internacional. Ante
este panorama, varios países de la región empezaron a devaluar (depreciar) sus
monedas entre 2014 y 2016 con la esperanza de mejorar sus balanzas comerciales.
Pero la realidad contrasta con los objetivos, pues estas economías no mejoraron
sus exportaciones, más al contrario, corren el peligro de generar una mayor
inflación, como es el caso de Argentina.
Manejar una economía con criterios subjetivos no es lo
aconsejable, ya que como sucedió en los años 90 podríamos “bailar” nuevamente
al ritmo de los efectos tango, samba y tequila, producto de la política
cambiaria ortodoxa.
Economista, funcionario del Ministerio de Economía y
Finanzas Públicas.
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