Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Gonzalo
O. Zambrana Ávila
Existe una clara evidencia de
los intereses imperialistas específicos sobre la República Bolivariana de
Venezuela; por una parte los ingentes recursos naturales y por otra la
necesidad de destruir la revolución bolivariana que ha demostrado su alto
potencial de pivote geopolítico latinoamericano, abiertamente independiente de
los EE.UU. Sobre este propósito, existe también una superabundante evidencia
sobre el estado de guerra de los EE.UU. contra la República Bolivariana, con la
particularidad de que en esta guerra, mientras no se opte por una intervención militar
directa, se están experimentando y aplicando las formas más depuradas de
intervención “pacifica” en el marco de la guerra de IV generación descrita por
William S. Lind y otros militares y plasmadas a partir de los fundamentos del
Caos Constructivo de Brzezinski y las revoluciones pacificas de Gene Sharp; las
mismas, que con diferentes matices se han empleado en las revoluciones de
colores de Ucrania, Georgia, Kirgistan y con menor éxito en la denominada
primavera árabe, por los efectos desastrosos de Tunez, Libia, Siria o con
efectos contraproducentes para los intereses imperialistas como en Egipto o
Yemen.
Es importante destacar
algunos aspectos formales de la sistemática intervención imperialista en
Venezuela, entre ellos el Decreto Presidencial de Obama que tipifica a este
país como “una amenaza extraordinaria e inusual para los intereses de EE.UU.”,
autorizando implícitamente a los mecanismos legales y encubiertos de ese país a
derrocar a Maduro, “para proteger los intereses de los EE.UU.”. Luego de abril
del presente año, el almirante Kurt Tidd, a cargo del Comando Sur de los
EE.UU., declaró ante la Comisión de Servicios Armados del Senado que, “aunque
la región se mantiene estable, la situación en Venezuela está empeorando y
podría provocar una crisis humanitaria que requeriría una intervención a nivel
regional (…) la enorme inestabilidad económica que ocurre en Venezuela afecta
toda la región (…) tanto China como Rusia tienen una participación económica
significativa y sería difícil imaginar que no tratarían de aprovecharse de un
aumento de la inestabilidad en ese país”. Complementando las fases formales de
intervención, el senador Marcos Rubio, cabildero activo contra Venezuela en la
OEA, está tramitando una nueva ley con contenidos que definen las siguientes
fases de la intervención norteamericana:
Económico-humanitarias:
• 10 millones de dólares en asistencia del
Departamento de Estado y USAID para ONG locales
• Exhortar al presidente Maduro a permitir
el ingreso de ayuda humanitaria, liberar presos políticos
• Diseñar estrategia para involucrar a
gobiernos de Latinoamérica en la asistencia
• Reconocer riesgo para EE.UU. del
potencial control de Rosneft sobre CITGO
Medidas
políticas:
• Reconocer la ruptura del orden constitucional en Venezuela
• Reconocer al menos 100 presos políticos, redactar informe sobre crisis
actual
• Solicitar informe de inteligencia sobre corrupción y vínculos con el
narcotráfico del gobierno venezolano
• Sanciones adicionales a individuos bajo el decreto 13692 del gobierno de
Obama.
La complementación de estos
componentes legales ha sido el empleo de decenas de fundaciones como el IIR del
Partido Republicano, el IND del Partido Demócrata y la NED, creados para
ejecutar las acciones “democráticas” de la CIA. Un actor principal de estas
acciones es el senador John McCain, quien actúa a la cabeza del IIR y en
nuestra región tiene como colaborador principal a Joshep Humire, un exmarine de
origen boliviano que en su cara visible actúa como experto en geopolítica,
focalizándose en la presencia de Irán en Venezuela. Otro actor relevante es
Liliana Ayalde, quien fue durante varios años responsable de USAID en Bolivia,
y luego fue embajadora en Paraguay, teniendo participación activa en el golpe
parlamentario contra Fernando Lugo; posteriormente fue embajadora en Brasil,
donde también participó en el golpe parlamentario contra Dilma Rousseff; ahora
esta persona es actualmente Vice Jefa Civil del Comando Sur de los EE.UU.
Todo el contexto descrito
permite interpretar que las acciones de la oposición venezolana son
sistemáticas y programadas, utilizando todos los mecanismos de acción
sociopolítica que se han usado en el desmembramiento de Yugoeslavia; en los
países de la ex URSS y en el Medio Oriente. Entonces, las acciones formales en
EE.UU., la abusiva participación de Almagro en la OEA, con apoyo del senador
Rubio, así como la virulencia de las movilizaciones opositoras del mes pasado,
son parte de un libreto de acciones programadas que incluso podrían justificar
una “intervención militar humanitaria” para derrocar a Maduro.
Como anécdota hemos podemos
citar a los jóvenes de cascos con Cruz Verde en Venezuela para supuestamente
“socorrer a los manifestantes demócratas de la agresiones del Gobierno”; este
es otro instrumento de acción de mercenarios y tiene similitud con los cascos
blancos de Siria, también mercenarios encubiertos. En todo caso, cabe
perfectamente la afirmación del presidente Bashar al-Asad, al referirse al
paralelismo de las guerras contra Siria y Venezuela: “Si el plan es uno y el
ejecutor es uno, entonces es normal que los escenarios no sólo se parezcan sino
que sean idénticos”. Si no se frena al imperialismo, Venezuela debe mirar su futuro
en Siria.
Venezuela, como varios países
de Sudamérica, es un país heterogéneo desde el punto de vista cultural,
económico y social y, así como existen grupos oligárquicos, existe una masiva
población de venezolanos que han sido beneficiarios de las políticas en favor
de los sectores pobres y vulnerables en los gobiernos de Chávez y Maduro y,
asimismo, existen heterogeneidades territoriales que incluso pretenden ser
aprovechadas con intenciones separatistas en Venezuela; ésta heterogeneidad y
el amplio respaldo social y político a Chávez y Maduro, definen un escenario de
mucha dificultad para que EE.UU. pueda establecer un gobierno de su confianza y
con viabilidad política.
Además en las actuales
movilizaciones de apoyo a Maduro ya se ha demostrado que la gran población de
venezolanos chavistas va a defender a muerte la revolución bolivariana, por lo
que se puede avizorar un escenario de confrontaciones internas con el peligro
real de sumir al país en una guerra “civil” promovida por mercenarios pagados
por el imperialismo usando las conocidas técnicas de desinformación,
francotiradores, etc., tal como ha sucedido en Irak, Libia, Yemen y en Siria.
Esta compleja situación sociopolítica hace inviable la posibilidad de una
intervención tradicional por parte de los EE.UU., por lo que se debe esperar la
aplicación del nuevo modelo de intervención que EE.UU. en escenarios de alta
heterogeneidad y conflictividad sociopolítica interna.
Este modelo de intervención
imperialista, que hemos descrito en anteriores publicaciones en este mismo
medio, está basado en el mantenimiento del caos, el desgobierno y la
destrucción o desmembramiento del Estado, como estrategia de intervención y
control y EE.UU. -con más o menos apoyo obediente de la OTAN, Europa, el
Sionismo, Arabia Saudita, Turquía, etc.- lo ha estado aplicando principalmente
en el Medio Oriente.
Realizando una observación
empírica sistemática, se puede constatar que esta estrategia ha consistido en
intervenir, partiendo de los instrumentos de la Guerra de IV generación,
exacerbando las diferencias sociales, políticas, religiosas o territoriales de
cada país o región y, enfatizando el uso de las tecnologías de información y
redes sociales, direccionando las acciones hacia los estados afectivos, sin que
tenga relevancia la veracidad o el argumento racional y para ello la
idiotización social es condición de dominación. Y, en función del éxito de
estas acciones “pacíficas”, ha aplicado diversos grados de acción militar
directa, con el propósito de dejar y mantener en forma permanente: desorden,
enfrentamientos, violencia y desgobierno, lo que se constituye en un escenario
“no tradicional” que viabiliza el control imperialista.
Existe una sobrecogedora
afirmación de Hilary Clinton que corrobora nuestras afirmaciones cuando dijo:
“si logramos derrocar a Bashar al-Assad, se van a generar enfrentamientos entre
chiitas y sunitas lo cual será favorable a nuestros intereses”. Por tanto
debido al carácter heterogéneo de Venezuela, la estrategia de intervención de
EE.UU. será dejar al país en situación de caos permanente.
En este ámbito, Juan Eduardo
Romero J. destaca la tesis del Caos Constructivo de Brzezinski, afirmando que
“sostiene la necesidad de alentar y apoyar conflictos violentos, crisis
económicas y/o sociales, con la finalidad de impulsar el acoso y derrocamiento
de un Gobierno, esencialmente confrontado a los intereses estratégicos y de
seguridad de los EE.UU. o en su defecto, impulsar una fragmentación de ese
territorio, con el objeto de colocar “gobiernos aliados” en los espacios
geográficos surgidos de las acciones secesionistas”. Pero, como expresamos
anteriormente, en el caso de Venezuela a los EE.UU. no le sería posible
“colocar un gobierno aliado” por lo que en este caso se aplica la teoría del
caos crónico o permanente o el separatismo como instrumento de dominación.
Tradicionalmente EE.UU. ha
aplicado modelos de intervención rígidos como la torpe aventura armada en
Vietnam o el terrible Plan Cóndor en Sudamérica, pero se ha observado que,
obligado por las circunstancias históricas y sociopolíticas de cada región o
país, actúa adaptativamente. Por ejemplo, los casos de Egipto y Siria, donde
las acciones de los Hermanos Musulmanes y el Ejercito Libre Sirio obligaron a
modificar la estrategia de intervención eliminando a los hermanos Musulmanes en
Egipto y eliminando al Ejercito Libre Sirio y más bien promovieron la creación
de ISIS. Por tanto en Venezuela se puede esperar el uso de instrumentos de la
guerra de IV generación a una intervención militar directa o con terceros
países.
Por supuesto que esta Teoría
del Caos Permanente como estrategia de intervención imperialista, debe ser
corroborada gradualmente, entretanto nos basamos en la experiencia metodológica
de Peter Higgs y otros científicos que tenían un modelo estándar de física de
partículas subatómicas en el cual existía “algo” que cumplía con las
formulaciones de su modelo pero que no se podía ver; ese algo fue denominado
Bosón de Higgs, hasta que por fin fue observado con el acelerador de partículas
del Consejo Europeo para la Investigación Nuclear; en nuestro caso, toda la
evidencia empírica sobre la actuación de los EE.UU. demuestra un “algo” y ese
algo lo denominamos Caos Permanente como estrategia de intervención
imperialista.
La intervención imperialista
en Venezuela y en diferente escala en Bolivia nos lleva a retomar las tesis de
Abril de Lenin, como esquema de interpretación de la geopolítica imperialista
actual y la situación de Venezuela, cuando decía que, “con la revolución rusa
de febrero—marzo de 1917 la guerra imperialista comenzó a transformarse en
guerra civil. Esta revolución ha dado el primer paso hacia el cese de la
guerra. Pero sólo un segundo paso puede asegurar ese cese, a saber: el paso del
Poder del Estado a manos del proletariado. Eso será el comienzo de la “ruptura
del frente” en todo el mundo, del frente de los intereses del capital; y sólo
rompiendo ese frente puede el proletariado (a través de un acuerdo entre los
socialistas del mundo), redimir a la humanidad de los horrores de la guerra y
asegurarle el bien de forma duradera”.
En ese contexto, es necesario
situar los fundamentos leninistas de “convertir la guerra en revolución
socialista” y “generar un procesos revolucionario en todo el mundo”, en el
escenario geopolítico imperialista actual y en ese sentido se debe reconocer al
Comandante Chávez, su visión geopolítica latinoamericana y que conjuntamente
con otros líderes regionales, se expresó en la creación del ALBA, UNASUR y
CELAC.
En todo caso, se puede
establecer que entre las limitaciones de los procesos progresistas de
inspiración socialista de nuestra región, particularmente de Venezuela y
Bolivia, existen tres factores fundamentales:
1. Creer en la posibilidad de
construcción de “modelos socialistas” en el marco del modo de producción
capitalista y creer que la oligarquía aceptará dócilmente su separación del
poder y la eliminación de sus privilegios. La evidencia venezolana demuestra lo
contrario, los sectores oligárquicos no tienen ninguna disposición a respetar
la voluntad democrática y por el contrario no han limitado acción alguna contra
el gobierno de Maduro, incluyendo la entrega de la soberanía venezolana a los
EE.UU.
2. Suponer que para mantener
el apoyo y la politización de los sectores populares y la “clase” media y
profundizar los procesos de transformación socio política, son suficientes las
políticas de mejoramiento de la calidad de vida de estos sectores y que no son
necesarias una sistemática organización y formación política de los diferentes
segmentos de la sociedad que profundice el proceso sociopolítico hacia una
perspectiva revolucionaria socialista. Es decir, los escenarios de organización
sociopolítica como los Círculos de Lucha Popular en Venezuela o los movimientos
sociales en Bolivia deben ser concebidos como órganos de poder.
3. No identificar con
claridad el carácter de Estado de Guerra no convencional o de IV generación que
EE.UU. ha declarado a Venezuela. Al contrario, se deben diseñar los
instrumentos de respuesta a esta guerra de IV Generación.
En base a las tesis de abril,
sobre el carácter imperialista de las guerras, la necesidad de transformar la
guerra en revolución y la revolución internacional, es necesario, a partir de
las organizaciones sociales, profundizar y reconducir la organización política
revolucionaria del pueblo para asegurar la defensa antiimperialista de sus
avances democráticos y construir las bases de la revolución socialista.
“O revolución socialista o
caricatura de revolución…” Che Guevara.
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