Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Beatriz Ranea
El
hombre invisible al que hacía referencia H. G. Wells no absorbía ni refleja la
luz y por tanto, se podía volver invisible a ojos de los demás. Algo así parece
que ocurre con los hombres que demandan prostitución que pertenecen a ese
género con el "don" de la invisibilidad en algunos debates y
análisis.
Hablamos
de la demanda de prostitución en masculino porque en la inmensa mayoría de los
casos son hombres, y es que cuando se analizan algunos fenómenos e
instituciones sociales, a menudo la masculinidad no es tenida en cuenta como
situación privilegiada y son sólo las "otras" a las que se analiza,
se etiqueta, se estigmatiza, y a quienes se les exige transformación. En lo que
se refiere a la prostitución y la trata de mujeres con fines de explotación
sexual, tanto en los estudios, los medios de comunicación, como en la cultura
popular, prostitución tiende a identificarse únicamente con las mujeres dando
lugar a un imaginario colectivo en el que prostitución aparece como sinónimo de
prostituta, como si ésta encarnase en sí misma una institución tan compleja
como es la prostitución.
No
suele centrarse ninguna atención en el resto de actores que intervienen como la
demanda, el proxenetismo, el Estado o la sociedad. En el caso de la demanda,
Beatriz Gimeno sostiene que esta invisibilización "es en sí misma
consecuencia de una ideología determinada que produce representaciones sociales
y sexuales únicas y que ve la prostitución como natural, y por tanto
inevitable". En este sentido, el pensamiento crítico feminista ha de
tratar de cambiar esas representaciones sociales y marcos de referencia
patriarcales, preguntándonos a qué se debe, por ejemplo, que tanto desde medios
de comunicación conservadores como progresistas se siga poniendo el foco
únicamente en las mujeres, ocultando uno de los correlatos que las acompañan:
el de los hombres que pagan por ello.
Hay un
interés claro en invisibilizar a los demandantes porque cuando nos acercamos a
la demanda de prostitución, es fácil observar como los puteros reproducen
patrones de un modelo de masculinidad hegemónica, es decir, un modelo de
"ser hombre" que se aleja del reconocimiento de la autonomía (sexual)
de las mujeres. Para acercarse a la demanda, podemos acceder a los escasos estudios
al respecto o a los foros donde éstos intercambian experiencias, opiniones,
recomendaciones sobre las mujeres o los espacios de prostitución. En los cuales
se da un proceso de deshumanización de la prostituta que realizan los puteros.
Las prostitutas son representadas como mera corporeidad sin subjetividad. Las
mujeres son percibidas cuerpos devaluados, también, a través del racismo
(sexualizado) que se perpetúa en las relaciones prostituyentes.
Conviene
invisibilizar a la demanda, además, porque con la invisibilidad de la demanda
subsiste el poder de la fratría masculina sobre el que se sostiene la
desigualdad estructural entre mujeres y hombres. Esa fratría que cierra
reuniones de negocios en el prostíbulo; o que acude tras la cena de empresa;
que celebra la despedida de soltero en un club; que se toma unas copas allí
tras la reunión del partido o del sindicato; que celebra la victoria de su
equipo; que hace chistes sobre "ir de putas"; que comparte
experiencias de prostitución con sus amigos o en foros de internet... Como
afirma Rita Laura Segato en referencia a esos clientes que acuden en grupo a la
prostitución "es común que estos grupos tengan el burdel como el local
para una confraternización entre hombres que incluye la celebración de
acuerdos, alianzas, negocios y pactos" de los que se excluye a las
mujeres. La fratría se erige sobre la invisibilidad de los privilegios de la
masculinidad hegemónica, donde la mujer existe como instrumento para
representar su hombría tanto en su autoconcepto como frente al grupo de iguales
masculinos.
Los
clientes de prostitución no han conseguido alterar el índice refractivo de la
luz como lo hiciera Griffin en la novela de H. G. Wells, sino que hay un
interés claro en invisibilizarlos como parte del entramado sociopolítico
patriarcal donde lo que no se nombra, no existe. Cambiar el marco de referencia
para abordar la prostitución, supone toda una revuelta feminista.
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