Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Conferencia mundial de los Pueblos en Bolivia “Por un mundo sin muros hacia la ciudadanía universal”: un horizonte humanista
Por: Javier Tolcachier
El 20 y
21 de Junio se lleva a cabo la Conferencia Mundial de los Pueblos “Por un mundo
sin muros hacia la ciudadanía universal” en el municipio de Tiquipaya, Bolivia.
El
evento, convocado por el Gobierno y los movimientos sociales del Estado
Plurinacional de Bolivia, cuenta con la presencia de unos 2500 delegados de
organizaciones sociales, defensores de derechos de los migrantes, académicos,
juristas y autoridades gubernamentales de distintos puntos del planeta.
Según
el texto de convocatoria, esta conferencia tiene el “propósito de constituirse
en un espacio inclusivo de reflexión, que busque desmontar muros físicos, muros
legales invisibles y muros mentales, como la discriminación y el racismo,
recuperando paradigmas y visiones propias de los pueblos, promoviendo
alternativas y propuestas que contribuyan a superar fronteras, a construir
puentes de integración y a trabajar un plan de acción de los pueblos para
alcanzar la “ciudadanía universal”.
Honrando
la invitación, la presente nota pretende ser un aporte a la discusión sobre la
cuestión y acerca del paradigma de futuro que este importante cónclave reclama.
Migrantes,
desplazados, refugiados,
Bien
vale aclarar algunos términos que suelen utilizarse indistintamente generando
confusión. Migrante es una persona que vive en un lugar distinto a aquel en el
que nació. Desplazado es quien se ve obligado a dejar su lugar de asentamiento
habitual. La migración o el desplazamiento pueden ocurrir dentro de las
fronteras del propio país o más allá de ellas, convirtiéndose entonces el
migrante o desplazado en emigrante. Se considera refugiado, según la Convención
de Viena de1951 a aquellas personas con temor fundado a ser perseguidas por
motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social
u opiniones políticas que han debido abandonar su país. A estas definiciones
que tipifican el reconocimiento de status de refugiado para la ACNUR, se suman
algunas otras Declaraciones regionales como la de la Organización de la Unión
Africana (OUA) de 1969 y la de Cartagena de 1984 que amplía el concepto “a las
personas que han huido de sus países porque su vida, seguridad o libertad han
sido amenazadas por la violencia generalizada, la agresión extranjera, los
conflictos internos, la violación masiva de los derechos humanos u otras
circunstancias que hayan perturbado gravemente el orden público.”[1]
O sea,
no todo migrante es un refugiado, pero todo refugiado sí es migrante, mientras
que un desplazado puede o no emigrar y si bien su condición es en general
precaria, no se considera un refugiado en sentido formal.
En este
contingente de personas que abandonan sus lugares de residencia, ya sea de
manera voluntaria o forzada, están incluidos los migrantes internos entre las
regiones de un mismo país, generalmente migrando de la ruralidad hacia los
distintos conglomerados urbanos y, en éstos, hacia sus periferias.
Hechas
estas distinciones primarias, creemos necesario abordar como un todo la complejidad
de estos fenómenos diferenciados entre sí, pero que se entremezclan tanto en
sus raíces como en sus efectos.
Por
otra parte, la cuestión migratoria en su conjunto presenta dos facetas
distintas: una, en sentido positivo, se refiere a la posibilidad de elegir en
qué país uno quiere vivir, a diferencia de la imposición de circunstancias que
obligan a un conjunto humano a distanciarse de su lugar de residencia habitual.
En este
último caso, confluyen guerras civiles e internacionales, agresiones armadas
extranjeras, hambrunas, desastres climáticos, situaciones de pobreza extrema,
la omnipresencia del crimen organizado, pero también persecución política,
racial, de género, de orientación sexual u otras formas de vulneración de los
derechos humanos. Asimismo una desocupación extendida, la explotación
socioeconómica y la depredación medioambiental suelen asociarse
indisolublemente a las motivaciones para buscar desesperadamente ámbitos donde
sea posible sobrevivir.
Pero
también es necesario mencionar causales migratorias que no se originan en los
lugares de origen sino en los de destino. Nos referimos a que los países
económicamente poderosos succionan intencionalmente inmigrantes para bajar sus
costos laborales, realizar labores que los trabajadores locales se resisten a
hacer por ser consideradas de inferior calidad, flexibilizar de facto
condiciones laborales, evitar cargas impositivas o transgredir normas de
seguridad a través de la contratación de migrantes no autorizados. En el caso
de la inmigración formalizada, lo que motiva a los países supuestamente
“benefactores” es la imperiosa necesidad de rejuvenecer su composición
demográfica, apuntando a que jóvenes trabajadores extranjeros equilibren con
sus aportes las arcas que destinan los estados a la seguridad social.
Se hace
entonces evidente que, en todos los casos, la violencia en sus distintas formas
(física, económica, racial, religiosa, psicológica, etc.) juega un papel
central en la migración forzada tanto interna como externa y en muchos casos,
hasta en la movilidad aparentemente voluntaria. Dicha violencia es la matriz
objetiva y valórica del sistema imperante, que reduce la vida a un circuito de
enajenación y condena al ser humano a la tragedia de vivir entre carencias
inadmisibles y deseos sufrientes.
Un
mundo de personas en movimiento
En la
actualidad, uno de cada siete habitantes del planeta es un migrante. De los mil
millones de migrantes, un 75% lo hace dentro de las fronteras nacionales
mientras que 244 millones son migrantes internacionales, 71 millones más que a
principios de milenio [2] Se calcula que aproximadamente cincuenta millones de
los migrantes internacionales lo hacen en situación irregular. Muchas de estas
personas enferman o mueren debido a las enormes dificultades que deben
atravesar en su periplo.
Por su
parte, a finales de 2015 había 65,3 millones de personas desplazadas, un 10%
más que el año anterior. El informe de
ACNUR indica que de éstos, 21,3 millones eran refugiados, 40,8 millones
desplazados internos y 3,2 millones solicitantes de asilo.”[3] El número total
de desplazados internos se ha casi duplicado desde el año 2000 y aumentado
fuertemente en los últimos cinco años. En 2016, se registraron 31.1 millones de
nuevos casos de desplazamiento interno, equivalentes a una persona desplazada
por segundo.
Todo
ello convoca a medidas inmediatas, pero sobre todo, tal como lo propone la
Conferencia en Bolivia, a una reflexión revolucionaria.
Migrar
es un derecho humano
La
migración es un fenómeno histórico permanente, motivado por circunstancias
externas que dificultan la supervivencia de un grupo humano o por la
exploración de nuevos y mejores ámbitos de desarrollo individual o colectivo.
En la situación actual, el volumen, ritmo de crecimiento del fenómeno
migratorio y sus características de expansión global, nos muestran un nuevo
momento de la humanidad. Un momento de interconexión total, inédito en la
historia: la primera civilización humana a escala planetaria. Un momento de
enormes posibilidades pero también de conflictos.
En la
situación actual, a la exponencial ampliación del transporte y a las
posibilidades que desprende el conocimiento de otras realidades mediante las
comunicaciones, se corresponde el desplazamiento veloz de cada vez más grandes
grupos humanos. Todo indica que estos flujos, lejos de disminuir, van a
continuar en aumento a futuro.
Ante
este movimiento masivo se levantan muros que repelen, reprimen y excluyen.
Vallas que cercenan el derecho a transitar libremente por esta Tierra donde
sólo el capital puede moverse a sus anchas. Límites que intentan proteger el
botín robado por las potencias coloniales a quienes, en justísimo reclamo,
quieren ahora compartir una porción de ese bienestar arrebatado.
Las
fronteras de los estados no son hechos naturales ni decididos por sus
poblaciones, sino elucubraciones artificiales de poderes paradójicamente
transfronterizos – imperialistas en palabras sencillas – para delimitar la
administración y explotación de áreas de influencia. Por ello es que esas
fronteras suelen dividir en países distintos a personas pertenecientes a un
mismo pueblo y cultura.
Pero
las barreras a demoler no son tan sólo corpóreas, sino que se encuentran
finalmente en la interioridad humana. Prueba de ello es que, aun atravesando
las fronteras entre países, ingresando a las tierras prometidas o prohibidas,
persiste la discriminación, la explotación, la segregación de las comunidades
inmigrantes, siendo éstas percibidas por un importante núcleo poblacional
nativo con extrañeza y en muchos casos, con rechazo. La gran pregunta es qué
hacer frente a estos impedimentos localizados en regiones no tan sencillas de
acceder.
Todos
somos migrantes, todos somos mestizos
La
cultura en la que se crece conforma el molde inicial del pensar, sentir y
actuar de cada persona. Sin embargo, la cultura no es un hecho inamovible sino
dinámico, que se nutre del aporte de sucesivas generaciones en su construcción.
Por otra parte, al revisar distintos aspectos de cada cultura se observa sin
mayor dificultad de qué manera éstas han incorporado elementos de otras
culturas con las que entraron en contacto. Aún en la imposición, en el
avasallamiento colonial, la cultura invasora se impregna de distintos aspectos de
la sometida, produciéndose una síntesis distinta y nunca unilateral.
Es
posible – e imprescindible en los tiempos novedosos que corren – pensar en una
existencia intercultural, no tan sólo como convivencia estanca entre naciones
diferentes, sino como un enriquecimiento mutuo de saberes y experiencias
adquiridas. Este dar y recibir requiere por parte de las poblaciones
comprensión sobre las ventajas de abrirse al cambio, disposición a experimentar
y paciente aprendizaje, lo cual será facilitado si los liderazgos exhiben
coherencia y una cercana docencia.
Docencia
que debe además señalar sin dobleces la responsabilidad del gran capital
especulativo en la crisis económica que genera ajuste, desocupación y miseria.
El esclarecimiento es fundamental, ya que de otro modo, el poder económico de
las corporaciones – tal como ha sucedido en otros momentos de la historia –
busca enfrentar a trabajadores locales contra sus pares inmigrantes, para así
ocultar el real funcionamiento sistémico destructivo e impedir que las fuerzas
populares se consoliden en torno a cuestionamientos de fondo.
Este
esfuerzo de diálogo, de comunicación y participación es la única vía para
forjar y consolidar un renovado sentido común que permita torcer el actual
rumbo político intolerante que parece ampliar su influencia. Signo fascista,
revestido indistintamente con perorata proteccionista o ropaje neoliberal, que
aprovecha pragmáticamente el malestar que experimentan las poblaciones ante la
inestabilidad producida por rasantes transformaciones del paisaje social y la
imposición de un estilo de vida individualista que corroe lazos interpersonales
y colectivos.
En
términos políticos, lo primero es garantizar a cada ser humano la libertad de
vivir donde quiera, en condición de ciudadano universal.
En
cuanto a medidas que ayuden a abrir el camino de una migración libre y no
forzada en esta selva gobernada por salvajes de traje y corbata y perfumes
caros, hay que detener de inmediato y a futuro todas las guerras. Dejar de
producir, comprar o almacenar armas, prohibir su tenencia particular,
transformar fuerzas armadas como ejército y policía – que son los principales
focos de proliferación de tenencia de armas irregulares – en cuerpos de
servicio civil.
A fin
de contrarrestar las presiones económicas que impulsan la migración no deseada,
es menester generar mecanismos distributivos como los que emanan de las formas
cooperativas o comunitarias, impedir la libre circulación de capitales hacia
guaridas fiscales, limitar la economía especulativa con altos impuestos a las
transacciones financieras y rechazar el genocidio mercantilista, que en su
avance territorial extingue distintas formas de vida de comunidades que son
obligadas a exiliarse. Lograr términos justos de intercambio internacional, exigir
transferencias de alta tecnología como compensación al expolio colonial y
resistir con decisión los embates de anteriores o nuevos imperialismos en
formas de tratados librecomercistas son imperativos para generar mejores
condiciones de vida en los lugares empobrecidos. En el mismo sentido,
multiplicar la inversión social, descentralizando el acceso a bienes y
servicios es imprescindible para lograr una distribución poblacional
equilibrada y evitar el hacinamiento en conglomerados urbanos.
Un
aspecto geopolítico vital es el fortalecimiento de la integración regional, no
tan sólo desde una mirada economicista competitiva o desde una interestatalidad
sujeta al vaivén cambiante de los vientos políticos, sino como práctica
permanente desde los pueblos, que permita ir ampliando fronteras hasta su
desaparición empírica. Un hermanamiento que pueda alimentarse de un proyecto
común a futuro y no tan sólo de raíces comunes – que no todos sienten del mismo
modo – ofrece una clave de solidez y una dirección permanente a la integración.
La
nación humana universal[4]
Es
posible incluso ir más allá. La tendencia hacia la mundialización – distinta de
la globalización en manos del capital – es evidente. El contacto entre pueblos
se irá haciendo cada vez más intenso, lo cual nos permite preguntar acerca del
futuro sentido de comunidad necesario para acometer tareas colectivas.
La
universalidad de lo humano es una posible respuesta a esa pregunta. Más allá de
la diferencia, de bienvenidos matices culturales diversos, todos queremos
felicidad, bienestar y una existencia plena para nosotros y nuestros seres
queridos. Sin embargo, lo imaginamos por diferentes vías y en ocasiones,
creemos que la felicidad de unos se opone a la de los demás.
Tal
falacia genera innumerables problemas y en definitiva, impide el avance
histórico. Si por el contrario, se reconoce la humanidad ajena como equivalente
a la propia, su diversidad como riqueza y la posibilidad de una convergencia
horizontal entre pueblos y culturas, entonces se está invitando a atravesar el
umbral de la historia hacia un horizonte radicalmente distinto. Posiblemente
ésa sea la puerta de entrada y la convocatoria del momento: hacer de esta
primera civilización planetaria de la historia una verdadera nación humana
universal.
[1]
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Módulo
autoformativo Nº 2 : La Determinación del Estatuto de Refugiado : ¿Cómo
identificar quién es un refugiado?, 1 Septiembre 2005,
http://www.refworld.org.es/docid/4c65080ad38.html [Accesado el 17 Junio 2017]
[2] United Nations, Department of Economic and Social
Affairs (2015). Trends in International Migrant Stock: The 2015 revision
(United Nations database, POP/DB/MIG/Stock/Rev.2015) recuperado Junio 2017 de
http://www.un.org/en/development/desa/population/migration/data/estimates2/estimates15.shtml
[3]
Informe Tendencias Globales 2016 de Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Refugiados(ACNUR)
[4] Del
Documento Humanista, Silo, Obras Completas, Vol. I, Carta a mis Amigos, Ed.
Plaza y Valdés, México (2004)
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