Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Rafael Puente
Al
acercarse el primero de mayo se sabe que se está preparando la presentación del
nuevo Partido del Trabajo, que podría ser el nombre del instrumento político
de la Central Obrera Boliviana. Argumentos no faltan para la elaboración de
nuevos partidos –a ver si alguno sirve–, ya que el MAS se encarga de
proporcionarlos con consternadora frecuencia. Pero creo que el tema no es ése.
Tampoco
vamos a decir que el tema de fondo, en este caso, sea el carácter esencialmente
anti-societario del “partido” como tal, condenado –cualquiera que sea– a
contrariar sus propios principios, ya que, como bien dijo el viejo Lenin, el
partido es nada menos que el “germen del Estado”, y por tanto el germen de un
inevitable proceso de acumulación de poder, que es lo contrario de cualquier
proceso de liberación, o de cambio, o como queramos llamarlo. Pero no vale la
pena insistir en esto porque sería un debate contra casi toda la opinión
política (convencida de que el partido es un mal necesario –qué triste– y no
sólo con los compañeros de la COB (y ojo, no digo compañeros y compañeras
porque en la histórica matriz de los trabajadores el patriarcado sigue
intacto).
No. El
tema en este caso se podría formular como la señal de una claudicación
definitiva de nuestra gloriosa Central Obrera Boliviana, la que naciera al
calor de la revolución del 52, la que fue capaz de mantener en jaque al Estado
nacionalista durante sus 27 años de vigencia, la que sólo pudo ser doblegada
por una cadena de golpes militares a cuál más sangriento y más anti-nacional,
la que al menos formalmente incluía a casi la totalidad del pueblo boliviano
(hasta los rateros se organizaron en sindicato –recordemos aquel pintoresco
Sindicato de Cachivacheros– para ser parte de la COB).
Pues bien,
aquella COB, la gloriosa, siempre entendió que una de las claves para mantener
su propia unidad era aceptar en su seno el pluralismo partidario y nunca cayó
en la tentación de intentar tener su propio partido. Y ahora, cuando la actual
COB es apenas una sombra de aquella y es una organización esencialmente débil
–aunque por supuesto digna de todo respeto– ¿ahora se dispone a organizar su
propio partido? ¿Qué les pasa, compañeros? (y otra vez no añado compañeras,
ya que afortunadamente las mujeres son inocentes de semejante dislate).
El
argumento es que el MAS (para colmo un partido que no respeta el supuesto
principio de la vanguardia proletaria y en el que son los pueblos indígenas
originarios campesinos los que mandan) está resultando decepcionante. ¿Y
ustedes creen que eso justifica la creación de otro partido condenado a ser por
lo menos igualmente decepcionante? ¿O será que la clase obrera está mejor
orientada políticamente que la clase-nación campesina? ¿No están una y otra
igualmente absorbidas por la misma actitud localista y sectorialista, por la
misma tendencia al individualismo y la desagregación, que en estos momentos
caracteriza a prácticamente todos los sectores sociales del país? ¿Alguien
recuerda en estos años una movilización de la COB por una demanda que no fuera
“sus” salarios? ¿No fue la propia Federación de Mineros –otrora indiscutida
cabeza de la COB– la que rechazó la propuesta del presidente Evo Morales de
nacionalizar la minería privada?
¿De verdad
creen ustedes, amigos de la COB, que lo que le falta a este proceso de cambio
es otro partido más, cuando lo que ocurre en realidad es que sobran todos?
Estamos de acuerdo en que la COB puede ser un actor saludable en este proceso,
incluso un actor necesario que complemente la visión y las demandas de los
actores indígenas y campesinos. Pero si cae en la tentación de volverse
partido, lo único que hará es sentar las bases de su definitiva marginalidad y
de su inevitable división interna.
Ojalá el 1
de mayo, más allá de los discursos, pueda ser una jornada de reflexión. Ukamau.
Rafael
Puente es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA), de Cochabamba.
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