Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Kiara Gemio
Cada vez
que se habla de la situación y de la participación de las mujeres en el proceso
de cambio de Bolivia, se dice que se dieron grandes avances, que ahora hay más
ministras, senadoras, diputadas, asambleístas departamentales y concejalas
municipales. Se afirma luego que en nuestra historia democrática nunca como hoy
las mujeres, especialmente las mujeres jóvenes, logramos conquistar tantos
espacios públicos y que por ello como país estamos a la vanguardia, no sólo en
Latinoamérica sino a nivel mundial.
Todo esto
es cierto, pues las mujeres con nuestra lucha hemos avanzado en el plano legal
e institucional, pero tenemos que preguntarnos: ¿qué pasa con la situación
estructural de violencia contra las mujeres?, ¿qué pasa en el plano de las
transformaciones éticas y culturales, que tienen que ver directamente con el
cambio en los comportamientos cotidianos?
En esto no
sólo que se mantiene sino que se ha agravado el problema. La cantidad de
agresiones y feminicidios parece aumentar, sin que hasta el momento se logre
dar una respuesta integral. La cultura machista se reproduce una y otra vez,
sin que parezcan tener importancia la gran cantidad de leyes contra la
discriminación y la violencia en razón de género que se han aprobado.
Esto ha
llevado a muchas activistas de los derechos de la mujer a preguntarnos: ¿qué
pasa, que cuanto mejor estamos peor nos sentimos?
En Bolivia
se han transformado muchas cosas, pero hasta ahora no se cambia el sistema
capitalista y el sistema del patriarcado. Como el patriarcado capitalista sigue
en pie ello explica que la matriz donde se origina la exclusión, la
discriminación, la explotación, la agresión y hasta la eliminación física de
las mujeres también se mantenga y se reproduzca.
Una
reproducción a la que por supuesto no son ajenas las estructuras estatales, el
propio gobierno, que en los comportamientos habituales de sus representantes reproduce
la cultura patriarcal. ¿O es que acaso nos olvidamos de los chistecitos
machistas a los que son afectos algunos jerarcas?, ¿O las actitudes de algunas
autoridades (ministros, legisladores) que, por ignorancia o estupidez, caen
fácilmente en la misoginia o en la lesbofobia?
Sobre esto
quiero llamar la atención a propósito del denominado “caso Zapata”. Como se
sabe este ataque vino de la derecha y fue determinante para los resultados del
pasado referéndum y hasta ahora no se aclara totalmente. En medio de todo está
una mujer de cuya individualidad no me voy a referir porque no creo que sea lo
importante para mi crítica.
Pienso en
lo lamentable e inadmisible que es escuchar a una autoridad, nada menos que
otra mujer, la ministra Marianela Paco, acudiendo a lo más oscuro de los
prejuicios machistas, a esa incultura sobre la que se cimienta el patriarcado: “le
creen más a una mujer, a cualquiera, que al primer hombre de este país”, “¿le
has tocado la pancita?”.
Pienso que
hay maneras de decir y hacer mucho más inteligentes para defender un proceso de
cambio y todo en lo que creemos. Formas que resguarden los principios revolucionarios
de lucha contra las discriminaciones propias de cualquier colonialismo. Formas
que preserven los valores antipatriarcales en el debate con la derecha
conservadora.
Y si bien
ya lo dije lo repito, no se trata acá de defender a la señora Zapata. Que se la
investigue no sólo a ella sino a todos los involucrados en el caso que se ha
denunciado, y los que resultaren culpables que paguen como corresponde.
A lo que
me niego es a sumarme a esas voces que terminan atacando a la mujer por ser
mujer reforzando así al patriarcado.
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