Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Ollantay Itzamná
La Conferencia Episcopal Boliviana (CEB), bajo el
sugestivo título de “Hoy pongo ante ti la Vida o la Muerte”, a
inicios del presente mes, publicó su controvertida Carta Pastoral sobre
Narcotráfico.
El documento comienza intentado justificar su
“oportuna aparición” indicando que “los Obispos de Bolivia, en estos últimos
decenios, han expresado repetidamente su preocupación permanente ante el flagelo
del narcotráfico”. (n. 1º). Esto es falso. Los jerarcas católicos jamás
publicaron Carta Pastoral alguna sobre el narcotráfico antes, incluso cuando en
las últimas décadas del pasado siglo, gobiernos como el del dictador Luis
García Meza (1980-1981) permitían el acopio y la compraventa de la droga en
lugares públicos sin restricción alguna.
La CEB jamás se pronunció oficialmente cuando los
agentes de la DEA (Agencia antidrogas norteamericana) masacraban a campesinos
bolivianos productores de la hoja de coca en su intento de controlar la
industria del narcotráfico.
Pero, ahora curiosamente cuando aún la oligarquía pro
norteamericana (reaccionaria al proceso de cambio) celebra su supuesta victoria
en la consulta popular del 21 de febrero pasado, y en un contexto de una
“guerra mediática” sin cuartel, ni tregua en contra del gobierno de Evo
Morales, los comedidos obispos publican su Carta donde acusan, sin mencionar
nombres, ni prueba alguna, al gobierno boliviano de narcogobierno en los
siguientes términos:
“(…) el narcotráfico, (…), penetra incluso estructuras
estatales y fuerzas del orden, comprando conciencias. La corrupción ha minado
la credibilidad de las autoridades de la lucha contra el narcotráfico” (n.
35º). El documento continúa afirmando que el sistema judicial, la economía
boliviana han caído bajo el poder del narcotráfico. Situación que hace que la
violencia, la incertidumbre y sentimientos de frustración se apoderen de la
ciudadanía. Es decir, hagan de la Bolivia actual un Estado fallido.
Luego de estas gruesas acusaciones infundadas, incluso
contrariando los reconocimientos de la ONU y de la Unión Europea respecto a las
políticas antidrogas emprendidas por el actual gobierno del país suramericano,
los obispos ofrecen “el rostro misericordioso del Padre” para que “el Hijo
Pródigo vuelva a la casa del Padre para rehabilitarse” (n. 46º).
El contenido de esta Carta Pastoral evidencia no sólo
la coincidencia de la CEB con la postura de desaprobación del gobierno de los
EEUU a la política antidrogras que emprende el gobierno de Evo Morales, ni sólo
confirma que los jerarcas católicos son los nuevos agentes de la DEA en
Bolivia, sino también es un llamado expreso al insubordinado gobierno de Evo
Morales a la “rehabilitación” política.
Según la retórica de la actual geopolítica del
gobierno norteamericano, ante la obsolescencia del estigma de “comunismo ateo”
para deslegitimar y derrocar gobiernos contrarios a sus intereses, la
estrategia es “convertirlos” en narcogobiernos y corruptos. Para así quitarles
la legitimidad social, sacar a la población de las redes sociales a las calles,
y así destituir gobiernos incómodos al Imperio.
Históricamente para esta estrategia geopolítica, la
jerarquía católica fue y es servil a los intereses imperiales de turno. Ocurrió
en Guatemala, en 1954, donde al gobierno revolucionario de Jacobo Árbenz, le
quitaron su legitimidad y apoyo popular mediante la Carta Pastoral donde se lo
acusaba de comunista y ateo. Y así, las inconclusas historias de América Latina
están empedradas y ensangrentadas por contubernios nefastos entre obispos y
gobiernos yanquis.
El problema no es el narcotráfico, sino el control o
monopolio de esta suculenta industria. A nadie dentro del capitalismo le
conviene matar a esta siempre floreciente industria que inyecta ingentes cantidades
de ialedinero a las desinfladas finanzas munds. Mucho menos a la Iglesia
Católica, cuya feligresía, en países como Colombia, Honduras, Guatemala o
México, subsiste gracias a la “providencia” de devotos narcotraficantes, donde
muchos curas y obispos celebran misas en lujosos templos donados por
narcopadrinos católicos.
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