Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Mauro Alcócer
Hace tiempo que vengo machacando que al interior de nuestro proceso de cambio ha surgido una tendencia conservadora, que no es la vieja derecha de Jorge Quiroga o Samuel Doria Medina, o la derecha "renovadora" de José Leyes o Luis Revilla. Aquella corriente ha surgido al interior de los ministerios, entre personas que aún teniendo antecedentes revolucionarios se han vuelto con los años burócratas o, peor aún, tecnócratas. Funcionarios e incluso autoridades que han sido atrapados por la lógica del poder estatal, gente a la que ya no le interesa transformar sino sólo administrar el aparato gubernamental tal y como lo heredamos de los neoliberales. Son ésos que cuando escuchan las demandas de los sindicatos responden que “no son realistas”, “son cosas bonitas, pero no son prácticas, hay que ser práctico”. En otras palabras, han dejado de ser revolucionarios y se han convertido en conservadores que se llevan muy bien y coinciden casi en todo con los antiguos burócratas que llevan más de 10 años en los ministerios sirviendo a miristas, adenistas, movimientistas y hoy sobreviven disfrazándose de masistas. Son los que hicieron campaña por el No en el referéndum el 21 de febrero y luego sonrieron al conocer los resultados.
Pero no sólo son estos grupos conservadores; a ellos se agregan los “invitados” y los “infiltrados”. Se les llama así a todos los que sin tener el más mínimo antecedente revolucionario, se les entregó en bandeja de plata los mejores puestos públicos o las primeras candidaturas en las elecciones; ahí está el caso del actual senador “masista” por Tarija Melciades Peñaloza (empresario adenista que fue parte de los que atacaron el mercado campesino en septiembre de 2008), o al “Cholango” Castellanos (que nunca se le vio en las luchas contra los neoliberales, apareció luego como alcalde y nos hundió en Cochabamba).
Qué reconfortante ha sido para mí escuchar en la “Cumbre de los Trabajadores y los Movimientos Sociales” que se realizó hace poco en Cochabamba, un evento al que decidí asistir con pocas ilusiones y cargando con varias decepciones, que los dirigentes sociales le plantearon al compañero Evo que se deshaga de estos invitados e infiltrados, que solamente están derechizando nuestro proceso. Qué bueno fue darme cuenta que hay sectores sociales que están haciendo estos planteamientos y que a eso le llaman profundizar el proceso de cambio.
Soy de los que creen que hay que hacer una depuración en nuestras filas, que ya basta de que nos jalen hacia abajo los que no quieren hacer la revolución y sólo les interesa mantenerse el mayor tiempo en sus carguitos, sacrificando toda la lucha social de décadas que costó alcanzar este proceso. Lo del 21 de febrero fue un campanazo que nos debe hacer despertar, porque si no despertamos ahora lo haremos mañana gobernados por la derecha neoliberal, y si no me creen pregúntenles a los argentinos que sufren con Macri los tarifazos, la inflación y la devaluación, ¿queremos que venga un Macri boliviano?
Pero la cosa no termina ahí, pues hay también los corruptos. Se debe dar una lucha a fondo contra la corrupción y eso significa que no debe haber contemplaciones. Se debe procesar y encarcelar a los que se corrompieron, aunque hayan sido fundadores del instrumento político, connotados militantes o lo que sea que hayan sido; aprendamos de lo que pasó en la ciudad de El Alto, donde el encarcelamiento del corrupto ex alcalde Edgar Patana hizo que recuperáramos algo de credibilidad y así se pudo ganar en esa ciudad el referéndum del 21 de febrero. ¿Por qué no se está actuó de la misma forma con la señora Achacollo o con el ya nombrado Cholango Castellanos? Ahora mismo, hay alguna gente cercana al compañero Evo que sólo perjudica y tiene que irse, si quieren saber los nombres pregúntenle a la gente.
Es que de estas cosas uno se da cuenta al caminar las calles o cuando está almorzando en un local público, o cuando va en micro y conversa con la gente. A los que viven en sus ministerios y han dejado de relacionarse con el pueblo esto les sonará extraño o lo tomarán como una provocación, pero estoy seguro que los militantes de base de este proceso me entienden perfectamente.
Estas cosas ya no se pueden callar porque ahora nuestra responsabilidad es mayor, fijémonos en lo que está pasando en Argentina o en Brasil, donde la derecha ha retornado al poder o está intentando hacerlo y eso es también en parte a los errores que cometieron los kirchneristas o el PT brasilero. Bolivia puede terminar cercada y aislada en medio de países con gobiernos neoliberales (Macri en Argentina, los golpistas en Brasil, Keiko en Perú) razón de más para fortalecer nuestro proceso depurando al enemigo interno que nos socava el respaldo popular. Será la mejor forma de apuntalar el liderazgo de Evo que sigue siendo el que unifica a los movimientos sociales y al que más teme la derecha boliviana.
Si no se da un golpe de timón ahora, después será tarde.
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