Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Daniel Araújo Valença
Todo el mundo vuelve la mirada a Brasil este fin de semana; por vez primera
el Parlamento funcionará en día de domingo. Ese acto chistoso, creado con el
objetivo de permitir a la prensa empresarial hacer una gran cobertura
sensacionalista para el golpe de Estado, no es la única trama del proceso.
Límites y
vacilaciones del PT en el poder
Las diversas fracciones burguesas –incluida las financieras– aceptaron
el gobierno “petista”, comenzado en 2003 con Lula, pues con el desarrollo del
mercado consumidor interno ganaban no sólo los trabajadores sino también
empresarios y rentistas. Se puede decir que la candidatura de Lula y su
gobierno fueron anti-neoliberales, pero no necesariamente orientados por una
estrategia democrático-popular y socialista. Hubo muchos avances en términos de
inclusión y recuperación del Estado, pero poco en cuanto a organización,
concientización, movilización popular y democratización del Estado.
Con la crisis estructural del capitalismo de 2008, sin embargo, los
sectores derechistas comenzaron una fuerte presión por la reducción del valor
de la reproducción de la fuerza de trabajo. En las elecciones de Dilma en 2010
ya era posible ver el movimiento de sectores de las burguesías contrarios al
proyecto “petista”.
En 2011 y 2012, cuando el gobierno llevó las tasas de interés más
bajas de la historia, la reacción del sistema bancario privado creció, así como
la presión de las élites. Al año siguiente se sucedieron las “Jornadas de
Junho”, un conjunto de manifestaciones populares que, en general, apuntaban el
comienzo de la disputa de las calles por las derechas. Posteriormente nacieron
“movimientos” como el “Vem Prá Rua” y el “Movimento Brasil Livre”, cuyos orígenes
son completamente desconocidos por la ciudadanía; ligados a partidos de oposición
y grupos empresariales, hay fuertes indicios de participación norteamericana en
su orientación y capacitación.
La derecha toma la
iniciativa
Después de las elecciones de 2014 la oposición no reconoció el resultado
del escrutinio y pide nuevo conteo. Confirmada la elección, la presidenta
Rousseff desde un inicio debe hacer frente a la desestabilización callejera.
Al mismo tiempo una operación de investigación de corrupción en
Petrobrás, a “Lava-Jato” –comenzada en 2014–, tuvo malas consecuencias electorales
para la bases de apoyo parlamentario del oficialismo. Mediante el recurso jurídico
de la “delación premiada” ciertos sectores del sistema de justicia empezaron
una caza sin precedentes al gobierno, sus adherentes y particularmente a Lula,
el principal líder popular de la historia brasileña.
En el presente año, por medio de las masivas manifestaciones de la
derecha –con toda la cobertura e incentivo en tiempo real de la prensa
empresarial para la participación social– y el avance opositor en el Parlamento,
la “Lava-Jato” toma la delantera del golpe. En un primer paso se tiene la
conducción coercitiva contra ex presidente Lula, algo muy similar a una prisión,
con el objetivo de infundir en el imaginario popular la idea de que el líder
obrero iba a ser condenado. Una acción completamente ilegal en tanto el Código
de Proceso Penal permite ese trato
exclusivamente en caso de negación de atendimiento del investigado, lo que no
era el caso. Así, mediante la cobertura de la prensa, se intentó convencer a la
población de que Lula era corrupto, como todo su partido y el gobierno.
Ofensiva popular y
contraofensiva golpista
Lula y el PT respondieron de manera contundente las infamias. El mismo
día de su retención, a sus setenta años, Lula charló con colectivos de prensa,
con mucha firmeza y muy emocionado, denunciando la parcialidad del sistema judicial,
participando, luego, durante toda la noche, en un acto con los trabajadores en
el histórico sindicato de los bancarios.
En días posteriores hubo intensas movilizaciones populares de ambos
bandos. Hasta que, en determinado momento, Dilma decide llamar a Lula para su
gabinete. El juez de la “Lava-Jato” había intervenido no sólo el teléfono de
Lula sino también el de sus abogados. La acción, visiblemente ilegal, se tornó
aún peor al escuchar los audios de la charla entre Lula y Dilma, filtrados por
el juez a la red O’Globo, la principal articuladora del golpe.
La gente fascista salió a las calles en São Paulo y Brasilia y hubo
conflictos. Los audios, sin embargo, no tienen nada extraño en su contenido, al
contrario, Lula señala que no le gustaba la idea de ser ministro porque para la
gente seria asumir una culpa. Añadiendo que sólo aceptaría en caso que el PMDB,
partido del Vicepresidente y con mayor en el Parlamento, decidiera permanecer
en la alianza de gobierno.
Ante la posibilidad del retorno de la normalidad democrática, el juez
decidió hacer públicos, violando la Constitución, audios que involucraban a la
Presidenta. Como reacción, los partidos de derecha intentaron en la justicia
impedir la posesión de Lula como ministro. Un juez de primera instancia aceptó.
En menos de media hora se descubrió que era, también, un militante pro impeachment, de acuerdo con sus charlas
en las redes sociales. El gobierno venció tal acción pero en la Corte Suprema,
por sorteo, cayó la responsabilidad al juez Gilmar Mendes, abiertamente opositor.
Como estaba previsto, Mendes aceptó la acción contra Lula, dando paso al primer
caso en que otro poder del Estado interviene en la soberanía del Ejecutivo.
Luz verde al “golpe
suave”
Con el golpe de Estado en acción la población reaccionó. Las
izquierdas convocaron dos actos masivos de calle, uno el 18 de marzo y otro el
31 del mismo mes. Intelectuales, artistas, universidades, centrales obreras, movimientos
feministas, indígenas, afros, gays, o
sea, toda la gente organizada se sublevó.
Ciertamente del otro lado también hay posición pública: la federación
de los empresarios de São Paulo, la federación de los bancos privados, la
confederación de los latifundistas. Además la mayoría de congresistas que
apoyan el golpe y al Vicepresidente, quien encabeza la investigación de supuesta corrupción.
Contra Dilma Russeff no hay un crimen, requisito de la Constitución
para el impeachment o juicio público
que busca su inhabilitación. La oposición creó un nombre para intentar criminalizar
un artificio fiscal: “pedaladas fiscais”, en otras palabras, se acusa al
gobierno por el retraso en el pago de intereses para mantener políticas
públicas.
En estos momentos hay plazas ocupadas por trabajadores y estudiantes. Hasta
Brasilia llegan miles de militantes de izquierda, demócratas, que promete una gran
participación popular. La derecha también intenta sacar su gente a las calles,
pero es perceptible que perdieron fuerza y ahora apuestan a montajes mediáticos
y las acciones golpistas de la mayoría congresista.
Todo el apoyo, nacional e internacional, es fundamental en ese momento. Los
golpistas ya declararon su programa de gobierno: mirar a los Estados Unidos, recortar
derechos laborales y restablecer un Estado mínimo en cuanto a políticas
públicas y máximo en cuanto a represión a los movimientos sociales y a los
pobres. Así como en otros países de Sudamérica, el Imperio y las elites basileñas
avanzan en el derrumbe de las conquistas de comienzos del siglo XXI.
Profesor de Derecho en la Universidad Federal Rural
del Semiárido/Brasil y militante del Partido de los Trabajadores (PT).
Publicado en el semanario La Época
Publicado en el semanario La Época
y Twitter: @escuelanfp
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