Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Lucía Sauma
Crecen las ciudades;
aumenta el número de pobladores; se ensancha la franja de mujeres y hombres que
elevan su estatus, números van y vienen; las estadísticas nos guiñan desde los
informes, los planes, los infogramas; y las cifras nos relatan la vida desde
sus propias interpretaciones, las que frecuentemente no entendemos hasta que
alguien las traduce y en forma simple nos cuenta que en Bolivia 1,7 millones de
personas migraron a la clase media, 15% debido a las políticas del Gobierno
nacional (bonos y programas) y el 84% por las ofertas del mercado laboral.
Los números se
transforman en imágenes. Parte de ese 1,7 millones es el hombre que en el
trayecto del minibús contesta el celular inteligente y con elocuencia asegura a
quien le llamó que irá a limpiar las cajas del baño por la tarde si acepta la
cotización que le pasó por mensaje; la señora que vende el pan recién horneado
en su auto comprado de tercera mano con crédito bancario, que conduce su hijo;
el joven que llegó del campo y con entusiasmo aceptó ser ayudante de albañil en
uno de los cientos de edificios en construcción, y ahora cada sábado al
mediodía recibe su jornal semanal y lo guarda en el mismo bolsillo del peine
húmedo.
En el informe de
desarrollo humano de Bolivia, elaborado por el PNUD, hay una “cifra
equilibrista”, la que nos dice que hay un 17% de clase media vulnerable, que
camina en la cuerda floja, intentando pasar de la pobreza a la estabilidad. La
solución para estas personas está en fortalecer su capacitación en
conocimientos y destrezas que les permitan acceder a trabajos de calidad para
garantizar su estadía social.
Ese despojo de
pobreza, ese arribo a una situación de mejora económica, aún no está siendo
acompañado por un avance en la educación, en el conocimiento y ejercicio de una
conducta ciudadana, en la construcción y práctica de valores humanos. Es
posible que una parte de la población haya superado la pobreza material, pero
está muy lejos de la erradicación de la pobreza social y la pobreza espiritual,
ambas enunciadas en el Plan de Desarrollo Económico y Social 2016-2020 del
Gobierno, donde se prevé que para erradicar la pobreza social es necesario
“fortalecer y recuperar valores y prácticas comunitarias, fortalecer la
identidad plurinacional, combatir el racismo, la discriminación, y la violencia
contra las mujeres”.
Una sociedad no está
bien si vive asustada por los crímenes, los robos, la violencia que se
desperdiga por sus calles, sus instituciones y sus casas. No está bien cuando
no hay dinero para comprar un libro, pero abunda para pagar botellas de
alcohol.
y Twitter: @escuelanfp
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