Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Camilo Katari
Con las regulaciones realizadas por Francisco de Toledo, en el siglo XIV, la plaza se configura como el centro del poder en los territorios andinos, Iglesia cuartel y gobierno son sus componentes básicos, desde entonces los dueños de la plaza han sido las élites coloniales.
En Charcas, la Plata, Chuquisaca, ahora Sucre hasta comienzos de este siglo, los indígenas no podían ingresar a la plaza, he sido testigo de este hecho incluso cruzando opiniones con un destacado dirigente de la izquierda en el año 2003.
Las élites tienen un imaginario construido durante siglos y tratan de imponerlo al resto de la sociedad, por eso disputan el poder. En el caso de Cochabamba, el actual alcalde ya manifestó su conducta anti-indígena en los muchos enfrentamientos entre la élite regional colonial y los movimientos populares, en especial con los movimientos indígenas.
En los valles cochabambinos existe el síndrome del “patrón” de hacienda, todas las “gentes de familias” o las “familias bien”, son la expresión de la este pasado colonial que no puede ser superado debido a que atenta a la estabilidad psíquica de sus componentes. Descubrir que todos los seres humanos somos iguales es un shock psicológico para los que siempre se han creído “diferentes”.
El desarrollo del capitalismo en Bolivia se ha montado en ese caballo colonial y sobre la base de esa mentalidad de “patrón de hacienda” para marcar las diferencias y establecer una nueva simbología, más apropiada a los tiempos, estos símbolos tienen que ver con el amplio mercado de consumo, el sistema de la vida norteamericano y la acumulación como única razón de la existencia.
En determinadas épocas los hijos de patrones han sido contestatarios, han sido “ovejas negras” uno de los más sobresalientes en nuestra historia es, a no dudar, Carlos Medinaceli, un socialista verdadero y en su tiempo el único que juró al cargo de diputado con el puño en alto.
La élite colonial regional tiene sus mecanismos gregarios, tiene una especie de control de sangre, estos mecanismos o dispositivos de poder como diría Foucault, son los clubes sociales, los matrimonios convenidos, las escuelas y colegios exclusivos y finalmente los partidos políticos, no es raro encontrar familias que destinan a sus miembros para militar en uno u otro partido para preservar los patrimonios.
Hoy en Cochabamba se vive un retorno al siglo XVIII, el municipio, mediante su instancia legislativa ha puesto en vigor, como política pública el Darwinismo social. No deberá extrañarnos, en el futuro, que el Alcalde se convierta en Duce y desaparezcan el resto de derechos civiles, políticos y culturales que aún hoy se mantienen en vigencia.
¿Cómo fue que llegamos a este momento? El despecho de ciertos actores políticos, por no coincidir con la estrategia de nombramientos para Alcaldes, provocó un masivo voto de rechazo al candidato oficialista y abrieron las puertas a las representaciones más arcaicas y retrógradas de la sociedad cochabambina.
El actual Alcalde de Cochabamba no expresa un pensamiento burgués, sino es la expresión del viejo “patrón de hacienda” ungido como Alcalde, gracias al voto de muchos hijos y nietos de los “pongos” hacendatarios. No existe paradoja más trágica que ésta en la actual historia valluna.
Queda saber qué pueden hacer los sectores populares para recuperar la plaza y el vigor revolucionario de las heroínas de la Coronilla, para poner a Cochabamba en este siglo. No se puede entender cómo un pueblo que sacudió a todo el país el año 2000 con la Guerra del Agua haya caído prisionero de la mentalidad colonial.
¿Cómo se permitió “el retorno de los patrones”? ¿Cómo dirigentes históricos como Román Loayza le hacen el juego a estos “patrones” olvidando sus propias raíces? ¿Cómo es posible que un dizque aliado de los movimientos sociales, ex vocero, Alex Contreras, defienda a un alcalde que apaleaba indios en la plaza el 2007 y forme parte esa estructura en el gobierno municipal!?
Estamos en tiempos del Pachakuti y como señala David Choquehuanca, emergerán los viejos rencores, se mostrarán plenamente con su odio a lo indígena, pero no podrán vencer, ahora es otro tiempo y los Guerreros del arco iris volverán a tomar las plazas y abrirán las rejas para que el futuro llene de luz a este momento de oscuridad.
El autor es escritor e historiador potosino
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