Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Rolando Prudencio
Producto de la crisis del sistema político neoliberal actual, vemos que se expresa con mayor profundidad la incapacidad de partidos tradicionales para presentar una propuesta al país, por lo que se recurre a rostros del pasado que llegan para tratar de justificarse, porque sufrieron no sólo del extravío ideológico, sino una pérdida de identidad política.
En medio de este panorama llega otra historia de lo más tenebrosa, con otro personaje que, en sus trajines de dizque periodista cruceño, aparece para asestar un duro golpe a la dignidad de una autoridad, se trata de Carlos Valverde Bravo, hijo de un falangista que hace años atrás, pidió que sacaran a balazos a campesinos cuando realizaban una movilización en el trópico de Cochabamba. Se trata de Carlos Valverde Barberi.
Carlos Valverde Bravo, hereda de su padre la filiación de la extinta Falange Socialista Boliviana (FSB), partido que gobernó con el dictador Hugo Bánzer Suárez, y luego, al convertirse al también extinto Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), ejerció como jefe de la regional Santa Cruz del tenebroso sistema de inteligencia policial.
Tal es el grado de desesperación de opositores de la derecha, que en medio de la guerra sucia de cara al referéndum del próximo 21, ha tenido que recurrir a un drogadicto rematado, y con antecedentes criminales, como son las de la época cuando éste fue Director Nacional de Inteligencia del gobierno de Jaime Paz Zamora, muy ligado a la red de los narco vínculos.
Ahora Carlos Valverde desde los espacios radial y televisivo, pretende convertirse en la única voz de Bolivia, en la persona que ensucia la imagen de cuanta gente se le ocurre y pasa por su mente, sin embargo, los bolivianos que recurrimos a la memoria, sabemos muy bien de su historia, conocemos de sus relaciones con paramilitares, con grupos de narcotraficantes y la extrema derecha radical y racista de nuestro país.
Fue el propio Carlos Valverde Bravo, quien aprovechando de su cargo durante el asalto la madrugada del 5 de diciembre de 1990, en la calle Abdón Saavedra del barrio de Sopocachi, para la liberación del extinto empresario Jorge Lonsdale, ordenó que se acribille a todos los miembros de CNPZ. Los miembros de este grupo, después de ser ultimados de lo peor, fueron arrojados desde el último piso del inmueble, para ser rematados en el piso.
Pero no sólo que el operativo tuvo esa extrema crueldad; si no que una vez que los hijos de Lonsdale efectuaron el pago por el rescate de su padre, parte de aquel dinero que se efectivizó por el rescate, se “extravió” como por arte de magia.
Desde ya las explicaciones posteriores, y dado el grado de dramatismo del operativo, justificaron la desaparición de los varios millones de dólares. Es más, la Policía de aquel entonces y que era manejada por el poder político a su antojo, también fue parte de aquella “jugosa” jugada que armaron para quedarse y repartirse el botín del empresario, ya que fueron quienes ejecutaron aquel operativo comandado por Carlos Valverde.
Y como en Santa Cruz, aquel entonces el mirismo echó raíces entre las logias empresariales y mediáticas, Carlos Valverde Bravo, se mimetizó precisamente en el área empresarial de los medios de comunicación, saltando a la radio, y luego ya en los 2000, a la televisión, donde en base a un vulgar y bacarrás boceto destacó en un inicio, pero luego terminó siendo echado del canal nacional PAT, toda vez que su programa “Sin Letra Chica”, tenía un contenido como el de la acusación que acaba de hacer ahora contra el presidente.
Vale decir sin ningún respaldo que tenga como fuente, ni a los involucrados, ni a las instancias de donde supuestamente “obtuvo” las pruebas, y que desde ya es lo menos que debería haberse interesado en indagar, pues se trata de una canallesca calumnia, y no contra cualquier persona, sino contra el presidente del Estado Plurinacional.
Realmente los opositores de la derecha boliviana han caído tan bajo, pero tan bajo, que tienen que recurrir a un drogadicto de alto vuelo. Es el precio que no solamente el gobierno recibe por la artera y falaz guerra sucia contra sus autoridades sino que es el pueblo que se vio engañado por un falso periodista que jamás leyó de ética y de moral.
Recordar la trayectoria de este paramilitar como Valverde Bravo, me lleva a recordar también las últimas declaraciones del ex jefe mirista, Jaime Paz Zamora quien afirmaba que, en su gobierno no hubo muertos. La pregunta inmediata de rigor y entonces ¿Quién asesinó a los miembros del CNPZ? Si fue en su gobierno, con su Ministro del Interior, Guillermo Capobianco y su Jefe de Inteligencia, Valverde Bravo, quienes realizaron el operativo para masacrar a 5 miembros del CNPZ.
¡Honor y gloria a los compañeros caídos el 5 de diciembre de 1990 y, recobrando su memoria, exigimos se haga justicia!
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Cuantos habrán leído este escrito que no tiene nada de información. Acusaciones sin pruebas.
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