Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Reflexiones sobre el Manifiesto Ciudadano: “Del despotismo que tenemos a la democracia que queremos”
Por: Helena Argirakis Jordán
El pasado
domingo, primero de diciembre del año en curso, un grupo de ciudadanos
autoconvocados por “responsabilidad moral y
deber cívico” publicaron en Página Siete un Manifiesto Ciudadano
titulado Del Despotismo que Tenemos a
la Democracia que Queremos, que según el documento referido, “expone las claves de una nueva visión
democrática alternativa de poder y sociedad que contrasta con el poder actual”.
A primera
lectura, aparece como un documento más de testimonialismo político a los que
nos tienen acostumbrados los referentes públicos de la gama variopinto de las
oposiciones políticas del país, que en el fondo respiran y destilan un síndrome
de abstinencia de poder que se les vuelve insoportable. Sin embargo, leyendo
con más cuidado, en detalle y haciendo un análisis textual del pronunciamiento,
existen una diversidad de criterios, posiciones, estrategias y —básicamente— el
eje ideológico de lo que será el vórtice político de las oposiciones durante el
próximo año electoral (2014), como también su visión del mundo, muy ligado a un
pasado atávico pero resignificado y presentado en copa nueva. A continuación,
exponemos algunos elementos que consideramos centrales para el análisis
político y la formación de criterios públicos:
1ero: Todo el eje del documento
gira en torno al posicionamiento de la tesis de que el actual Gobierno es
despótico frente a los autoproclamados defensores de la democracia (nótese la referencia a
la democracia en singular, por ende haciendo alusión a la democracia liberal
representativa como dispositivo hegemónico y en desconocimiento a los otros
registros o formas de gestionar las democracias, como la directa, comunitaria,
participativa, intercultural…). Utilizan la categoría analítica del despotismo
intentando fijar el imaginario socio político de que el actual gobierno del MAS
es un gobierno que actúa motivado “por sus
propios intereses y no por las leyes que ha impuesto, ni la misma
Constitución…en su pretensión al poder `total´, patentizado en el control de
los poderes del Estado”. Haciendo un breve recorrido a los
significados más comunes de la palabra despotismo, podemos concluir que este
término hace referencia a —por un lado— alguna autoridad absoluta no limitada
por las leyes ni por ningún control constitucional y —por el otro lado— el
abuso de poder, la superioridad o la fuerza en el trato con otras personas, por
lo que la autoridad absoluta no está limitada por las leyes ni por ningún otro
control institucional.
Considero que
los sentidos políticos que los intelectuales orgánicos que escriben este
documento quieren dar al categorizar al actual gobierno como despótico tiene
que ver básicamente con dos objetivos estratégicos:
A.
la búsqueda de deslegitimación de la base social
del bloque histórico en el poder, argumentando que “el poder total se ejerce también sobre la
sociedad, constatándose con la instrumentalización política de los llamados
movimientos sociales”, intentando posicionar el criterio en la
opinión pública de que el actual Gobierno ha actuado y actúa motivado solo por
sus intereses y ajenos al bloque social indiano originario campesino obrero
popular vecinal y de otras alianzas societales progresistas que juntos y
colectivamente han hecho posible las múltiples transformaciones en el país.
Aparentemente buscan profundizar las fracturas existentes entre algunos de los movimientos y
organizaciones sociales con la conducción política del Gobierno, generalizando
la consigna de que no es que el Gobierno tenga contradicciones con algunas organizaciones o
movimientos sociales, sino que es un Gobierno divorciado de una base social que
más bien usa o instrumentaliza a dichas organizaciones. Sin embargo, dichos
intelectuales que afirman que el actual es un Gobierno despótico que ejerce el poder total sobre la sociedad, no
pueden explicar porqué a pesar de la llamada instrumentalización política de
los movimientos sociales, los/as bolivianos/as siguen votando preferentemente
por el MAS y siguen apoyando este proceso
de cambio y no otro, a pesar de los múltiples esfuerzos de reconducción,
refundación del actual proceso… Da la sensación como que las oposiciones
quisieran perturbar el “ajayu” del ciclo histórico en curso.
B.
El siguiente objetivo estratégico tiene que ver con el desesperado intento de repolarizar la escenografía
política hacia la anterior configuración política de la confrontación o disputa
entre bloques políticos, fijando las fronteras de los universos discursivas
entre lo despótico y lo democrático o no despótico, en un esfuerzo
de reunificar o aglutinar las dispersas fuerzas políticas de las oposiciones y
revivir el añorado empate catastrófico, cuando la oposición aun “pesaba”
políticamente. Sin embargo, pecando (las oposiciones) como siempre de excesiva
simplificación del campo político boliviano (que es mucho más complejo y
matizado que el juego de la lógica del blanco y negro) se puede entrever con
claridad que lo que unifica el espacio heterogéneo de las oposiciones no sólo
es la consigna de bloqueo al MAS, como dispositivo político y electoral, sino
la ilusión de retorno al poder. La ilusión del retorno al poder sería para
provocar una reacción conservadora y retrógrada hacia el statu quo del pasado
en el que prevalecía una heterarquía o matriz múltiple de poder asentado en la
colonialidad del ser, del saber, de la intersubjetividad, del cuerpo, del
género, de las sexualidades, de las cosmologías, del trabajo y muchísimos otros
dispositivos que justificaban, domesticaban y normalizaban la penetración y expansión
de la fase más salvaje, deshumanizante, violenta y reaccionaria del capitalismo
mundial: el capitalismo neo liberal (conservador), globalizado y geocentrado
hacia los países dominantes.
2ndo: Otro de los elementos que
llama la atención es la ausencia o silencio a gritos del dispositivo ideológico
discursivo de la autonomía. Si mal no recordamos, la esencia del proyecto de
las oposiciones de derechas fue el contenido polisémico de la(s) autonomía(s);
que podían referir en diferentes momentos o etapas del enfrentamiento político
de los últimos 10 años, desde demandas de mayor descentralización y el
replanteamiento de las relaciones entre el Gobierno central y los diversos
niveles de Gobiernos sub nacionales, como también podía referirse al Federalismo,
o al Gobierno Libre Asociado hasta lindar en el secesionsimo y separación. En
otras palabras, autonomía fue (en
pasado) un dispositivo ideológico y discursivo de reacción y en respuesta a un
recambio en la racialidad del poder, en donde ya no había una mera sucesión de las elites blanquecinas
que administraban el poder del Estado, sino una significativa sustitución de las elites criollo
mestizas blanquecinas que detentaban el control del bloque político en el
poder. Precisamente por este motivo, —por el hecho de que las autonomías NO
constituyó un proyecto de mundo, sociedad, Estado y economía alternativa o
diferente al neoliberal impugnado por el denominado proceso de cambio en curso—
en el transcurso de poco menos de diez años, la autonomía ha pasado de ostentar
la centralidad del vórtice político de las oposiciones hacia la periferia
política. En el documento analizado se puede constatar que la autonomía apesta
como un zapato viejo y se traslucen las limitaciones, debilidades,
incongruencias y verdaderas intenciones de lo que las oposiciones querían hacer
políticamente con la autonomía: construir una fundamentación que apareciera como socialmente
sensible, históricamente pertinente, políticamente progresista, pero que
tuviera el efecto de a través de movilizaciones públicas se defendieran
intereses y privilegios particulares.
En el
manifiesto ciudadano titulado Del
Despotismo que Tenemos a la Democracia que Queremos se está
haciendo exactamente lo mismo con
el dispositivo ideológico y discursivo de “la democracia” (liberal
representativa) desde una perspectiva formal institucional o normativa – legal,
ya que el dispositivo de la autonomía se desgastó y ya no les sirve a las
derechas para contener y contender las transformaciones en curso del actual ciclo
histórico. En otras palabras, éstos están instrumentalizando la democracia, los
derechos humanos, el Estado, la constitución, el estado de derecho —bienes
públicos— para la defensa de un proyecto de mundo, sociedad, Estado y economía
que se autoproclama abierto, inclusivo y sensible frente al débil, al pobre, al
desposeído o al que no tiene ni puede, pero que en los hechos, en la lógica
pura y dura del poder, quiere volver al orden duro de la colonialidad del
poder, en donde habían jerarquías, redes y limitaciones tangibles e intangibles
en la sociedad y donde en los hechos no todos ni todas eran iguales. Lo
llamativo de este documento no sólo es el descarte del (pseudo) proyecto de la
autonomía sino más bien la instrumentalización y funcionalización de la
democracia —que histórica y mundialmente está en una fase de expansión y
emancipación con nuevos contenidos y significaciones— hacia proyectos
conservadores, pseudo-democráticos o abiertamente anti democráticos. La
búsqueda de la apropiación del espacio discursivo de lo “alternativo” es
realmente contradictorio e inverosímil, para decirlo de manera delicada.
Finalmente,
ante la ausencia de proyecto político realmente
alternativo, que contenga otra visión de mundo, de la naturaleza,
otra concepción de vida y sociedad que pudieran competir con la hegemonía
ascendente del MAS y del bloque social en el poder, las oposiciones de derechas
limitan, frenan, controlan y osifican los procesos democráticos progresistas,
emancipativos y (re) humanizantes que se dan en las calles del país (y del
mundo) todos los días, a través de un esfuerzo hegemónico de delimitar lo que
ellos determinan que es lo
democrático, para vincularlo a lo formal —institucional y/o
normativo— legal, desde la perspectiva occidental, moderna, eurocentrada y al
servicio de los intereses del sistema mundo capitalista.
La autora vive en Santa
Cruz y es politóloga
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