Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Fernando
Mayorga
La
definición de candidatos presidenciales discurre de manera previsible.
Solamente resta la decisión del Frente Amplio para tener una escena
preelectoral completa. El resto son irrelevantes. Lo que no es irrelevante es
lo que sucede en términos discursivos en la arena política, y los sucesos se
condensan en un avance de los partidos hacia el centro del espacio de
discursividad política. Un centro ocupado por el proyecto masista que se
condensa en el modelo estatal esbozado en la Constitución Política del Estado
(CPE). Es decir, en el Estado Plurinacional.
Para
arribar a esta situación se dieron dos hechos. En primer lugar, el MAS optó por
una articulación subordinada del indigenismo al nacionalismo, que se traduce en
una construcción minimalista del Estado Plurinacional. Concibo el minimalismo
no como una característica del Estado, sino como la expresión de un proceso de
edificación gradual e incremental que no provoca graves fisuras ni conflictos.
La elección de diputados indígenas y asambleístas departamentales indígenas, la
conformación de autonomías indígenas y una Ley de Consulta Previa son elementos
destacables de este proceso. Se puede discutir la cantidad de escaños y
autonomías indígenas, también es dable criticar la subordinación de los
derechos colectivos al interés nacional representado por el Estado. Es posible
debatir acerca del ritmo de los cambios institucionales (solo un estatuto
departamental y otro indígena aprobados por el Tribunal Constitucional) o sus
alcances (menos centralismo, más autogobierno) pero es evidente que nadie pone
en discusión el modelo de Estado. El MAS eligió un avance sosegado en su
construcción, más sensible a recuperar una mirada de continuidad histórica que
a insistir en la ruptura refundacional.
La
Agenda Patriótica del Bicentenario es una nítida manifestación de ese giro
programático, es una propuesta centrada en políticas públicas que reafirma la
presencia dominante del MAS en el centro del espacio político.
En
segundo término, las fuerzas de oposición se percataron de la validez y
eficacia de la estrategia masista y, paulatinamente, están recorriendo un
camino de adaptación al nuevo entorno institucional y a los códigos
predominantes del campo político —nacionalismo e indigenismo—. Así, el MSM
plantea una “República Plurinacional” para diferenciarse del MAS, pero sin
cuestionar el carácter plurinacional del Estado y dejando de lado la antinomia
República/Estado Plurinacional utilizada por algunos opositores como modelos
excluyentes.
De esta manera, lo republicano ya no será usado como antípoda de
lo plurinacional. Por su parte, el MDS planteó una sorprendente consigna en su
congreso: “consolidar un Estado autonómico indígena”. Es decir, los actores
políticos que antaño contrapusieron la autonomía departamental al Estado
Plurinacional ahora postulan la articulación de lo regional y lo indígena, tal
como lo hizo el MAS al plantear la convivencia de las autonomías departamental
e indígena en el nuevo texto constitucional. “Todos somos originarios”, dijo
Evo Morales en 2007, pero sus detractores no creían en esa postura centrista.
Hoy, esos opositores adoptan esa postura por necesidad electoral; también es
una muestra de adaptación a las condiciones discursivas imperantes, puesto que
lo indígena y lo plurinacional son sinónimos del actual modelo estatal. Algo
similar puede afirmarse respecto a la declaración de Doria Medina acerca del
perfil “de izquierda” de UN, puesto que estar a la derecha del MAS implica
perder posibilidades de disputar una buena porción del electorado. Y su intento
de distinción proviene del vocablo adjunto: “democrática” (pero este es tema de
otra columna).
Alguien
puede suponer que estos giros discursivos forman parte de un juego de máscaras;
a mi juicio, se trata de espejos. Y reflejos.
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