Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Yuri
F. Tórrez
Como
si fuera un personaje salido de la novela de Robert Louis Stevenson El extraño
caso del doctor Jekyll y el señor Hyde (donde se explora la idea de que el bien
y el mal existen dentro de una misma persona en constante guerra, en la que
opera un juego de espejos donde emerge el otro Yo, es decir, el alter ego) el
reciente Frente Amplio (FA) —en el que uno de sus líderes más visibles es el
empresario Samuel Doria Medina— se autodefinió como una “izquierda democrática”
(sic) y, como era previsible, desató una ola de comentarios mezclados entre
ironía, incredulidad e inclusive carcajadas.
Como
sabemos, todo proceso de construcción identitario, mucho más en el campo
político, se da a través de procesos de representación. En este sentido,
resulta llamativo que el FA haya asumido el sustantivo “izquierda” para
agregarle la cualidad “democrática”. Haciendo una inferencia (para eso no se
necesita ser muy inteligentes) se concluye que los ideólogos del FA quieren
decir: “somos de izquierda; pero a diferencia del Movimiento Al Socialismo
(MAS), somos democráticos”.
Una
primera constatación es que, no sólo en Bolivia sino en toda América Latina, el
campo político de hoy está ideológicamente marcado por un “giro a la
izquierda”, y no se puede comprender, por lo tanto, cualquier interpelación
política externamente a las fronteras (pre)dominantemente delineadas por este
viraje discursivo. En este contexto, se explica —a pesar de que muchos de los
integrantes del Frente Amplio tienen un pasado conservador conocido— que con
afanes electorales esta agrupación asumiera la “etiqueta de izquierda”, aunque
suena como una broma anticipada por el día de inocentes. Empero, esta
identificación provoca trastornos emergentes de esta doble personalidad, que
luego se patentiza en un ambiguo y contradictorio discurso. Por ejemplo, para
diferenciarse, de modo que los trastornos no se conviertan en patológicos, el
FA se proclama como una “izquierda democrática” a través de un juego
asociativo, y así opta por el derrotero más fácil de calificar al MAS “como un
poder despótico y autoritario”. Esta estrategia discursiva sólo devela la
ausencia de un horizonte ideológico y programático alternativo.
En
el intento de disputarle el campo de lo popular y de arrebatarles las banderas
del izquierdismo, en este caso al MAS, el FA sólo se encamina por un laberinto
confuso e indescifrable desnudando una crisis ideológica, ya que este rasgo
padecen los otros frentes políticos opositores para encarar seriamente las
venideras elecciones presidenciales y parlamentarias.
El
problema no es que esta agrupación se haya asumido como tal, sino que su
orientación ideológica se caracteriza por ser ambigua y contradictoria, ya que,
simultáneamente, se autodefinen de “izquierda”, dicen que no es “doctrinaria”,
“conviven armónicamente con el liberalismo” y que sus principios articuladores
son los ideales de “libertad, igualdad y equidad”; y al mismo tiempo aseguran
“reconocer el Estado Plurinacional, pero reivindican principios republicanos y
la construcción del Estado social y democrático de derecho”.
Todo
un ch’enko* ideológico, que podría servir de inspiración literaria a Stevenson
para crear un nuevo personaje neurótico lidiando con su alter ego.
* Palabra quechua que
significa enredo, confusión.
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