Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Hugo Salvatierra
Así titulaba “El Deber” del 14 de mayo de 2.000 un
apocalíptico informe del PNUD realizado por Armando Ortuño, a quien conocí el pasado
6 de diciembre en el Tercer Encuentro Nacional por la Democracia Intercultural
y el Estado Plurinacional realizado por el PNUD-OEP en Santa Cruz.
Hace trece años y medio, Ortuño advertía que: “La pobreza en Bolivia se mantendrá aún en
el escenario optimista que el país crezca a tasas superiores al 6 por ciento
por año en el período 2000-2010, al final del cual todavía el 45 por ciento de
la población estará en situación de miseria.” Y continuaba:
“La pobreza
en Bolivia no solo afecta a grupos de población bien identificados y ubicados,
sino que se trata de un problema
estructural que involucra a la mayoría de los habitantes.” “La solución al problema depende de la
capacidad de la sociedad boliviana para concertar la estrategia de desarrollo…es una cuestión estructural.”
No sabemos si Ortuño se refería a las “reformas
estructurales” de privatización y capitalización de Jaime Paz y Gonzalo Sánchez,
o era intelectualmente sincero al reclamar la imperiosa necesidad de un cambio estructural
que suponía la caída del modelo oligárquico de acumulación capitalista, cambio que
se inició cinco años después con la revolución política liderada por el MAS.
En todo caso, Ortuño tuvo el acierto de afirmar que
“la solución al problema depende de la
capacidad de la sociedad boliviana para concertar la estrategia de desarrollo.”
Esa capacidad de la sociedad
boliviana se expresó en la identificación de las causas y los causantes
políticos de la pobreza en Bolivia y la construcción de la “Agenda de Octubre”
como estrategia de desarrollo.
Los cambios estructurales –no parches- fueron
protagonizados por la fuerza insurrecta de las grandes mayorías de pobres y
excluidos de la sociedad boliviana, que en octubre de 2003 y diciembre de 2005 sepultaron
al viejo Estado colonial y sus clases dominantes, abriendo un proceso de
profundas transformaciones en el Estado boliviano.
Esto es lo que no quieren ver algunos de los
“analistas” participantes en el mencionado Tercer Encuentro Nacional, que al
final pelaron capucha concentrando sus amargadas crítica en la hipócrita
defensa de los “derechos humanos”, la inversión estatal en salud, educación, bonos sociales, la “dictadura” de
Evo Morales, terminando por hacer del Encuentro el púlpito de su sietemesina
campaña electoral.
Lo que no quieren reconocer los “analistas”, es que
si los neoliberales hubiesen seguido gobernando y saqueando el país, hoy, no solo
el 45% de los bolivianos sería pobre sino la totalidad de los diez millones que
vivimos en Bolivia.
Que hay pobres en Bolivia…¡Claro que los hay, y todavía
son muchos! Pero esas cifras de pobres se triplicarían si el modelo de
gobierno, de economía y de Estado fueran los que en sus manos tenían las
multipartidarias neoliberales, los gobiernos de Bánzer, Gonzalo Sánchez, Jaime
Paz y Jorge Quiroga.
Hoy, la propiedad de los recursos naturales es de
los bolivianos, existe una mejor distribución social de la riqueza y una
movilidad socio-económica de la población, que vuelca exactamente a la inversa
la tasa de pobreza pronosticada por Ortuño. Durante el Gobierno de Evo Morales,
los niveles de pobreza moderada bajaron de 63% a 43%, y la extrema pobreza
disminuyó de 40% a 21%.
El informe mundial 2013 del PNUD sobre Desarrollo
Humano desdice sus pronósticos del año 2000 y las críticas de los amargados analistas.
El año 2012, Bolivia junto a Panamá, registró el mayor avance en desarrollo
humano de Latinoamérica, invirtiendo de modo sostenido en educación, salud y
servicios sociales. Desde el año 2005, la esperanza de vida al nacer creció de
62 a 67 años, la escolaridad promedia se duplicó a 9,2 años, y el ingreso per
cápita de $us. 3.791 a $us. 4.444.
El mismo Jefe del Banco Mundial para América Latina
y el Caribe (Augusto de la Torre) reconoce esta realidad cuando afirma que el
50% de los bolivianos se encuentra aún entre la clase pobre y la clase media,
admitiendo el ascenso de la movilidad socio económica por el aumento del poder
adquisitivo de la gente, el crecimiento económico y la aplicación de políticas
sociales, logrando un incremento de la clase media en un 40%
Al final, los “analistas” concluyen con un
lisonjero consejo al gobierno: “La bonanza
que vive Bolivia es gracias a los precios del gas y los minerales. El gobierno
debe hacer esto, y debe dejar de hacer esto otro. Luego de sus consejos ponen cara de
intelectuales y se quedan pensativos esperando los aplausos.
Para ellos, el bienestar que comienza a conocer el
pueblo, los ingresos y ahorros del Estado, la capacidad de ejecución de
proyectos sociales, productivos, infraestructurales, no se deben a las
políticas y planes de desarrollo del proceso de cambio y del gobierno de Evo
Morales, sino a la suerte “por los precios internacionales”. Una “suerte” que
también tuvieron los gobiernos de Bánzer, Gonzalo Sánchez, Jaime Paz, Jorge
Quiroga, que concluyeron despilfarrando la plata del pueblo y enriqueciendo a
unos pocos.
Hipócritas!
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