Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por Isidoro Cruz Bernal
Socialismo o Barbarie, periódico, 08/06/06
Socialismo o Barbarie, periódico, 08/06/06
En 1888, en la ciudad francesa de Lille, un
obrero metalúrgico de cuarenta años se dirige a su trabajo. Se llamaba Pierre
Degeyter. Era carpintero y tornero calificado. Ese día de noviembre de 1888,
Pierre cantó a sus compañeros de trabajo una canción que había compuesto el
anterior fin de semana en un pequeño armonio. Los compañeros sugirieron unas
leves modificaciones, pero habían quedado encantados con la canción. Meses
después, un coro obrero estrenó la canción y se imprimieron 6.000 ejemplares de
tirada. Había nacido “La Internacional”. En diez años la canción se hizo
conocida en toda Europa y, veinte años después, en todo el mundo. Su letra y su
música sonaron en la mayor parte de las experiencias revolucionarias de fines
del siglo XIX y de todo el siglo XX.
Eugène Pottier, poeta de la Primera
Internacional y de la Comuna
La historia de “La Internacional” empieza
antes que Pierre Degeyter compusiera la canción. “La Internacional” comenzó
como poema. El compositor obrero encontró el poema en un libro de Eugène
Pottier y tomó la letra de éste.
Pottier nació en 1816, un año después de la
derrota de Napoleón Bonaparte y del comienzo de los intentos de restauración
reaccionaria que trataban (inútilmente) de borrar las consecuencias históricas
de la Revolución Francesa. Pottier también fue obrero toda su vida. A los
catorce años escribió su primer canción titulada “Viva la libertad”. En su vida
alternó diversos oficios obreros con la tarea de militante revolucionario
socialista, especializado en la propaganda política a través de la poesía y la
canción.
En 1848 Eugène Pottier asiste al estallido
de las revoluciones europeas, la mayoría de ellas impulsadas por las
reivindicaciones nacionales. Pero le toca participar en la revolución que se va
a diferenciar del resto de este ciclo revolucionario. Pottier va a estar en las
barricadas de París en 1848, en las que la burguesía y la clase obrera van a enfrentarse,
política y socialmente, como clases antagónicas. De todas formas, una de las consecuencias
comunes que va a tener el fracaso de la ola revolucionaria nacional-democrática
europea será el fuerte debilitamiento de la organización obrera a nivel internacional.
Ya fuera porque la represión burguesa desmantelara por todo un período a los
organismos de la clase obrera (como fue el caso de Francia después de 1848) o
porque, como en Italia y otros países, los trabajadores van a centrar su
organización en un plano puramente nacional (a veces de hecho o, peor aún,
recurriendo a ideologías de cuño nacionalista como el solidarismo nacional de
Mazzini).
Eugène Pottier era uno de los pocos
partidarios franceses de los planteos internacionalistas consecuentes de Marx y
Engels, plasmados en el Manifiesto comunista de 1848. El enfático
llamado a la unidad internacional de los trabajadores, que aparece en el texto
inaugural del socialismo revolucionario, recién va a tener eco en 1864 con la
fundación de la Asociación Internacional de los Trabajadores, la Primera
Internacional, que expresó un reagrupamiento de las más importantes corrientes
obreras de Europa. La Primera Internacional era una demostración palpable de
que una parte importante de la clase obrera del Viejo Mundo advertía que, para
oponerse con mayor éxito al despotismo del capital, debía dejar de lado la
competencia entre trabajadores (ya sea entre obreros de diferentes países o
entre obreros de una misma rama de producción) y hacer eje en los puntos reivindicativos
en común. Éste era el primer paso para formular un planteo estratégico más de
fondo. Eugène Pottier fue un partidario militante de la Asociación y, dentro de
las luchas internas de esta primera organización obrera internacional, se
adhirió a las posturas más revolucionarias e internacionalistas.
Participó muy protagónicamente del gran
acontecimiento que cerró ese período heroico del movimiento revolucionario: la
Comuna de París de 1871. Eugène Pottier fue elegido miembro de la Comuna en la
votación realizada el 26 de marzo de 1871 en todas las circunscripciones del
París en manos de la clase obrera. Pottier sacó 3.352 votos en un total de casi
3.600 emitidos en su distrito. Eso lo habilitó a formar parte del primer
gobierno obrero revolucionario de la historia.
La represión de los reaccionarios posterior
a la Comuna (que se cobró más 30.000 víctimas), la ciudad convertida en ruinas
humeantes, los juicios sumarios, las deportaciones, los que buscaban escapar a
la venganza burguesa fueron el telón de fondo en el que Eugène Pottier, en
medio de la rabia, la impotencia y la derrota, escribió el poema “La
Internacional”.
Pottier pasó su exilio en Inglaterra y en
EEUU. Hacia 1880 pudo volver a Francia. Al hacerlo se incorporó al naciente
Partido Obrero, uno de los núcleos que originaron al Partido Socialista.
Eugène Pottier murió el 8 de noviembre de
1887. Una gran columna de obreros parisinos acompañó sus restos al cementerio
de Père Lachaise, que fueron enterrados junto a los héroes de la Comuna de
1871. Su entierro no transcurrió de forma rutinaria. La policía atacó al
multitudinario cortejo, llevándose numerosos detenidos. Fue, de una forma
involuntaria y paradójica, el último homenaje con que la burguesía distinguió a
este escritor que supo ligar su arte a la lucha contra la explotación. La
autosatisfecha Francia burguesa reconocía en el fallecido poeta a un enemigo de
su dominación.
Pierre Degeyter, obrero y músico
Un año después de la muerte de Pottier,
Pierre Degeyter abrió un libro de poemas de éste. Le gustó “La Internacional” y
empezó a trabajar para ponerle música. Pierre Degeyter buscaba canciones para
el coro que dirigía. Su búsqueda era ardua ya que no había mucho material, a
causa de que los compositores de corte académico no se interesaban en la vida
material de la clase obrera como tema de composición. Mucho menos en un
repertorio de canciones revolucionarias que hiciera hincapié en la lucha contra
el capitalismo y la unidad internacional de los trabajadores.
A los 7 años, cuando Mozart iniciaba sus
primeros trabajos, Pierre Degeyter trabajaba 9 horas en una hilandería. Al
terminar el turno aprendía a leer y escribir en forma autodidacta. Después se
anotó en cursos nocturnos de las materias que más le interesaban: dibujo,
armonía e instrumentación. Cantó en coros y después, como ya apuntamos, los
dirigió. Es importante destacar su fuerte voluntad y constancia, ya que no
resulta nada fácil, después de 9 o 12 horas de trabajo, ensayar dos horas,
tocar un instrumento y estudiar teoría musical, con el inconveniente adicional
de no haberlo aprendido a una edad temprana sino en su plena adultez.
Pierre Degeyter vivió toda su vida en
condiciones materiales muy estrechas. Solamente después que cumplió los 80 años
le dieron una pensión y recibió un cierto reconocimiento, en gran parte por ser
el compositor de “La Internacional”, una canción revolucionaria que le erizaba
los pelos a la burguesía porque le traía a la memoria el espectro de la
revolución social. Pero esa canción creó un cerco en torno suyo. Fue despedido
de su empleo y tuvo que vivir gran parte de su vida realizando trabajos
ocasionales.
Contar esta historia y socializarla entre
el conjunto de compañeros que leen este periódico es importante, porque implica
tomar conciencia del significado y el sentido que tienen las tradiciones del
movimiento obrero y revolucionario. No hace falta abundar sobre la cantidad de
compañeros militantes presos y asesinados por la represión de los capitalistas
que hallaron en esta canción una forma de darse fuerza a sí mismos en los
momentos difíciles y cruentos de la lucha de clases, o que supieron entonarla
como un acto de desafío frente a sus verdugos. Contar esta historia sirve para
recordar que los que hicieron “La Internacional” eran militantes del movimiento
obrero revolucionario, que hacer la canción no les hizo la vida más fácil, sino
más difícil, y que ambos supieron estar a la altura de su decisión y su
compromiso.
Letra de “La Internacional”
Arriba los pobres del mundo
de pie los esclavos sin pan.
Y gritemos todos unidos:
¡Viva La Internacional!
Removamos todas las trabas
que oprimen al proletario,
cambiemos al mundo de base
hundiendo al imperio burgués
(Estribillo)
Agrupémonos todos
en la lucha final
y se alcen los pueblos
por La Internacional
Agrupémonos todos
en la lucha final
y se alcen los pueblos con valor
por La Internacional
No más salvadores honremos
ni César, ni burgués, ni Dios
que nosotros mismos haremos
nuestra propia redención
Dónde tienen los proletarios
el disfrute de su bien.
Tendremos que ser los obreros
los que guiemos el tren.
Agrupémonos todos....
(se repite estribillo)
El día que el triunfo alcancemos
ni esclavos ni dueños habrá.
Los odios que al mundo envenenan
al punto se extinguirán.
El hombre del hombre es hermano
cese la desigualdad.
La tierra será un paraíso,
la patria de la humanidad.
Agrupémonos todos...
(se repite estribillo)
Nota: esta versión que transcribimos es la más
conocida en castellano. Los lectores que hayan vistos la película “Tierra y
libertad” (o leído una floja novela de Alejo Carpentier titulada “La
Consagración de la Primavera”) se habrán encontrado con este cambio en la
primera estrofa: Arriba parias de esta Tierra / de pie famélica legión / los
proletarios gritan guerra / hasta el fin de la opresión. En esta versión
también se observan otras diferencias en las estrofas que siguen; se conserva
no obstante una unidad de concepción y de espíritu que se mantiene a través de
las distintas versiones. Por otra parte, hay que decir que muchas veces se
canta la versión “corta”, esto es, las dos primeras estrofas y el estribillo
solamente.
fuente: http://www.socialismo-o-barbarie.org/historias/060611_la_internacional.htm
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