Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Humberto Gómez
Hoy, 22 de abril, se celebra el Día Internacional de la Madre Tierra, dedicado a reconocer que la Tierra y sus ecosistemas son nuestro hogar y que es necesario promover la armonía con la naturaleza para alcanzar un justo equilibrio entre todas las necesidades de las generaciones presentes y futuras.
¿Podemos conmemorar algo? Evaluaciones recientes sobre nuestra huella ecológica nos indican que la capacidad de la Tierra para generar todos los recursos que usamos y reciclar todos los residuos que producimos se acaba en el octavo mes del año, es decir, vivimos cuatro meses al año de “prestado”. Existe un desbalance en el mundo entre extensas regiones “deudoras” y “acreedoras”, ambientalmente hablando. ¿Qué nos ha conducido aquí? Nuestra propia conducta como humanidad, muchos podrán decir “no es mi culpa”, pero hoy, solo hoy, tome conciencia sobre sus actos y si éstos de verdad contribuyen a que la región en la que vive sea acreedora y no deudora.
La crisis ambiental en la que nos encontramos ahora, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la productividad de la tierra, la escasez de agua y más, toda esa crisis ambiental es el triste reflejo de la crisis humana en la que vivimos. Duele nuestro planeta, duele pensar que mis hijos vivirán en un planeta con dos grados centígrados más cuando sean adultos, y que ese cambio modificará radicalmente la forma cómoda y feliz en la que viven ahora. Duele ver el ansia de consumo que tenemos, que va desde el pedir una bolsa plástica para una pastilla en el supermercado, para luego botarla en la calle, hasta el despilfarro de agua potable en nuestros hogares. Duele ver gobiernos que, sabiendo el problema en el que estamos, no pueden ponerse de acuerdo por múltiples intereses. Duele ver que creemos que la única forma en la que le daremos su importancia a los bosques es poniéndole un valor monetario porque solo de dinero entendemos. Duele saber que cada año se deforesta en nuestro país el equivalente a 243.000 canchas de fútbol y que hay una cantidad igual de tierras degradadas y mal usadas.
Duelen tantas cosas, que es difícil “celebrar” algo en un día así. Hay una cosa que celebrar, y es que esta nuestra casa es tan noble y buena madre, que soporta todos nuestros embates, y lo hace por una simple razón: ella puede vivir sin nosotros, nosotros no podemos vivir sin ella.
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