Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Ángel Guerra
Cabrera
El levantamiento popular en el este y sur de Ucrania obedece a que el
gobierno golpista de Kiev no cuenta con el apoyo de la mayoritaria población de
origen ruso o rusohablante de esa región, que no sólo no se siente representada
por éste, sino lo ve como una amenaza. No debe olvidarse que Stepan Bandera,
ídolo de los nuevos gobernantes instalados por la OTAN, fue importante
colaborador de los nazis, cuya ocupación y horrendos crímenes en Ucrania no han
sido olvidados y han reflotado en estos días.
¿No les suena familiar? John Brennan, director de la CIA, visita a sus
compinches en Kiev el 12 de abril y horas después se anunciaba la peculiar
operación antiterrorista, precisamente contra la población de origen ruso o
rusohablante de la región del Donets, sublevada pacíficamente desde hace días.
Si usted no se subordina a Estados Unidos hoy lo clasifican como terrorista; en
cambio si se le somete ganará la calificación de rebelde o insurgente.
Milicias y grupos de autodefensa rusos o rusoparlantes que rechazan al
gobierno golpista de Kiev, tomaron, en al menos 12 ciudades, con gran apoyo de
la población local, las comisarías de policía, así como las unidades del
Servicio Federal de Seguridad y del Ministerio del Interior, que no sólo no
hicieron resistencia, sino en muchos casos se pasaron a los alzados con armas y
bagaje.
La operación antiterrorista de los nazis de Kiev contra el este de Ucrania
hizo correr sangre de los sublevados, pero en un incidente aislado que al
parecer no pasará a mayores.
El enviado de Efe al aeropuerto de Kramatorsk, lugar donde se produjeron
las bajas, cita a un líder insurgente local: un avión de combate sobrevoló el
campo y disparó una ráfaga de advertencia. Al sobrevolar el campo por segunda
vez disparó contra los milicianos. Varios reportes de fuentes rusas y ucranias
coinciden en que fueron las ráfagas de la aeronave las que mataron e hirieron
algunos milicianos. Pese al revés sufrido –añade Efe–, los pro rusos no se
arredraron y varios centenares de civiles desarmados, entre los que figuran
mujeres y ancianos, han bloqueado con sacos y neumáticos los accesos al
aeródromo, mientras los insurgentes siguen controlando Kramatorsk, ciudad
aledaña al aeropuerto.
Lo sustantivo es que los terroristas han rechazado enérgicamente la
operación sin apenas disparar un tiro y, de hecho, con el apoyo del pueblo de
la región la han desmontado pacíficamente, mientras se pasaban de su lado o se
les rendían tropas de infantería o blindados de las unidades regulares ucranias
enviadas a combatirlos. Las tropas, abordadas por vecinos desarmados, han izado
la bandera rusa en sus vehículos y asegurado que no dispararán contra el
pueblo. Aunque el gobierno anunció el envío de un batallón de participantes del
Maidan y grupos del ultrafascista Sector Derecho, estos no parecen haberse
atrevido a entrar en combate.
A diferencia de Crimea, donde la independencia y anexión a Rusia era una
clamorosa exigencia popular, en el industrializado este de Ucrania la población
rusohablante reclama la federalización del país como demanda fundamental, que
–se da por descontado–, incluiría un grado importante de autonomía de las
regiones respecto del poder central, el derecho a tener el ruso como idioma
oficial junto al ucraniano y a preservar su cultura. A la vez, se oponen terminantemente
al ingreso de Ucrania en la OTAN e incluso en la Unión Europa (UE) por
considerarlo altamente lesivo a sus intereses como colectividad.
El ingreso en la UE, por ejemplo, significaría el desmantelamiento de la
industria de esa región, cuyo cliente es Rusia, y el sometimiento a salvajes
planes de ajuste del Fondo Monetario Internacional. También levantan el reclamo
de no continuar financiando la economía del occidente del país y que todas
estas demandas sean recogidas en la nueva Constitución. Con las tropas enviadas
por Kiev negándose a disparar contra sus hermanos rusohablantes la ofensiva del
gobierno ilegítimo se ha convertido en una gran derrota para sus integrantes.
A la lúcida y realista dirección de Rusia no le interesa invadir ni anexar
Ucrania, pero tampoco va a permitir su ingreso a la OTAN ni que no se tomen en
cuenta en el nuevo ordenamiento constitucional las opiniones y los derechos de
la población de origen ruso. Armonizar estas demandas y las de la población pro
occidental del oeste de Ucrania exigirá talento y espíritu constructivo, que no
sobran en Washington ni en Bruselas.
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