Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Cuando hablaba
de la muerte, Juan Gelman decía "ir a tocar el violín al otro
barrio". El escritor argentino, que se exilió en México hace más de dos
décadas, murió el 14 de enero pasado a los 83 años llevándose una vida marcada por la poesía y
el dolor.
Gelman, nacido
el 3 de mayo de 1930 en Buenos Aires, fue hijo de inmigrantes ucranianos de
origen judío, asentados en el barrio bonaerense de Villa Crespo, donde creció
leyendo a Pushkin o componiendo pequeños versos para Ana, un amor de la niñez
que lo condujo involuntariamente a la poesía.
Escribir poemas
fue para "Pique Taquito" -como le apodaban sus amigos- un todo: un
consuelo, una pasión, una forma de vida y de sobrellevar el destierro o la
desaparición de sus hijos Nora Eva y Marcelo Uriel, así como de su nuera María
Claudia García, que estaba cerca de dar a luz, durante la dictadura militar
argentina (1976-1983).
Una búsqueda
incesante le permitió encontrar a su nieta Macarena en Uruguay.
La joven nació
en cautiverio poco después de que su madre fuera secuestrada en Buenos Aires y
trasladada ilegalmente a Uruguay, entre agosto y diciembre de 1976. En el 2002
recuperó su identidad tras una investigación impulsada por organizaciones de
derechos humanos de Uruguay y Argentina.
Tinta y papel
fueron compañeros de Gelman en su periplo involuntario por países ajenos hasta
que llegó a México en 1976, un "extraordinario lugar" que hizo suyo
hasta de nacionalidad y en el que deseaba morir y ser enterrado.
"Quiero
ser enterrado en México", dijo el autor de "Cólera buey" cuando
le fue entregada la Medalla de Oro de Bellas Artes de ese país, la máxima
condecoración cultural, en septiembre de 2012.
En esa ocasión
explicó aquel apego: "Yo estuve exiliado en Europa y Nicaragua, pero desde
el primer día que pisé México en 1961 quedé absolutamente fascinado. Fue como
un estallido dulce dentro de mí. Decidí quedarme siempre, sostenido por el amor
a este país y a mi mujer".
Aunque de joven
inició estudios de química, en 1948 abandonó la universidad para convertirse en
alquimista de las palabras. Antes probó otros oficios: vendedor de refacciones
automotrices, relacionista público, operador de autobuses, militante político o
periodista, actividad que sería fundamental el resto de su vida.
En el campo de
la prensa fue en Argentina director del suplemento cultural del diario "La
Opinión", y luego jefe de redacción del revolucionario periódico "Noticias",
de corta vida.
La actividad de
la prensa en su país la unió también a una militancia política que van desde la
izquierda marxista al Movimiento Peronista Montonero.
Con el tiempo,
el autor de "Carta a mi madre" se convirtió en una de las plumas
fundamentales de la literatura iberoamericana, en un poeta del destierro, cuya
obra y acciones se enlazaron con la voz de la justicia.
Gelman ganó,
entre otros premios, el Premio Juan Rulfo 2000, el Premio Iberoamericano de
Poesía Ramón López-Velarde en 2004, el Premio Reina Sofía de Poesía 2005 y el
Premio Cervantes, en 2007.
"Es uno de
los mejores poetas en lengua castellana. Cada uno de sus libros tiene una
musicalidad diferente", dijo en una ocasión la poetisa uruguaya Cristina
Peri Rossi, pero lo que ella más destacaba de él era "su militancia
política y su lucha por la libertad". Una de sus obras es "Bajo la
lluvia ajena", un desgarrador texto sobre el exilio, escrito de manera
proscrita en la Roma de 1980. "Aquí yace un pájaro. Una flor. Un
violín". Así reza su poema "Epitafio", contenido en el primer
libro que publicó en 1956, con el título "El violín y otras
cuestiones".
Publicado en el periódico
La Vanguardia de España
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