Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por Rafael Puente
Nuestro canciller, que sigue demostrando que por encima de todo es un ser humano -y un ser humano que piensa-, nos ha mostrado que la lealtad no puede confundirse con el servilismo, ni con el sometimiento incondicional, ni con la más o menos abyecta actitud del soldado ante el general, ni con el tradicional llunk’erío que tanto maldecimos como practicamos, y que explica la estupefacción inicial de quienes asistían a esa fiesta de cumpleaños cuando nada menos que David Choquehuanca iba leyendo su “oración”. Porque la oración era sin duda un regalo de David para Evo, pero la lección que ella encierra era también para todas las personas asistentes. Y para las no asistentes.
David -que vuelve a aparecer como la conciencia de nuestro Gobierno- nos muestra que la lealtad con el amigo, o con la dirigente, o con el jefe (o con el cónyuge), consiste sí en el apoyo permanente, pero un apoyo que llegado el momento debe ser crítico; consiste en decir la verdad, tanto la verdad que confirma (y fortalece) como la verdad que duele (y también fortalece); consiste en ser humildemente sincero con la persona a quien queremos y admiramos, y a la que precisamente por eso tenemos la obligación de hacerle ver lo que la mayoría calla y oculta. Y no es que toda lisonja sea mala en sí misma, pero sí lo es cuando viene a sustituir a la verdad.
El mejor servicio que podemos hacer a la persona que queremos -y más si está en posiciones de poder- es romper las barreras que crean el oportunismo y el miedo (no todos los que parecen oportunistas lo son, muchos simplemente tienen miedo) y abrirle la ventana a la verdad (que suele encontrar la puerta cerrada).
¿No es sintomático que la sencilla oración que leyó el canciller, como fraternal regalo a su Presidente, se haya constituido en la noticia del día? ¿No nos está mostrando que estamos lamentablemente desacostumbrados y desacostumbradas a la sinceridad, a la reflexión y autorreflexión crítica, a una atmósfera de verdad? ¿No tendría este elemento que formar parte de un auténtico balance de la coyuntura que vivimos? Es importante que hablemos de indicadores económicos y perspectivas de crecimiento, y también de índices de aprobación y desaprobación política; pero ¿no sería igualmente importante pensar en nuestras actitudes, que por serlo tienen siempre algo que ver con la ética?
Sabemos por experiencia que el llunk’erío dura lo que dura el ejercicio del poder, mientras que la lealtad dura toda la vida, pero siempre y cuando entendamos la lealtad como nos la está enseñando David Choquehuanca. Gracias, David, y que sigas saliéndote del protocolo.
Rafael Puente es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) de Cochabamba.
Señor
Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes
y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la razón,
Si me das el éxito, no me quites la humildad,
Si me das humildad, no me quites la dignidad.
y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la razón,
Si me das el éxito, no me quites la humildad,
Si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla,
No me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mi mismo
Y a no juzgarme como a los demás. No me dejes caer
en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.
No me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mi mismo
Y a no juzgarme como a los demás. No me dejes caer
en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.
Más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia
que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es un signo de grandeza
Y que la venganza es una señal de bajeza.
que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es un signo de grandeza
Y que la venganza es una señal de bajeza.
Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso.
Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si
la gente me ofende, dame valor para perdonar.
Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si
la gente me ofende, dame valor para perdonar.
¡Señor… si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí!
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