Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por Haytham Manna
Syrianncb.org
La guerra no es nuestro destino. No sólo es posible detenerla: debemos
hacer nuestro mejor esfuerzo, primero para salvar lo que podamos de los valores
de la revolución; segundo, para dejar de matar y de destruir y tercero, para
proteger nuestro futuro y detener el proceso de asesinar el intelecto.
“Odio a los alauíes y a los chiíes. Los vamos a matar con nuestros
cuchillos como nos matan ellos a nosotros”.
Cuando leí esta frase en el muy profesional International Herald
Tribune en un artículo sobre el campamento [de refugiados sirios] Zaatari
de Jordania, pedí a tres amigos míos que preguntaran a sesenta niños del mismo
campamento el nombre de tres familias chiíes de Daraa. 20 días después, ni uno
solo de los niños preguntados pudo dar una respuesta.
¿Cómo se puede odiar a un enemigo al que no se puede personalizar
siquiera en la propia ciudad? ¿Es que dispone ese niño de un enfoque
ideológicamente avanzado para identificar a su enemigo desde criterios
sectarios? ¿Qué ha ocurrido y por qué un movimiento político pacifista por la
libertad y la dignidad se ha transformado en menos de un año en una sucia
guerra?
Hace 14 meses que intenté aquí en Londres hablar sobre la diferencia
entre la Revolución y la Guerra. Me referí al proverbio francés: “A la guerre
comme à la guerre” (En la guerra como en la guerra) y al árabe: “La guerra es
engaño...” Ahora muerte en ambos sectores se convierte en criminal, la
comparten los antagonistas; cada uno con sus propias capacidades y
herramientas: el secuestro, la tortura, las ejecuciones extrajudiciales y
después de todo ello... la falsificación. Algunas facciones de la oposición aún
hablan de que es inadmisible comparar a la víctima con el verdugo. Nuestro
diagnóstico es muy diferente: en la guerra hay crímenes de guerra y crímenes
contra la humanidad que hay que denunciar. La guerra no es una manifestación pacífica
atacada por el ejército, la mujabarat [policía secreta] o los ashabiha
[paramilitares].
En esa misma ocasión, me referí al ejemplo de Líbano entre 1858 y 1860,
a cómo el levantamiento de los aldeanos de Tanios Shahin se convirtió en una
guerra sectaria. Algunos de mis críticos dijeron de mí que era un derrotista
que estaba debilitando el sentimiento revolucionario, una cómica desviación de
la terminología del régimen: debilitar el sentimiento nacional. Hoy en
día, nadie habla de revolución; todos hablamos de la guerra de Siria. La
cuestión principal desgraciadamente se convierte en: ¿está usted a favor o en
contra la guerra? En otras palabras: ¿con o contra la violencia?
La generalización de la violencia era la vía de solución para la
dictadura. Aislada desde el interior y el exterior, la propaganda oficial se
basó en la teoría de la conspiración y en la fabricación de grupos de oposición
armados. Hasta agosto de 2011, los medios de comunicación del gobierno sirio no
tenían ningún nombre para describir a los grupos armados “imaginados”.
Desde Jisr al-Shughur a Maarat al-Numan, el camino a la militarización
del movimiento popular no fue placentero. Día tras día, el régimen reforzó la
solución militar. Lamentablemente, la oposición siria en el exterior perdió la
senda pacífica en su propaganda diaria. Tras un período de rechazo de cualquier
militarización, los medios de comunicación del Golfo y las redes virtuales de
islamistas empezaron a hablar abiertamente acerca del Batallón Al-Faruk y del
Ejército Libre. Rápidamente, Al-Arabiya y Al-Yasira
sobrevaloraron la lucha armada en Siria. Dejaron de mencionar las formas de
resistencia civil. Los portavoces de los grupos del Ejército Libre (ELS)
ocuparon el lugar de los políticos. El llamamiento más importante en las
intervenciones de los miembros del Consejo Nacional Sirio (CNS) en la
televisión se convirtió en “dad las armas necesarias al ELS”. Las autoridades
sirias ganaron la segunda vuelta y la propaganda oficial pasó a ser: “no hablar
más sobre la revolución pacifista, no negar la existencia de grupos militares,
estaban escondidos esperando el momento justo”.
Para la mayoría de los medios occidentales el ESL es hermoso, los
yihadistas de Siria no son peligrosos, la militarización es inevitable y negociar
una solución política con el régimen de Assad es imposible.
Para el Órgano de Coordinación Nacional para el Cambio Democrático la
militarización significa depender política y financieramente de la oposición
militar, la marginación de las fuerzas democráticas, y el refuerzo de los
grupos extremistas sectarios y oscuros: oscuros como el petróleo, oscuros como
la oscuridad y oscuros como la exclusión.
Hablemos del coste humano y material de la guerra:
La violencia en Siria tiene todos los elementos socio-culturales para
basarse en una estructura orgánica: será más sectaria y religiosa que civil
porque la motivación de clase, por nacionalismo y por la democracia a través de
la violencia sigue siendo muy débil en la realidad siria. Los grupos armados
son un lujo cuyo coste no puede pagar nuestra revolución democrática y
pacífica:
Más de 40 mil muertos (sólo el 20% de ellos antes de los enfrentamientos
armados), más de 1.200 heridos, 30 mil desaparecidos, el 29% de la
infraestructura sanitaria completamente dañada, 85 aldeas y barrios
completamente destruidos, más de 2 millones de desplazados, 380 mil
refugiados... El coste económico alcanza hoy por hoy más de 150 millones de
dólares.
En un momento crucial de nuestra historia, ¿cómo podemos comentar el
escándalo del dinero político y hablar de las nuevas formas de corrupción
dentro y fuera del país?
En cualquier sociedad, el movimiento social es fuerte si sigue siendo
atractivo para la mayoría de la sociedad. En Siria, desde el principio en
Daraa, hicimos todo lo posible por reforzar el elemento de progreso en el
movimiento espontáneo: por la Libertad, la Dignidad, la Justicia, la Igualdad.
Contra el despotismo y la corrupción, y yo lancé los tres No a la
tercera semana: No a la violencia, no a la sectarización, No a la intervención
extranjera...
Porque sabemos que la composición multiconfesional, multirreligiosa y
multicultural de la identidad siria no es la misma que en Libia o en Túnez. No
podemos avanzar en un cambio radical sin un enfoque global de la modernidad con
la clara impronta del Estado Civil. La ciudad en la geopolítica, el civismo
en la cultura revolucionaria y la ciudadanía en la institución política
son elementos esenciales para ganar a las minorías, en el amplio sentido de su
expresión, es decir, a las minorías estructurales y políticas. En la sociedad
siria bajo la dictadura, las libertades civiles y políticas se limitaron pero
las libertades sociales están mejor protegidas que en muchos países árabes. El
ejemplo dado por los medios de comunicación sectarios de Arabia Saudí, Qatar y
del Golfo no dan ninguna confianza a muchos sectores de la población. Si nos
fijamos en la reacción que se produjo en Alepo después del ataque de los grupos
militares en la ciudad podemos entender el conflicto invisible entre dos
sectores: uno esencialmente rural, tradicionalista, marginado e influenciado
por grupos salafistas. El segundo, integrado por gentes urbanas y minorías que
siguen temiendo a esos grupos violentos. Sin embargo, algunos periodistas
superficiales siguen hablando de Alepo como la Bengasi de Siria (Sic).
Tal vez sea necesario revisar los elementos problemáticos del modelo
libio en Siria. Muy tempranamente, algunos políticos sirios y franceses e
intelectuales trataron de copiar el ejemplo de Libia, desde cambiar la bandera
a pedir la intervención de la OTAN. En cuanto a estructura, función y proyecto
político, el Consejo Nacional Sirio representa la copia siria del Consejo de
Transición Libio (CTL). El señor Alain Jupe, ex-ministro francés de Asuntos
Exteriores, cometió el lapso de llamar al CNS con las iniciales del CTL. Tenían
el referente de la reorganización de Libia para Siria, acto segundo, que
nosotros consideramos como una verdadera tragedia. Yo me reuní muy rápidamente
con algunos diplomáticos rusos; comprendí que padecen lo que podemos denominar
como en psicoterapia, el complejo de Libia. No sólo eso, sino que
descubrieron muy pronto que esta era la ocasión para abrir la puerta a la era
post unipolar estadounidense; “astucia de la razón”, en palabras de Hegel; los
progresistas sirios que fuimos los primeros en luchar contra la dominación
estadounidense, ¿nos encontramos ahora pagando el precio de esta
transformación?
Otra de las sorpresas es que la región kurda de Siria no quiere unirse
al ELS. Una “comisión de alto perfil” integrada esencialmente por las fuerzas
políticas más importantes (el Partido de la Unión Democrática, PYD y el
Congreso Nacional Kurdo, CNK) están tratando de negociar un tipo de
administración local democrática bajo la dura mirada de un gobierno anti kurdo
en Ankara. Las cancillerías europeas se niegan a ver en este acontecimiento una
continuidad normal de la tradición política del movimiento político kurdo de
Siria, que ha constituido el único ejemplo pacífico de todo el Kurdistán.
No hay duda de que las miradas externas que comenzaron hace algún tiempo
a investigar y a planificar el llamado ‘día después’ se hallan muy lejos de la
realidad sobre el terreno. Incluso las decisiones de la Conferencia de la
oposición siria en El Cairo, de julio de 2012, llamaban a apoyar al ELS y a la
resistencia armada olvidándose de afirmar la importancia de la resistencia
civil, de la formación de comités populares y de las estructuras ciudadanas que
podrían reducir el caos de la violencia, el crimen organizado, a los grupos
salafistas y a los yihadistas extranjeros.
Nunca en la historia moderna de la región hemos visto un ejemplo de
democracia construida en medio de tal escalada de violencia.
¿Hacia dónde vamos? ¿Es la “victoria militar” un término apropiado para
describir las probabilidades de la llamada Ghalaba mahaliyya (el
predominio local), utilizando la terminología de Ibn Jaldún sobre la
incapacidad de construir un Estado Central?
En 2011, fuimos ejemplo para muchos pueblos y naciones. Hoy en día no
somos sino una pequeña parte en un juego de naciones.
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