Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Estimad@s compañer@s
hace unos días salió una
publicación en varios medios de prensa (resumo previamente la misma)
atacando la Políticas de Soberanía Alimentaria en Bolivia, es
por ello que me permití redactar un manfiesto contestatario (cuyo
contenido se publicó en extenso en la época) , para su
consideración, de un economista a otro…
"Soberanía alimentaria: innecesaria y costosa" (JAVIER PAZ, Magister
en Economía )
Nos explican los defensores de la soberanía alimentaria que un país debe autoabastecer sus necesidades de alimentos. ¿Pero por qué? Precisamente, el propósito del comercio internacional es que cada país produzca lo que mejor se adapte a sus condiciones, venda su producción a otros países y les compre aquello que no le conviene o no puede producir.
La soberanía alimentaria es innecesaria, ya que si un país no produce
cierto alimento, no quiere decir que no pueda consumirlo; es, además, costosa,
porque existen ciertos productos que no son aptos para ser cultivados en un
país.
Y cuando un país se embarca en esta tontería, hace que la canasta de
alimentos se encarezca, castigando al consumidor. Por supuesto, son los más
pobres los que en términos relativos sufren más. La política de soberanía
alimentaria es un eufemismo para lo que en economía se llama sustitución de
importaciones. El discurso de la soberanía alimentaria apela al nacionalismo,
incluso a la xenofobia. Por eso no nos debe sorprender que abunden políticos
que enarbolen este discurso. Tampoco nos debe sorprender que empresarios
agroindustriales promuevan el debate, ya que buscan obtener algún subsidio,
barrera arancelaria o monopolio que los proteja de la competencia u otros
beneficios de parte del Estado. Pero es lamentable que economistas también
promuevan esta costosa e innecesaria falacia… Y los hay de sobra.
(ahi va mi respuesta...)
LA SOBERANÍA ALIMENTARIA: UN INSTRUMENTO POLÍTICO
Fernando Arenas Silvetty(*)
Al leer el artículo “Soberanía alimentaria: innecesaria y costosa”[1],
pregunto: ¿innecesaria para quiénes?, pues quienes vivimos esos periodos de
dependencia de la donación del trigo de EEUU y la exportación libre e
irrestricta de los alimentos en los cuales se reafirma la vigencia del
“exportar o morir”, recordaremos que son esos tiempos donde se cimentó –gracias
a los anteriores gobiernos– una Bolivia condenada a perpetuidad a la
exportación primaria, además de presentar cuadros alarmantes de desnutrición
crónica infantil (37% en 1990, según datos de la CEPAL).
Actualmente, la lucha por la reversión de los males anteriormente descritos
toma como principio la inclusión gradual de nuevos sectores productivos y
asociaciones, que haciendo cumplir nuestra CPE coadyuvan al crecimiento
económico, expresado en las cifras económicas que ni el más pesimista de los
analistas –sea neoliberal, progresista y hasta oficialista– pueden rebatir.
Ahora bien, al apelar el autor del artículo antes citado al clásico modelo
de D. Ricardo para el comercio exterior, aún no puede entender que el principio
del mismo está cimentado también en la teoría de la distribución y la renta de
la tierra, donde la especialización no nace por la incapacidad de producción de
un determinado bien, sino por el aprovechamiento de la tecnología y el recurso
de la fuerza de trabajo a través del desarrollo de los costes relativos, que
desembocan en la ampliación de la frontera del consumo. Por lo tanto, entendemos
entonces que el término “costosa” adquirirá un carácter dual en el sentido de
que la satisfacción primaria de la alimentación, además de apuntar a la
autosostenibilidad, no tiene precio porque su satisfacción total es el punto de
partida para el desarrollo humano de una sociedad y para la satisfacción de
necesidades complementarias.
En este sentido, la soberanía alimentaria –entendida como una independencia
para lograr un desarrollo agrícola que priorice su mercado interno– es la clave
para lograr mejores resultados en el resto de los sectores productivos de un
país, más aún si se tiene en cuenta que se cuenta con el recurso tierra como
elemento fundamental para el desarrollo de las fuerzas productivas, que son las
que al final de cuentas mueven todo el complejo de la producción global de un
país.
Otro elemento relevante estriba en que ni siquiera se tomaron en cuenta las
condiciones externas referentes a la crisis alimentaria mundial, en si
encerraría el verdadero encarecimiento y costo de la importación de alimentos
hacia Bolivia.
Con ello queda demostrado que no se puede circunscribir un principio del
desarrollo de un proceso productivo a uno meramente comercial, siendo que en
los hechos reales se toma como punto eje para el desarrollo de un país el
desarrollo de las fuerzas productivas.
Por lo tanto, la discusión de la soberanía alimentaria no es una cuestión
de simplemente saber cuánto se compra y cuánto vale, sino es tarea de cada
boliviano promover, asegurar y velar por su capacidad productiva sostenible a
lo largo del tiempo, dejando a un lado el eufemismo de plantear que la
soberanía de un país es costosa e innecesaria.
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