Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por Carlos Ernesto Ichuta Nina
Tras
la victoria electoral de Evo Morales, en 2005, Álvaro García Linera dio a
conocer que una de las principales tareas del nuevo gobierno consistiría en la
constitución de un nuevo modelo económico, al que llamó “capitalismo
andino-amazónico”. Tal quimérica idea, que reflejaba de algún modo la
excentricidad de un sociólogo no formado en el campo de la sociología, provocó
una pronta reacción cual si se tratara de una muy mala broma.
Pero,
contrario a la reacción de los intelectuales reacios al Vicepresidente, éste se
dio a la tarea de defender su idea ante los medios de comunicación; ante
estudiantes universitarios; intelectuales de diferente postura y ante
estudiosos dedicados al análisis de la problemática política boliviana, los
cuales terminaban maravillados con la inventiva de García Linera. A modo de
entrevistas, dicha defensa apareció impresa en distintos libros en Argentina,
Brasil, Ecuador, México e incluso en la revista británica New Left Review.
Demás está mencionar las publicaciones del Colectivo Comuna.
El
capitalismo andino-amazónico suponía, en palabras de García Linera: “La
construcción de un Estado fuerte que regule la expansión de la economía
industrial, extraiga sus excedentes y los transfiera al ámbito comunitario para
potenciar formas de autoorganización y de desarrollo mercantil propiamente
andino y amazónico, evitando que lo moderno exprima y quite todas sus energías
a lo comunitario, potenciando su desarrollo autónomo” (Le Monde Diplomatique,
enero de 2006).
Sin
embargo, tres años después de aquella victoria electoral, en una exposición
hecha a los medios de comunicación, el propio Vicepresidente abandonó su idea
como justificando el vapuleo de sus críticos. Esta defensa apareció además
publicada en el tercer número de la revista de Análisis Reflexiones Sobre la
Coyuntura, editado por la Vicepresidencia. La defensa en cuestión apareció bajo
el título: Del liberalismo al Modelo Nacional Productivo: Los ciclos de la
economía boliviana; en éste, echando mano de una serie de estadísticas, Álvaro
García habla simplemente de un “Nuevo Modelo Nacional Productivo” que supondría
un ciclo posterior a los ciclos liberal, “nacionalista revolucionario” (que en
términos de precisión sería desarrollista) y neoliberal, augurándole una larga vida.
Además,
como componentes fundamentales del Nuevo Modelo, el Vicepresidente señala al
Estado, a la inversión privada boliviana y a la inversión privada extranjera,
no mencionando ya en absoluto lo comunitario, aunque sí que “exportamos en
segundo lugar minerales y seguimos siendo un país minero”. Ese abandono
discursivo coincide con la lejanía que el Estado ha venido manifestando
respecto a los conflictos mineros que lastimosamente han llegado a ser
persistentes. Lo paradójico es que, pese a su aberrante sentido, es posible que
en la lógica del capitalismo andino la convivencia de distintos modos de
producción hubiera sido posible, ya que lejos de cualquier ilusión
anticapitalista, la relación entre organización cooperativa, modo de producción
capitalista y protagonismo económico de Estado eran atribuibles precisamente a
la idea del capitalismo andino.
Desde
ese punto de vista parece claro que dicha idea fue abandonada por cálculo
político, porque prometía mucho más de lo que permitiría realizar. Pero el costo
de este abandono ha sido la confrontación entre creyentes (mineros esperanzados
en lo que el Gobierno podía hacer) y protegidos (mineros asalariados), lo cual
ha dejado al Gobierno en el ámbito del “dejar hacer dejar pasar”, que asumido
como estrategia supone esperar que los conflictos se agoten por sí mismos o se
recurra al “auxilio” del Estado en busca de soluciones.
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