Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por Luciano
Wexell Severo
En la madrugada del lunes 8 de octubre, el Consejo Nacional Electoral
(CNE) de Venezuela anunció la nueva victoria de Hugo Chávez. El resultado
electoral confirmó todas las previsiones de los últimos meses y demuestra un
progresivo aumento del apoyo popular al proceso de transformaciones sociales
venezolano. Según el primer boletín del CNE, con el 90% de las urnas
contabilizadas, Chávez obtuvo 7.440.082 (54,4%). El pueblo venezolano escribió otra
bella página de su historia al derrotar al candidato de la oligarquía, de los
grandes medios de comunicación y del imperialismo estadunidense. Y eso sería
memorable aunque fuese por un voto. Pero la victoria fue por más de un millón
de votos. La abstención fue de solamente un 19,1%, una de las más bajas de las
últimas décadas. El principal opositor Capriles Radonski, del Movimiento
Primero Justicia (MPJ), tuvo 6.151.544 votos (45%).
El objetivo de este artículo es llamar la atención para el avance de la
participación política y demostrar que hay una tendencia creciente de
ampliación del apoyo popular a Chávez desde su primera elección en 1998. En 13
años, el país tuvo diversas elecciones y referendos de consulta abierta. El
actual presidente disputó y ganó las contiendas de 2001, 2006 y ahora 2012.
En 1998, Chávez enterró el llamado Pacto de Punto Fijo.
Pese a la resistencia de la oligarquía venezolana, que en aquel entonces
todavía concentraba el poder sobre la empresa Petróleo de Venezuela S.A.
(PDVSA), vinieron abajo 40 años de alternancia de los partidos Acción
Democrática (AD) y Comité de Organización Política Electoral Independiente
(COPEI) en el Palacio de Miraflores. Chávez ganó las elecciones con un 56,2% (
3.674.021 de votos) contra un 43,8% ( 2.864.343 de votos ) de los demás
candidatos .
Pocos meses después, el mandatario cumplió una de sus antiguas
propuestas y convocó un referendo popular sobre la posibilidad de elegir una
Asamblea Constituyente con funciones de elaborar una nueva Carta Magna. Ese
referendo fue aprobado en abril de 1999 con el 87,7% (3.630.666 de votos).
Posteriormente se convocó la elección de la Asamblea Nacional Constituyente,
cuando los partidarios de Chávez obtuvieron el 66% de los votos y eligieron el
90% de los parlamentares. En diciembre del mismo año, el proyecto de
Constitución fue sometido a un nuevo referendo y aprobado con el 71,8%,
equivalentes a 3.301.475 de votos.
A continuación, fueron convocadas para julio del año 2000 las llamadas
mega-elecciones generales, ocasión en la cual Chávez fue nuevamente vencedor,
ahora bajo la Constitución de 1999, con el 59,8% (3.757.773 de votos). El Polo
Patriótico, bloque chavista, conquistó el 58% de los cargos de la nueva Asamblea
Nacional. Los electores demostraron nuevamente su rechazo con relación a los
partidos políticos tradicionales, que obtuvieron resultados bastante modestos:
AD alcanzó 33 diputados (el 16,1% de los votos) mientras COPEI eligió seis (el
5,3%). Por primera vez en su historia, los dos partidos juntos alcanzaron
solamente el 21,4% del total de votos.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es una de las
pocas del mundo que establece la posibilidad de suspensión de mandatos del
Poder Ejecutivo después de cumplida la mitad del ejercicio. Ese instrumento
creó una oportunidad sin precedentes para que una parcela insatisfecha de la
población, un 20% de los electores, pueda convocar referendos con el objetivo
de interrumpir mandatos y convocar nuevas elecciones. Bajo amparo de esa norma,
en agosto de 2004 fue realizado un referendo que ratificó a Chávez en la
Presidencia con 5.800.629 de votos (59,1%) contra 3.989.008 de votos (40,6%).
En diciembre de 2005 fueron realizadas elecciones parlamentarias. Frente
a la visible victoria abrumadora de las fuerzas bolivarianas, la oposición
intensificó –a través de sus medios comunicacionales– una campaña en contra del
Poder Electoral, el Consejo Nacional Electoral (CNE) y sus reglas. El grupo
opositor reivindicó la eliminación de las máquinas capta-huellas, exigió que se
contaran los votos manualmente uno a uno y casi pidió que se les regalaran 500
mil votos de ventaja antes de abrir la primera urna. Consciente de su derrota y
resuelta a no reconocerla, la oposición hizo otra maniobra inaudita: se fugó de
los sufragios, alegando inseguridad y falta de garantías de elecciones limpias.
Después, los derrotados acusaron al gobierno de concentrar el 100% de los
diputados de la Asamblea Nacional, del Parlamento Latinoamericano y del
Parlamento Andino.
En las elecciones presidenciales de 2006, el margen de votos pro-Chávez
continuó ampliándose. El candidato bolivariano obtuvo 7.309.080 votos (62,8%)
mientras la oposición sumó 4.321.072 votos (37,2%). El candidato opositor con
más votos fue el entonces gobernador del estado Zulia -y hoy prófugo de la
Justicia, Manuel Rosales, quien obtuvo el 36,9%. Rosales había sido miembro del
partido Acción Democrática (AD), pero en 1999 fundó la agrupación “Un Nuevo
Tiempo”. El día 12 de abril de 2002, cuando el golpe de Estado en Venezuela,
fue al Palacio para firmar el decreto de posesión del empresario golpista Pedro
Carmona, El Breve.
En 2007, 2008 y 2009 hubo otras tres elecciones que pueden enriquecer
este análisis. Deben notarse las grandes diferencias entre elecciones
presidenciales, sufragios regionales y referendos nacionales. Es evidente que
la participación tiende a ser mucho más amplia en las primeras. Además, en las
elecciones presidenciales se expresa efectivamente el apoyo o el repudio a un
candidato específico, mientras que en las demás, dichas voluntades no se
reflejan de forma totalmente clara y absoluta. En los comicios regionales, por
ejemplo, puede ser que los ciudadanos no logren asociar un determinado candidato
bolivariano con la figura de Chávez y con la Revolución. Es decir, hay estados
y municipios en los cuales el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)
perdió la elección sin que eso signifique que Chávez perdería si fuera
candidato.
La propuesta de Reforma Constitucional de 2007 fue la primera y única
derrota electoral de Chávez. De manera poco planificada, el gobierno intentó
aprovechar el elevado índice de popularidad del proyecto bolivariano para
quemar etapas. Propuso la modificación de 69 de los 350 artículos de la Carta
Magna de 1999. La iniciativa fue derrotada: 50,7% (4.379.392 de votos) contra
49,3% (4.504.354 de votos). Una diferencia de menos de 125 mil votos en un
universo de casi 17 millones de aptos a votar. La expectativa de la oposición estaba
basada en esa victoria apretada contra la Reforma, no exactamente contra
Chávez. Por un lado, la oposición relacionó su victoria en la Reforma con un
rechazo a Chávez. Por otro lado, es posible suponer que casi 3 millones de
partidarios de Chávez no asociaron la Reforma con el presidente. La abstención
fue del 45% y se puede decir que en ese día los chavistas simplemente no fueron
a votar.
En noviembre de 2008, ocurrieron nuevos comicios regionales, en 22 de
las 23 gobernaciones y en las 327 alcaldías venezolanas. Las elecciones
confirmaron de nuevo la amplia supremacía de las fuerzas bolivarianas. Aunque
el voto continúe siendo optativo en el país, no obligatorio, el sufragio
presentó un índice de abstención del 35%, uno de los menores de la historia de
las disputas regionales del país. Había 16.699.576 inscritos en el registro
electoral, número que aumentó mucho desde 2003, con la Misión Identidad. En el
período del Punto Fijo muchos pobres no tenían
documentos, lo que reducía la abstención y encubría la pobreza, el
analfabetismo y otros indicadores económicos y sociales.
Los
resultados post-2008 demuestran que el mapa nacional continuó “teñido
de rojo” , ahora con el PSUV como principal agremiación: ganó en 17 de
los 22 estados en disputa (un 77,3% del total) y en 265 de las 327
alcaldías
(un 81% del total). La base de apoyo a Chávez superó los 5,7 millones de
votos.
Otra vez vale recordar que una cosa es votar por un candidato del
partido de
Chávez y otra cosa, distinta, es votar por él. La oposición (UNTC y MPJ,
acompañados por lo que todavía queda de AD, COPEI, URD, MAS, Causa Я y
Podemos)
ha mantenido más o menos el mismo número de votos de los últimos
procesos
electorales (4,5 millones en 2007).
Aún sobre las elecciones de 2008, cabe resaltar que la oposición
conservó el poder en las gobernaciones de Nueva Esparta (Isla Margarita) y
Zulia, además de haber conquistado los importantes estados Miranda, Carabobo y
Táchira (los últimos dos por un margen muy pequeño de votos), así como la
Alcaldía Metropolitana de Caracas. Hay otros seis puntos importantes: 1) el
ex-vicepresidente de la República y gobernador Diosdado Cabello fue derrotado
en el estado Miranda por Henrique Capriles Radonski; 2) el ex-ministro
Aristóbulo Istúriz perdió las elecciones de la Alcaldía Mayor para Antonio
Ledezma (ex-AD); 3) el ministro Jesse Chacón fue derrotado en la popular
parroquia Petare para un candidato del partido Primero Justicia (ambos
obtuvieron mucho menos votos que las abstenciones); 4) un 55,3% de los votos totales
de la oposición provienen de los estados Zulia, Carabobo, Miranda y Caracas
(las áreas de mayor producción industrial); 5) los estados Zulia y Táchira
tienen alta relevancia geopolítica por tener cerca de 700 kilómetros de
frontera con Colombia; y 6) Manuel Rosales, el prófugo, ganó con un 60% la
alcaldía de Maracaibo, que era gobernada por el PSUV.
Pese a los tropiezos, el resultado expone una victoria de Hugo Chávez y
las fuerzas nacionalistas. Uno de los primeros acontecimientos posteriores al
triunfo fue el rescate de la discusión sobre la relección presidencial. El tema
era crucial para la continuidad del proceso bajo liderazgo de Chávez. El
articulo 230 de la Constitución de 1999 preveía que: “ El periodo presidencial
es de seis años. El presidente o presidenta de la República puede ser reelegido
o reelegida de inmediato y una sola vez para un nuevo periodo ” . La Asamblea
Nacional aprobó y el Consejo Nacional Electoral convocó un referendo popular
para la aprobación o no de una Enmienda Constitucional. En medio a las
discusiones, la propuesta fue ampliada, abarcando la posibilidad de reelección
también para gobernadores, alcaldes y diputados (nacionales y regionales).
El día 15 de febrero de 2009, 6.310.482 venezolanos votaron por el “ Sí
” , que obtuvo 54,8% de los votos validos. El “ No ” , que aglutinaba los
partidarios de la oposición, alcanzó 5.193.839 de votos (45,1%). Mientras
Chávez obtuvo 7,3 millones de votos en las elecciones presidenciales del 2006,
su propuesta para poder postularse a la relección por tiempo indefinido tuvo
6,3 millones. Ese resultado puede ser interpretado de diversas formas. Una es
que había gente que apoyaba Chávez pero no estaba de acuerdo con la posibilidad
de relección indefinida. Otra conclusión posible es que una cantidad de
partidarios de Chávez no hayan dado la debida importancia al referendo y a la
propuesta de relección. Una tercera interpretación, la asumida por la
oposición, argumenta que entre 2006 y 2009 Chávez ha perdido cerca de 1 millón
de seguidores.
El nuevo triunfo del presidente, en 2012, amplía el horizonte de
transformaciones estructurales de Venezuela. El gobierno ha fortalecido el
papel del Estado en la economía, con mayor poder para planificar e implementar
políticas, buscando intervenir – con creciente participación popular – en los
principales medios de producción. Internamente, el petróleo ha financiado la
estructuración y el fortalecimiento del mercado nacional, con un proceso
soberano de industrialización (distinto a la industrialización dependiente y
asociada a las transnacionales, llevada a cabo a partir de los años sesenta por
Rómulo Betancourt y Nelson Rockefeller), la creación de nuevas empresas básicas
e importantes obras de infraestructura.
Paulatinamente, los recursos que antes habían sido canalizados para las
compañías petroleras o hacia cuentas bancarias de la élite privilegiada, fueron
transformados en herramienta del Estado para combatir la pobreza y la economía
rentista, improductiva e importadora. Externamente, los recursos del petróleo
han sido utilizados como instrumento para la integración latinoamericana y
caribeña, así como para el impulso a la construcción de un mundo multipolar.
Venezuela ha asumido una nueva posición en sus relaciones internacionales:
intenta diversificar su producción y sus exportaciones; diversificar los
orígenes y los destinos del intercambio, no dependiendo comercialmente de un
país comprador o un país proveedor.
La gran victoria de Chávez abre las puertas, por lo menos hasta 2019,
para un camino largo hacia la consolidación de un país independiente, soberano
e industrializado. El gran espectáculo democrático de todos los venezolanos
debería ser suficiente para abrir los ojos de los desinformados. Debería ser
suficiente para ridiculizar a los grandes medios de comunicación, que niegan lo
que es innegable. Ganó Chávez, de nuevo. Ganó la democracia en Venezuela. Los
derrotados fueron la élite liberal y privatizadora, las transnacionales del
petróleo y del gas, los poderosos medios de comunicación. Junto a los
perdedores, por detrás de ellos, están la CIA y el Departamento de Estado de
los Estados Unidos.
El autor es profesor de
Economía, Integración y Desarrollo en la Universidad Latinoamericana del
Brasil.
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