Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
El médico y el soldado
Para dimensionar la figura del Che es preciso volver a su juventud, su
sensibilidad humana y a su afán de conocimiento.
Me vienen a la mente, algunas fotos que permiten explicar al ser humano
y su entorno, retratando no sólo la fisonomía sino los contextos en que se
despliega. A partir de ello, tratar de escrutar el perfil de la persona que se
pone en una u otra circunstancia.
Pienso en una conocida foto del Che, echado en un balcón, con las manos
cruzadas detrás de la nuca a modo de almohada y en la que aparece mirando el
cielo, a decir de Atawallpa Yupanki, cual si fuera pastor de nubes.
Esa foto denota la capacidad de soñar despierto que el Che tenía. Pero
sus sueños tenían un popularizado refrán de este tiempo: “si se puede soñar, se
puede realizar”.
El joven estudiante de medicina que aparece en la foto, ya planificaba
conocer la realidad política, cultural y social del continente y con su amigo
Granado, montar “La poderosa” y emprender miles de kilómetros no sólo llenando
su alma de paisajes de insondable belleza natural, sino también, conociendo las
culturas precolombinas que los habitaban y sobre todo, conociendo la realidad
política y social de la gente que los habitaba.
Estos rasgos que hablan de una profunda sensibilidad social, con el
tiempo, como el mismo diría, se fueron afinando para pasar del puro
conocimiento al sentimiento: es decir, el Che, no solo conocía con la razón,
sino que también, era profundamente impactado en sus sentimientos, hasta ser
capaz de sentir en su propia piel, cualquier injusticia que se cometiera contra
quienes por su posición o condición social y económica, sufrían los abusos de
los poderosos. El Che sentipensaba.
La otra foto que se me viene a la memoria es una foto tomada sobre la
balsa Mambo Tango, una balsa sobre la que aparece el Che junto a Granado
navegando por el rio Leticia, afluente del Amazonas, balsa hecha de callapos
atados uno junto a otro hasta formar una estructura básica para entrar o salir
del leprosario en cual había ido a servir, a acompañar a un conjunto de hombres
y mujeres confinados en lo profundo de la selva por su condición de salud que
los hacía vulnerables frente al conjunto de la sociedad: la lepra.
Los leprosos eran seres que por entonces debían vivir aislados y
separados del resto de la sociedad. Sólo unas monjas que por sus convicciones
religiosas, vivían con ellos. Y el Che, encontró entre ese conjunto de sujetos,
un motivo para poner en práctica lo que había aprendido como estudiante de
medicina. Su profunda vocación humana se manifestaba sin falsos ropajes, sino,
directamente y en la práctica, conviviendo, tocando sus cuerpos enfermos,
comiendo y durmiendo, junto a aquel grupo de “exilados del planeta tierra”.
Estos sentimientos y pensamientos, dignos de un ser
humano cabal, sin embargo, no lo hacían de por si revolucionario. Son
condición, para formar un humanista notable, más no necesariamente a un
revolucionario.
Y aquí viene a mi memoria una tercera foto, tal vez
la primera junto a Fidel, en la que aparecen juntos dejando su temporal prisión en Mexico, cuando cayeron presos en la
granjita en la que entrenaban tiro, para su futura epopeya del Granma, el yate
que los conduciría a iniciar la nueva gesta revolucionaria cubana, siguiendo
los pasos de Martí y Maceo.
Esta es una foto importante, pues está claro, según
posteriores relatos de Fidel, quien ya libre de la prisión policial, vuelve a buscar al Che, que aparece entre un
conjunto de catres vacíos, como Fidel lo diría, siendo el último en ser
liberado porque frente a las autoridades policiales mexicanas se había
declarado marxista y revolucionario.
Para ese momento, luego de haber vivido la derrota
de Arbenz en Guatemala, el Che ya había asumido una posición política que lo
convertía en potencial revolucionario: había asumido una posición ideológica
que la traducía en una práctica política: como médico se sumaba al proyecto del
Granma.
Para el la teoría y la práctica iban de la mano,
sino no podían sostener su convicción marxista. Y su marxismo siguiendo a Lenin, no
podía dejar de tener otra marca: el anti imperialismo. Guatemala había
esclarecido al Che sobre la directa relación entre la política capitalista y su
intensa ligazón con el imperialismo.
Concluida la travesía del Granma, el salto
cualitativo de su transformación de humanista en revolucionario, se produce en
la Isla de Cuba, en Alegría de Pío, cuando la columna que caminaba entre
manglares y cañaverales, fue emboscada.
Sorprendidos deben salir del claro e internarse
entre las cañas para protegerse y salvar su vida del fuego cruzado de
ametralladoras: en ese momento, el Che médico, el profesional médico de la
expedición del Granma, se ve ante la disyuntiva de recoger su mochila cargada
de medicamentos, o un fusil para continuar el proyecto revolucionario.
Y en su diario cuenta que decidió coger el fusil y
dejar la mochila. Decidió primero ser soldado y después médico. Esta definición
marcaría su vida. No sólo por lo certera que fue en su momento, pues permitió
salvar uno de los siete fusiles con los que continuaron los doce hombres
sobrevivientes de la expedición. Hubiera sido posible la revolución cubana con
seis fusiles y una mochila de medicamentos? Nunca lo sabremos, pero lo real fue
que la decisión inmediata del Che de salvar esa arma, devino después en el
triunfo revolucionario de la Cuba del 59.
Estos pasajes de sus Notas de Viaje, posteriormente
bautizado como el Diario de Motocicleta y Pasajes de la Guerra Revolucionaria,
de su después conocido como Diario de Campaña de Cuba, más las fotos familiares
de referencia, nos pintan al ser completo del Che, al humanista en su
transición al revolucionario, del médico al soldado y en este estadio, del
combatiente al Comandante.
Porque hacemos
esta reflexión a 45 años del asesinato del Che?
Porque con sorpresa, hoy vemos y escuchamos que se
denomina revolucionarios a personas que en el mejor de los casos cumplen su
obligación con cierto empeño. Y eso es degradar el concepto, la idea del ser
revolucionario. Eso es no entender las revoluciones.
Nuestro proceso de cambio se ha preñado, llenado la
boca, pintado las paredes y saturado de spots publicitarios con esta palabra.
Pero como mostró el Che, la Revolución es entrega,
es aporte, es dar, es romper la lógica de la economía liberal que todo lo
compra y vende, para dar espacio al regalo de tiempo, de energía, de trabajo
voluntario junto a la comunidad en la que desarrolla su actividad.
Para el Che la política era un acto de servicio en
el cual, de ser consecuente, había que jugarse la vida misma.
El liberalismo, en esta su etapa de individualismo
extremo como modelo de vida, ha convertido la política en un negocio, en una
inversión, por lo que en vez de regalar lo mejor de uno, lo que se busca es
cobrar cada segundo que se emplea. Y cobrar caro.
Hoy, detrás de la política y la palabra revolución,
se han mimetizado cientos sino miles de personas que esencialmente son
contrarevolucionarias, pero que se han camuflado en un discurso radical, e
incendiario, matizado de alabanzas y loas o exacerbando contradicciones
secundarias, que impiden pensar críticamente la práctica, defendiendo en
realidad el status quo.
Como el Che sostenía, las revoluciones son tales o
sólo caricaturas de revolución, es decir, no hay revoluciones a medias.
Esto significa que las revoluciones no se logran
con la toma del poder, sino y fundamentalmente, de lo que se trata es tomar el
poder y transformar las estructuras del poder montadas por el gobierno y
concepción de estado derrotados. Es producir un nuevo Estado.
Nuestro proceso de cambio, ha producido
nominalmente, legalmente un nuevo Estado, con una nueva Constitución, que debe
ser entendida como el programa de transición hacia una nueva sociedad, la
sociedad socialista con características bolivianas, la sociedad del Vivir Bien.
Ese avance constitucional, sin ser lo ideal, es
innegable, como innegable es haber develado que nuestra sociedad era una
sociedad racista y que encubría la discriminación social: los indígenas y
campesinos nunca más serán tratados como personas de segunda clase.
La recuperación de los recursos estratégicos para
el Estado, son otra realidad, aunque con las limitaciones que impone el mercado
internacional.
Más allá de estos logros esencialmente simbólicos,
podemos aseverar que esta transición nos llevará indefectiblemente a una
revolución socialista?
Definitivamente no, pues medidas similares por su
carácter estructural y simbólico ya fueron practicadas y producidas por la
denominada Revolución Nacional de 1952, y sus resultados a la larga, devinieron
en la estructuración de una nueva casta oligárquica, financiero dependiente,
ligada al capital internacional, que usó como proceso de acumulación originaria
de capital el usufructo del aparato Estado y en su proyección histórica, el
narcotráfico y el contrabando, especialmente en el período de gobiernos
militares.
La revolución para el Che es un proceso permanente
e ininterrumpido, que además no se puede producir en un solo país y siempre
estará en vilo mientras el imperialismo siga teniendo intereses en determinados
territorios.
Por tanto, cualquier proyecto revolucionario no
puede contentarse con la toma del gobierno. Aún sea como en nuestra historia
actual con las transformaciones estructurales mediante procesos democráticos,
con mayorías absolutas parlamentarias. En nuestro caso, los 2/3 parlamentarios,
no significan mucho, pues por diferentes motivos pueden dejar de serlo. La
soberbia de los 2/3 debe ser erradicada pues puede transformarse en derrota
estratégica por la volatilidad de los movimientos sociales y sus a veces
contradictorios intereses.
El imperio y sus administradores locales no cejarán
en sus intentos de subvertir el nuevo orden y las proyecciones del Estado
Plurinacional. La reacción no está derrotada, sigue y seguirá conspirando.
No es casual el modelo de implosión interna que
busca quebrar el bloque social revolucionario que hizo gobierno al Presidente
Evo Morales. Dividir, dividir, dividir, es su consigna. Así no es casual la
división entre mineros cooperativistas y asalariados, entre indígenas tanto de
tierras altas como de tierras bajas, entre cocaleros de La Paz y de Cochabamba,
la fragmentación de la clase media entre quienes tienen piel más cobriza o más
blanqueada, como en organizaciones del movimiento popular como Sindicatos e
incluso las organizaciones de derechos humanos. El fundamentalismo y
radicalidad discursiva que esgrimen parte de estos grupos, lejos de proponer
caminos a la revolución del Vivir Bien, lo que hacen es minar su camino.
Por otra parte, al interior del bloque social
revolucionario, el uso errado del poder también está produciendo fracturas. Dirigentes
sociales convertidos en autoridades públicas, no habían sido las mismas
personas.
El uso del poder ha ido transformando,
metamorfoseando sus psicologías y ambiciones llevando a los colonizados, no ha romper
las cadenas de la colonización, sino a compartir el lugar del colonizador y
sojuzgar a sus hermanos, intentando desarrollar nuevos proyectos capitalistas,
que por muy endógenos que resulten, serán contradictorios a un proyecto de
revolución socialista con características propias, pero esencialmente anti
capitalista.
La corrupción y uso indebido del poder, el
contrabando, el narcotráfico, la explotación minera ilegal de minerales y
tierras preciosas, el tráfico de tierras, la protección al capital financiero y
bancario eran realidad de gobiernos pasados pero reaparecen hoy con fuerza
inusitada, en nueva alianza con algunos dirigentes que pueden conducir el
proceso de cambio a un descrédito, que frene toda la transformación
estructural.
Por eso una revolución no puede burocratizarse. Por
eso los dirigentes no pueden ser intocables. Las revoluciones son procesos de
movilización constructiva, es decir, con propuestas, con participación en las
decisiones que afectan a la comunidad. Lo técnico no puede definir lo político.
Ministros y vice ministros son mandatarios, es decir, depositarios de mandato y
no mandamases, no mandantes.
Por otra parte señala el Che, que la revolución no
puede darse en un solo país y por ello es importantísimo ir contagiando los
resultados del proceso en América Latina y del Caribe.
Nuestro internacionalismo debe estar presente y
preservando los avances y logros revolucionarios en el Continente. Por eso
habremos de asumir al ALBA como nuestro logro y defenderlo como una preciada
creatura e instrumento de liberación continental.
(A propósito, vaya un caluroso saludo al nuevo
triunfo electoral del Presidente Chavez y al pueblo venezolano, revolucionario
y bolivariano. Su triunfo es también nuestro triunfo)
Esto sin negar los otros procesos de integración que
se viene produciendo. La integración no es un proceso fácil, y esa es una
importantísima trinchera que muchas veces no es comprendida en su verdadera
dimensión. El soporte multilateral, bilateral y por bloques regionales a los
procesos de transformaciones estructurales, es una tarea sobre la que el Che
también nos dejó ideas que deben inspirarnos.
La teoría del foco, que sostiene que no es
necesario que estén dadas todas las condiciones para iniciar una revolución,
traída al proceso de cambio, también nos debe seguir inspirando para crear
condiciones objetivas y subjetivas. El proceso de cambio, no presenta todas las
condiciones, y por eso mismo, aunque no se den todas las condiciones del
cambio, debemos actuar en él, para contribuir a crearlas, junto a las
organizaciones sociales movilizadas. Como en el foco guerrillero, esta es una
decisión de vida o muerte, de triunfo del pueblo, o de su derrota y retroceso.
Finalmente, los guevaristas no dejaremos de ser
combatientes: si ayer lo fuimos frente a las dictaduras militares, hoy seremos
combatientes contra el burocratismo, el oportunismo, los nuevos “nuevos
burgueses endógenos”, las expresiones militares reaccionarias que hoy se
encuentran camufladas de democráticas y aquellos dirigentes que habiendo
sucumbido ante sus apetitos personales, están traicionando el proceso de
cambio, frenando el proceso de transformaciones estructurales, que si es correctamente conducido nos pueden llevar a
construir el socialismo con características bolivianas, la revolución del Vivir
Bien.
Ese el mensaje inspirado en el pensamiento y
práctica del Che como motivo de reflexión para el proceso de cambio, en este 45
aniversario de su asesinato y los 30 años de democracia en Bolivia.
Hasta la victoria siempre!!!
Venceremos!!!!
Ponencia del Movimiento Guevarista, leída en el acto por los 45 años de la muerte de Ernesto Che Guevara
La Paz, 10 de octubre de 2012
Comentarios
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios