Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por Lucía Sauma
Los feminicidios no se dan de un día a otro, detrás de cada caso hay una
larga historia de violencia
Tiene 35 años, el diagnóstico médico confirma su
muerte cerebral. No se cayó, no tuvo un accidente, no estuvo enferma, así la
dejó su esposo, con quien está casada desde hace 18 años. Sucedió en Santa Cruz
el 27 de septiembre. En Bolivia se reporta que siete de cada diez mujeres son
víctimas de violencia intrafamiliar. Miriam es una de ellas.
Cada año, en el país se conocen 80 mil denuncias de mujeres
que son golpeadas, insultadas o vejadas sexualmente en sus propios hogares y
por sus parejas. Verdugos disfrazados de príncipes, son los mismos que les
regalaron una rosa en primavera y terminaron dejándoles marcas en el rostro, en
los brazos, en el pecho, en las piernas hasta destrozarlas en el cuerpo y en el
alma.
El 6 de abril de este año, en la ciudad de El Alto, la madre
de Janet abrió el ropero y encontró el cadáver de su hija en estado de
putrefacción. Hacía seis días que su esposo la había estrangulado. Luego, con
toda saña y premeditación (porque así actúan los maltratadores y asesinos de
mujeres), la escondió en su ropero y huyó. Mucho antes de su muerte, Janet
había denunciado a su marido por maltratos, estuvo separada, pero él la
persiguió, la convenció y la mató.
Los feminicidios no se dan de un día a otro, detrás de cada
caso hay una larga historia de violencia, que comienza con un “no me gusta que
te pongas ese vestido” o “¿por qué te mira ese chico?”, se inicia en la etapa
del noviazgo. Después será un pellizco o un jalón de cabellos, por celos.
Si la relación continúa, las agresiones también. Primero una
bofetada, luego una patada, golpes, insultos, violaciones no reconocidas,
silencios y pretextos para esconder el círculo infernal de la violencia. No es
exagerado hablar de infierno, que baste conocer los días y las noches de
Mercedes (nombre ficticio), que durante nueve años escuchó a su esposo decirle
que era fea, que no podía entender cómo él se había fijado en ella, que no
servía para nada. Las palabras se volvían golpes. Ella no podía decir qué dolía
más, si su mano cuando se estrellaba en su cara o el insulto que la dejaba como
piltrafa. Perdió su tercer hijo por las patadas que él le dio en el vientre
hasta hacerle abortar. Mercedes creía que así era la vida de las mujeres
casadas.
Miriam, Janet o Mercedes no pudieron romper el círculo de la
violencia. Distinta fue la historia de Teresa, quien una noche, tras ser
violada por su esposo y tener cortaduras en sus piernas, decidió salir de su casa
sin mirar atrás, 11 años le tomó darse cuenta de que la violencia no es normal.
Teresa está viva y proclama a los cuatro vientos que es un derecho humano vivir
sin violencia. Que ninguna mujer debe soportar y callar ante la violencia.
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