Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Carlos Ernesto Ichuta Nina
El Primer Encuentro de Científicos Bolivianos Radicados en
el Exterior, organizado por el Gobierno para, en palabras de Evo Morales,
“acelerar el proceso de liberación tecnológica y científica de Bolivia”, puede
considerarse un esfuerzo loable, de no ser por una serie de aspectos que ponen
en entredicho tal esfuerzo.
En primer lugar, el encuentro se presentó, a decir de Álvaro
García, como una “iniciativa presidencial que demuestra que no existe una
confrontación con el mundo académico”. Pero el encuentro contradijo ese
argumento. Más si se considera la crítica que el mismo García hizo al sistema
universitario con plena ausencia de las autoridades universitarias, las cuales
entre los 120 participantes no aparecieron siquiera como convidados de piedra.
En segundo lugar, el encuentro de científicos necesitaba
precisar su adjetivo, pues rememoró la vieja forma de entender la ciencia como
tecnología, frente a su definición más básica como toda rama del saber humano
constituida por el conjunto de conocimientos obtenidos mediante observación y/o
experimentación. Es más, para Thomas Kuhn, un filósofo de la ciencia que
gustaba de citar los otrora teóricos del proceso de cambio, la ciencia es una
estructura de estudios y teorías establecidas sobre paradigmas generados por
las comunidades científicas, las cuales al sustituir un paradigma por otro
producen revoluciones científicas. En tanto estructura, la ciencia es así un
conjunto amplio de producción de conocimientos.
En tercer lugar, y acorde con lo anterior, en el encuentro
resultó sintomática la ausencia de científicos sociales, según lo cual tuvimos
a un conjunto de científicos pensando en una ciencia para el desarrollo carente
de visión social. Pero esta omisión es el resultado de esa especie de secuestro
que han venido sufriendo las ciencias sociales y las humanidades a través de la
conformación de “institutos de investigación” en las diferentes dependencias
del Estado, particularmente la Vicepresidencia, desde donde en sus buenos
tiempos, a la par de entronar a su adalid, se buscaba “pensar el mundo desde
Bolivia”. Incluso este esfuerzo “descolonizador” contradice el sentido de un
encuentro más adecuado al modelo extractivista mediante el cual se busca
convertir a Bolivia en el centro energético de América Latina.
En cuarto lugar, contradictorio también resultó el cónclave
integrado por científicos portadores de ideologías, modelos y paradigmas
externos con aquel discurso de la producción de “conocimiento desde el sur” que
tanto encandiló a pupilos de mentalidad provinciana; tales científicos
representan además el vaciamiento de conciencia de nuestra realidad, ya que no
viven las graves carencias y limitaciones locales. Más si se considera que esos
científicos no provienen de países que experimentan efluvios discursivos
antisistema sino con capacidades técnicas y económicas que resultaron
atractivas para irse del país.
De ahí que los diagnósticos obvios respecto al rezago
educativo del país, la ausencia de planificación y la crisis de la universidad
hayan derivado también en la obvia idea de “potenciar” aparatos burocráticos,
mediante la creación de un ministerio y una agencia de ciencia y tecnología, un
centro de telecomunicaciones, un laboratorio de ciberseguridad; o en la
creación de un fondo financiero para la investigación e innovación científica y
el apoyo mediante becas, cuya discrecionalidad en su reparto es muy conocida.
Es más, como corolario surgió la idea de conformar un consejo de científicos
que fungiría como autoridad pedagógica desde el exterior, para producir ciencia
en el país, esfuerzo que en otros países derivó en la feudalización del ámbito
científico y la constitución de una aristocracia de sabios.
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