Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Yuri F. Tórrez
El efecto político más visible del próximo referéndum del 21
de febrero será la aprobación o el rechazo de la reforma de la Constitución
para autorizar o no la repostulación del binomio presidencial Evo Morales y
Álvaro García Linera en las próximas elecciones nacionales. Un efecto político
directo de esta consulta ciudadana está ligado, a la larga, con el devenir de
la izquierda boliviana. Por estas consideraciones es ineludible la construcción
de escenarios de proyección, y para eso se hace necesario acudir a la diada
izquierda/derecha que, a nuestro juicio, sigue presente en el análisis
político.
Se debe destacar que por la naturaleza de este referéndum
(Sí o No) hay una inevitable polarización electoral. Como era previsible,
existe un actor estratégico en esta contienda: el partido gobernante,
apuntalando la (re)postulación del binomio Morales-García Linera. En la otra
orilla no hay un actor estratégico visible, y más bien hay un archipiélago de
actores que si bien tienen visiones ideológicas diferentes, incluso algunas de
ellas contrapuestas, comparten un mismo objetivo: frenar la (re)postulación del
binomio Morales-García Linera en 2019. Además, en lo más inmediato buscan
asestarle un golpe que lo debilite, por lo menos anímicamente. Posiblemente por
esta razón la estrategia del Sí orienta su campaña en torno a un eje
ideológico: izquierda y derecha.
En este contexto, uno de los principales argumentos
esgrimidos por la izquierda opositora al MAS estriba en una especie de
resarcimiento ideológico, sosteniendo el argumento del desvío del “proceso de
cambio”, sea en su vertiente indigenista/ecológica que le reclama al MAS sobre
todo su práctica extractivista, sea en su vertiente nacionalista (también
marxista/trotskista) que identifica al partido gobernante como una continuidad
del neoliberalismo, o la vertiente conformada por exmasistas que por
revanchismo y protagonismo se alinearon a la campaña del No. Finalmente está
aquel eje que, coincidiendo con la derecha, enarbola el respeto al Estado de
derecho para evitar el continuismo.
Más allá de la argumentación de estos sectores de la
izquierda opositora, lo que nos interesa son los efectos políticos
posreferéndum. Si gana el Sí, el proyecto trazado por el MAS hasta 2025
posiblemente no tendrá mayores inconvenientes, ya que la garantía seguiría
sustentada en la legitimidad del liderazgo de Evo Morales, sobre todo en el
campo de la izquierda boliviana.
Si gana el No (con un pequeño o un amplio margen) la
política boliviana soportaría un áspero giro de sentido, tan profundo que
descolocaría incluso el propio sentido del denominado “proceso de cambio”; y
allí la izquierda opositora, tan dispersa, tendría que aglutinar a todas sus
vertientes con el objetivo de disputarle el campo popular del MAS, para luego
esbozar un proyecto estatal o dar señales de la reconducción del proceso de
cambio. En todo caso, estos derroteros serían simplemente simulacros y más bien
proporcionarían una ventaja política para el resurgimiento de la derecha
desplazada del poder en 2006. En este sentido, reconociendo que en las mismas
entrañas del MAS hay muchos factores nocivos (que deben ser combatidos
insoslayablemente), la izquierda opositora, amén a su campaña por el No, puede
estar escenificando el papel de Jano, el dios de las puertas en la mitología
romana, que en este caso específico podría estar abriéndolas para dar paso al
poder de su contrario.
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