Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
En política no hay que perder nunca la calma, porque con ella se nos va también la objetividad y empezamos a desbarrar, como de hecho están hoy desbarrando muchos opinadores…
Que el fiscal Soza nos dé la sorpresa de darse a la fuga -y encima pedir asilo político- y que nos deje una suerte de testamento, en el que dice cosas ciertamente preocupantes (muchas de las cuales pueden ser verdad) no justifica que hagamos un corto circuito mental y deduzcamos que, por tanto, todo el "affaire Rosza” (encima se parecen los apellidos) fue un vulgar "montaje del Gobierno”.
No pues señores opinadores de la oposición (o del "análisis” sensacionalista), son demasiadas las evidencias de que en Santa Cruz se maquinó un proyecto separatista que pretendía repetir en Bolivia el proceso yugoslavo -¡tremendo desconocimiento de lo que es este país nuestro!-.
¿Van a pretender que Rosza y demás ciudadanos centroeuropeos eran "agentes dobles” de nuestro Ministerio de Gobierno? ¿Y que el grupo La Torre era una empresa fantasma del ministro Quintana? ¿Que los diferentes actores de la conspiración se acusaban unos a otros -algunos desde Miami-, cumpliendo un libreto aprendido en la avenida Arce de La Paz?
Por favor, seamos serios. Que hubo conspiración, la hubo y que el famoso Viejo fue el típico delator a quien la seguridad del Estado le pagó sus servicios es algo no sólo verosímil, sino vulgarmente típico de ese estilo de conspiración. Otra cosa es que tengamos que admitir que determinadas instancias gubernamentales manejaron las cosas mal -practicando desde la chapuza hasta la iniquidad-, probablemente por falta de capacidad y preparación de sus funcionarios o por el viejo vicio de la improvisación. Si es verdad lo que dice el fiscal prófugo (es evidente que no todo lo que dice es verdad, pero con que una parte lo sea sería suficientemente triste), por la intromisión de personajes oportunistas o incluso corruptos, eso no quita que la conspiración fuera real y que deba ser juzgada.
Y ahí tenemos ya al señor Leopoldo Fernández, que aprovecha el pánico para afirmar que también la masacre de Porvenir fue un montaje del Gobierno.
Tremendo montaje le adscribe el exprefecto de Pando a un Gobierno que lo que demostró fue muy poca capacidad. ¿Qué en Porvenir también hubo elementos oscuros, como se muestra en el video de César Brie? Parece que los hubo, pero eso no invalida la filmación y el múltiple testimonio de aquella vil masacre. No perdamos la serenidad mental, una cosa no quita la otra.
Lo que no se puede negar es que la actitud y las declaraciones del fiscal Soza -que aparecía como sujeto clave del proceso y como hombre de confianza del Gobierno- le quitan credibilidad a éste, como pasa con otros sujetos que debían responder a intereses del Estado y aparecen respondiendo a mezquinos intereses personales o de grupo, como el caso reciente del policía Ormachea o el menos reciente del policía Sanabria.
Pero que Ormachea resulte un delincuente no convierte al señor Humberto Roca en una inocente paloma (ni revierte la quiebra culpable de AeroSur); como el hecho de que Sanabria sea otro delincuente no convierte a los narcotraficantes en un múltiple montaje del Gobierno.
También se sabe que Ostreicher fue objeto de extorsión, pero de ahí no se deduce que sea un angelito inocente (por cierto otra fuga que no se ha investigado).
Lo que necesitamos -urgentemente-, además de no perder la calma, es un esclarecimiento minucioso de los hechos, incluidos los que denuncia el exfiscal Soza, como necesitamos que el juicio a Leopoldo Fernández llegue a su fin ¡después de cinco años y medio!
Lo que necesitamos todos es llegar a la verdad de los hechos y a que se haga justicia con sus responsables (de ambos lados). Lo que necesitamos es autocrítica de parte de los diferentes responsables gubernamentales y judiciales, y para ello lo que necesitamos es debate abierto (y sereno) y en ningún caso perder la objetividad. Amén.
El autor es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) de Cochabamba.
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