Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Una mirada a la historia reciente de esos sucesos en el continente, confirma las denuncias del gobierno venezolano del involucramiento de Washington en las acciones desestabilizadoras que afectan a la nación sudamericana
Por: Carlos Escorcia Polanco
Hace unas semanas, el gobierno bolivariano de
Nicolás Maduro expulsó de su territorio a tres funcionarios de la embajada de
Estados Unidos en Venezuela, por su abierto injerencismo en los asuntos
internos de Venezuela.
El gobierno de Estados Unidos se lavó las manos
y dio a entender que nada tiene que ver con las protestas estudiantiles y
desórdenes callejeros que asolan Venezuela. Pero una mirada a la historia
reciente de los golpes de estado en América Latina, confirma las denuncias del
gobierno venezolano y contradice la posición del gobierno estadounidense.
En 1954 la Agencia Central de Inteligencia,
CIA, en contubernio con la tiranía somocista, derrocó al gobierno legítimamente
constituido del coronel Jacobo Arbenz Guzmán en Guatemala. Desde el aeropuerto
Las Mercedes de Managua, despegaba cada madrugada un avión C-47 (conocido en
Nicaragua durante la insurrección de 1979 como el “dundo Ulalio”), piloteado
por el agente de la CIA, Jerry DeLarm y bombardeaba edificios gubernamentales
en ciudad Guatemala.
El presidente Arbenz promulgó una reforma
agraria que afectaba los intereses de la multinacional norteamericana United
Fruit Company, vinculada a la oligarquía guatemalteca y grupos de presión
en EE.UU. El títere de la CIA que derrocó a Arbenz, el coronel Carlos
Castillo Armas, “abolió la reforma agraria, suspendió el programa favorable a
los indígenas, impuso una severa censura, disolvió el Congreso y persiguió
duramente a la oposición”.
En su libro “Bitter Fruit” [Fruta amarga], el
periodista estadounidense Steven Kinzer, quien años después fuera el
corresponsal del New York Times en Nicaragua, narra con lujo de detalles la
estratagema de la CIA en contubernio con la bananera United Fruit Company y el
calvario del pueblo guatemalteco. A partir del golpe contra Arbenz, Guatemala
se vio sumida en la vorágine de una sangrienta y prolongada guerra civil que
cobró más de 200 mil vidas y duró 35 años.
En 1961, la CIA organiza la invasión mercenaria
de Bahía de Cochinos contra el gobierno de Fidel Castro en Cuba. El 17 de marzo
de 1960, el presidente Dwight Eisenhower ordenó a la CIA la organización de una
unidad paramilitar integrada por cubanos exiliados anti-castristas, con el
objetivo de derrocar al presidente Fidel Castro. El papel de la CIA era el de
coordinar acciones de inteligencia con grupos anti-castristas dentro de Cuba,
que pudieran facilitar la invasión.
Se esperaban levantamientos populares contra
Castro y deserciones masivas de sus fuerzas, pero esto jamás ocurrió. Por el
contrario, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, aplastaron y derrotaron
la invasión en menos de 65 horas. Un centenar de invasores murieron y más de
1200 fueron hechos prisioneros.
Tan solo tres años después, el gobierno de
Estados Unidos participa activamente en el derrocamiento del presidente
socialista Joao Goulart de Brasil el 31 de marzo de 1964. En un discurso
pronunciado el 13 de marzo de 1964, ante 150 mil personas, Goulart anunció las
reformas, como la nacionalización de las refinerías de petróleo y la
expropiación de tierras para la aplicación de la reforma agraria.
Tanto las medidas promulgadas por el coronel
Arbenz Guzmán en Guatemala en 1954, como las anunciadas por Joao Goulart en
Brasil en 1964, que provocaron la ira del gobierno de Estados Unidos, eran muy
semejantes. Los planes eran casi lo mismo: Reforma agraria para los campesinos
y nacionalización de sectores de la economía que se encontraban en manos de
empresas multinacionales.
En 1965 Estados Unidos invade República
Dominicana para anular una rebelión popular la cual pretendía reinstaurar en el
poder al presidente constitucional Juan Bosch, derrocado en 1963 por el títere
de Washington, Elías Wessin y Wessin. 42 mil marinos norteamericanos
desembarcan en San Domingo, junto a una simbólica “fuerza interamericana de
paz” de tropas latinoamericanas, entre ellos 170 guardias nacionales
nicaragüenses enviados por la tiranía somocista.
El 11 de septiembre de 1973, el general Augusto
Pinochet da un golpe de estado contra el presidente constitucional de Chile,
Salvador Allende Gossens. La toma del poder por Pinochet, fue el resultado de
“una prolongada campaña de los E.E.U.U., de manipulación política y
desestabilización en Chile”. En defensa de la “patria” y al grito de “libertad
y democracia” la derecha chilena empujada por EE.UU. derrocó el gobierno
democrático de Salvador Allende.
En 1964, un año antes de la invasión
estadounidense a República Dominicana, la administración del presidente Lyndon
Baines Johnson invirtió diez millones de dólares en una campaña secreta para
garantizar la elección del demócrata cristiano, Eduardo Frei, como presidente
contra el candidato del Partido Socialista, Salvador Allende.
Para 1970, Chile se convirtió en un problema
para la administración de Nixon con Frei impedido para sucederse a sí mismo y
Allende el favorito para ganar las siguientes elecciones. El Embajador de
EE.UU. en Santiago, Edward Korry, recomendó una operación secreta urgente de la
CIA para preparar un golpe de estado militar preventivo.
Desde antes que Allende jurara como presidente,
la suerte estaba echada. En una reunión del Consejo de Seguridad Nacional el 6
de noviembre de 1970, Richard Nixon dijo: “Haremos chillar a la economía
chilena”. Y la economía de Chile chilló. Nixon diría posteriormente estas
palabras: “¡Qué hijo de puta! ¡Qué hijo de puta… Me refiero a ese hijo de puta
de Allende. Vamos a aplastarlo”.
En su libro “Storm over Chile” (Tormenta sobre
Chile), el escritor estadounidense Samuel Chavkin, narra los trágicos eventos
del sangriento golpe fascista de Pinochet. Fue particularmente crucial el papel
jugado por el embajador de Suecia, Harald Edelstam, quien valiéndose de su
inmunidad diplomática, salvo la vida de numerosos patriotas perseguidos por la
junta golpista.
Capítulo aparte merece el papel de la Agencia
Central de Inteligencia, CIA, en la ilegal e inmoral guerra de agresión
mercenaria contra la Revolución Popular Sandinista. El periodista
norteamericano Gary Webb, en su libro “Dark Alliance, the CIA, the
Contras and the Crack Cocaine Explosion” [Alianzas Oscuras, la CIA, los Contras
y la explosión de la Cocaína de Crack] narra con lujo de detalles todo el
laberinto de vínculos entre ciudadanos somocistas como Juan Norwin Meneses
Cantarero alias “El Perico”, Oscar Danilo Blandón Reyes, alias “Chanchin”, la
contra, la CIA y los carteles colombianos de la droga.
En Honduras, las Fuerzas Armadas hondureñas
derrocan al presidente constitucional, Manuel Zelaya Rosales el 28 de Junio de
2009. Desde Washington, el tristemente célebre cubano-americano batistiano Otto
Reich y el venezolano Robert Carmona Borjas, quien fue abogado del dictador
Pedro Carmona durante el golpe de Estado de Venezuela en abril de 2002,
ayudaron a preparar la escena del golpe contra el presidente Zelaya.
Es de suma importancia resaltar que Robert
Carmona Borjas, es el abogado que redactó el infame “decreto Carmona” o
“Carmonazo” mediante el cual el 12 de abril de 2002, el golpista Pedro Carmona
Estanga, disolvió el Congreso venezolano, la Corte Suprema de Justicia, la
Defensoría del Pueblo y el poder ejecutivo, luego de derrocar al legítimo
presidente constitucional, Hugo Rafael Chávez Frías.
Saltando una gran cantidad de eventos, hechos y
situaciones en donde la mano de Estados Unidos está en todo, somos testigos hoy
de la envolvente campaña estadounidense contra el gobierno democráticamente
electo de Nicolás Maduro Moros. El interés estadounidense por recuperar el
control del país con las reservas de petróleo más grandes del planeta, fue una
constante durante todo los 14 años del gobierno de Hugo Chávez Frías.
La investigadora estadounidense-venezolana Eva
Golinger, autora del libro El Código Chávez, haciendo uso de la denominada
“Freedom of Information Act” [Ley de Libertad de Información], obtuvo una
amplia gama de documentos clasificados, que revelan el profundo involucramiento
de Estados Unidos en la desestabilización de la Revolución Bolivariana.
Con semejantes antecedentes que datan de más de
medio siglo, consignando la autoría y paternidad de tantos golpes de estado
promovidos por Estados Unidos en Latinoamérica, resulta ridículo que ahora la
administración Obama diga no tener nada que ver con las revueltas callejeras en
Venezuela, cuando por propia confesión del dirigente opositor Leopoldo López,
dicen que su objetivo es derrocar a un gobierno legítimamente surgido de las
urnas y reconocido por todos los gobiernos de la tierra.
[Carlos Escorcia Polanco es analista político nicaragüense,
residente en Los Ángeles, California]
Twitter @escuelanfp
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