Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Carlos Nuñez del Prado
No me importa si este proceso no es perfecto, no me importa lo que digan los demás; lo importante es que estamos en él y que se puede avanzar, lo que me importa es que Bolivia nunca más será igual.
Los cambios que se dieron y se dan son irreversibles y no porque las políticas de Estado no puedan estar en riesgo por un golpe o algún tipo de subversión o una intervención yanqui, sino porque el socialismo está vivo.
Quedó demostrado que el pueblo lo mantendrá vivo sin tener nunca más miedo por lo que la propaganda fascista pueda difundir o cualquier otro poder interesado pueda imponer para avasallar los derechos y la libertad.
Lo importante es que esta tea que se encendió jamás retrocederá, eso es irreversible, eso es inalterable. Nuestro pueblo rompió las cadenas, se está liberando, deja emerger sus principios y da forma a sus ideas.
Los hombres y mujeres de nuestra patria van mostrando conciencia y apropiación, muestran cada día que ya no serán engañados y se alinean en el camino al socialismo, como elección de la gran mayoría del pueblo.
Se reconoce que esta lucha del pueblo boliviano empezó mucho antes y que para fortalecerla siempre estarán sus brazos alzados en armas si se detecta el riesgo de que sea avasallado como ocurrió en Chile, donde torcieron la historia para evitar el triunfo del pueblo. Los luchadores estaremos ahí por mandato del pueblo, por mandato de la historia.
No es perfecto, pero es nuestro proceso, es nuestro triunfo, por el que muchas vidas se brindaron. Cada muerto, cada desaparecido, cada torturado, cada exilio, cada represión forjó este proceso y como tal debemos defenderlo a cualquier precio.
No valen desmoralizaciones, no valen desencantos, no valen claudicaciones. Lo importante es continuar apoyando para así avanzar más.
Falta mucho por hacer, está en nosotros ponerle el hombro, hacer los sacrificios necesarios para sacar adelante cada proyecto. Sólo nuestra presencia y empuje asegurará que todo marche bien, que nunca se desvíe, que traidores e infiltrados nunca se adueñen de él. Que nuestra ideología se imponga y este proceso sea realmente una revolución.
No me importan los inconsecuentes y pequeños burgueses que se desencantan cuando las cosas no marchan al ritmo que todos quisiéramos, no me importan los pájaros de mal agüero que dicen que “esto no va más”.
Los que me importan son los que pelean más cuando se requiere más; aquellos que quieren cambiar por ser mejores para aportar más cada día. No importa dónde se encuentren, si están inscritos o no.
Lo importante es el aporte que puedan dar desde donde se encuentren, ésos son los importantes, ésos son los que con consecuencia se pueden llamar revolucionarios.
A ésos sí debemos tomarlos en cuenta cada día. Si los vemos marchar con el paso firme y seguro hacia la revolución sentiremos el latido de emoción de estar con los verdaderos compañeros y entre ellos quiero estar.
Nunca funcionales, siempre críticos. Dentro del proceso, pero alertas a las traiciones; dentro del proceso, pero condicionales a que esto avance hacia la revolución.
Nunca conformes con las claudicaciones, siempre exigiendo más avance, más profundización, más revolución, pero nunca traidores; nunca haciéndole juegos a la derecha lacaya del imperialismo. Críticos y autocríticos, siempre consecuentes.
Ser revolucionario nunca fue fácil, hacer la revolución menos aun. Los revolucionarios somos seres diferentes, somos seres entregados a nuestro pueblo y a las luchas, sin miramientos ni mezquindades; sólo así se entiende la perseverancia, sólo así se entiende la consecuencia y la tozudez de todos los que golpeados siempre insistimos, siempre nos rebelamos y nunca nos dejamos doblegar.
Ésos son los revolucionarios de verdad, hombres y mujeres, que podremos llegar al hombre y mujer nuevos del que hablaba y nos dio ejemplo nuestro comandante Ernesto Che Guevara.
Hasta la victoria siempre.
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