Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Presidente
de Uruguay
Vive en una pequeña y discreta chacra
localizada en las afueras de Montevideo y no en un lujoso condómino como
correspondería al presidente de una nación. Conduce un viejo Volkswagen
celeste, modelo 87, en vez de viajar en una caravana de carros blindados. Por
ley recibe US$12.500 mensuales, de los que guarda para si US$1.250. El resto lo
dona a fundaciones sociales.
Si no fuera por estos y otros detalles de
su vida, el discurso que pronunció José Pepe Mujica en la pasada Conferencia de
Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (Río+20) sería nada más que el
discurso de un hábil político capaz de decir lo que otros esperan escuchar
sobre el desenfreno de una sociedad consumista.
“Sé que algunas cosas de las que estoy
diciendo rechinan”, susurró el viejo presidente uruguayo, que comenzó su
trayectoria política en los 50 como miembro del Partido Nacional y una década
más tarde se sumó a las huestes del Movimiento de Liberación
Nacional-Tupamaros, un grupo guerrillero de origen marxista influido por la
revolución cubana.
No llevaba corbata cuando dijo esas “cosas
que rechinan” en Río de Janeiro frente a representantes de 192 países. Nadie ha
podido nunca convencerlo de atarse una al cuello. Y era mejor no tener una a la
hora de decir cosas como “el desarrollo no puede ser en contra de la felicidad
humana, del amor, de las relaciones humanas, de cuidar a los hijos, de tener
amigos, de tener lo elemental”.
"Pobre
es el que necesita mucho"
Autoridades presentes de todas las
latitudes y organismos, muchas gracias. Y muchas gracias y nuestro
agradecimiento al pueblo de Brasil y a su señora presidente. Y muchas gracias a
la buena fe que seguramente han manifestado todos los oradores que me
precedieron. Expresamos la íntima voluntad como gobernantes de acompañar todos
los acuerdos que esta nuestra pobre humanidad pueda suscribir.
Sin embargo, permítasenos hacernos algunas
preguntas en voz alta. Toda la tarde se ha estado hablando del desarrollo
sustentable, de sacar inmensas masas de la pobreza. ¿Qué es lo que aletea en
nuestras cabezas? El modelo de desarrollo y de consumo es el actuar de las
sociedades ricas. Me hago esta pregunta: ¿qué le pasaría a este planeta si los
hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia que tienen los
alemanes? ¿Cuánto oxígeno nos quedaría para poder respirar?
Más claro: ¿el mundo tiene los elementos
hoy, materiales, como para hacer posible que 7.000, 8.000 millones de personas
puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más
opulentas sociedades occidentales? ¿Será posible? ¿O tendremos que dar algún
día otro tipo de discusión? Porque hemos creado una civilización, en la que
estamos, hija del mercado, hija de la competencia, que ha deparado un progreso
material portentoso y explosivo. Pero lo que fue economía de mercado ha creado
sociedades de mercado, y nos ha deparado esta globalización. ¿Y estamos
gobernando a la globalización o la globalización nos gobierna a nosotros? ¿Es
posible hablar de solidaridad y de que estamos todos juntos en una economía que
está basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra
fraternidad?
Nada de esto lo digo para negar la
importancia de este evento. No. Por el contrario. El desafío que tenemos por
delante es de una magnitud de carácter colosal y la gran crisis no es
ecológica, es política. El hombre no gobierna hoy las fuerzas que ha desatado.
Sino que las fuerzas que ha desatado gobiernan al hombre.
¿Y la vida? Porque no venimos al planeta
para desarrollarnos en términos generales. Venimos a la vida intentando ser
felices. Porque la vida es corta y se nos va. Porque ningún bien vale como la
vida y esto es elemental. ¿Pero si la vida se me va a escapar trabajando y
trabajando para consumir? La sociedad de consumo es el motor, porque en
definitiva, si se paraliza el consumo o se detiene, se detiene la economía, y
si se detiene la economía, es el fantasma del estancamiento para cada uno de
nosotros.
Pero ese hiperconsumo a su vez es el que
está agrediendo al planeta. Y tiene que generar ese hiperconsumo cosas que
duren poco porque hay que vender mucho. Y una lamparita eléctrica no puede
durar más de mil horas prendida. Pero hay lamparitas eléctricas que pueden
durar 100.000, 200.000 horas. Pero ésas no se pueden hacer. Porque el problema
es el mercado. Porque tenemos que trabajar. Porque tenemos que tener una
civilización de uso y tire. Y estamos en un círculo vicioso.
Estos son problemas de carácter político
que nos están diciendo la necesidad de empezar a luchar por otra cultura. No se
trata de plantearnos volver al hombre de las cavernas ni tener un monumento del
atraso. No podemos indefinidamente continuar gobernados por el mercado, sino
que tenemos que gobernar el mercado. Por eso digo que el problema es de carácter
político.
En mi humilde manera de pensar, porque los
viejos pensadores lo definían, Epicúreo, Séneca, los aymaras, pobre no es el
que tiene poco, sino que, verdaderamente, pobre es el que necesita
infinitamente mucho y desea y desea y desea más y más. Esta es una clave de
carácter cultural.
Entonces, quiero saludar el esfuerzo y los
acuerdos que se hacen. Y lo voy a acompañar como gobernante. Porque sé que
algunas cosas de las que estoy diciendo rechinan. Pero tenemos que darnos
cuenta de que la crisis del agua, que la crisis de la agresión al medio
ambiente, no es una causa. La causa es el modelo de civilización que hemos
montado y lo que tenemos que revisar es nuestra forma de vivir.
Pertenezco a un pequeño país muy bien
dotado de recursos naturales para vivir. En mi país hay tres millones de
habitantes. Poco más de tres millones doscientos mil. Pero hay trece millones
de vacas de las mejores del mundo. Cerca de ocho o diez millones de ovejas
estupendas. Mi país es exportador de comida, de lácteos, de carne. Es una
plenillanura. Casi el 80% de su territorio es aprovechable.
Mis compañeros trabajadores lucharon mucho
por las ocho horas de trabajo. Ahora están consiguiendo seis horas. Pero el que
consigue seis horas se consigue dos trabajos y por lo tanto trabaja más que
antes. ¿Por qué? Porque tienen que pagar una cantidad de cuotas. La motito que
compró. El autito que compró. Y pague cuotas y pague cuotas. Y cuando quiere
acordar es un viejo reumático como yo y se le fue la vida.
Uno se hace estas preguntas: ¿ese es el
destino de la vida humana? Estas cosas son muy elementales. El desarrollo no
puede ser en contra de la felicidad, tiene que ser a favor de la felicidad
humana, del amor, de las relaciones humanas, de cuidar a los hijos, de tener
amigos, de tener lo elemental. Precisamente porque eso es el tesoro más
importante que se tiene. Cuando luchamos por el medio ambiente, el primer
elemento del medio ambiente se llama la felicidad humana. Gracias.
Nota documento tomado del Espectador.com
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