Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Alfredo Rada
El ciclo de conflictividad que se inició a
mediados de marzo se va cerrando en este mes de mayo de 2012. En las últimas
semanas, a tono con la preocupación de la ciudadanía por un estado de tensión y
confrontación permanente en las calles, abundaron los análisis sobre los
factores causales de los conflictos; han surgido así los “conflictólogos”,
género hoy muy requerido en los sets de televisión.
Pero tan importante como establecer las causas
de la conflictividad, es determinar si la energía social desatada en esos
conflictos, además de interpelar al poder político, tiene potencial
transformador o, por el contrario, puede llevar a procesos regresivos. Este es
uno de los más importantes debates políticos del momento.
No hay que olvidar que los gobiernos, por muy
progresistas y de avanzada que sean, deben actuar desde las estructuras
burocráticas del Estado y, por ello mismo, pueden quedar rezagados en los
procesos de transformación social, por lo que se necesita la permanente acción
de los movimientos sociales, para impulsar la profundización de los cambios.
Esto ocurrió entre los años 2006 al 2008 cuando, por circunstancias históricas
excepcionales, fue el gobierno de Evo Morales que tomó varias iniciativas
estratégicas referidas a la Asamblea Constituyente y la nacionalización de los
hidrocarburos. Lo hizo en permanente deliberación con la base social que, a su
vez, efectuaba movilizaciones de respaldo cada vez que era necesario. Este
novedoso vínculo gobierno - movimientos sociales llegó a conformar un verdadero
Bloque Social Revolucionario, que llegado el punto de inflexión el año 2009,
comenzó a replegarse y debilitarse.
Pero volviendo a los últimos conflictos, no
fueron pocos los que, una vez que algunos sectores sindicalizados incluyendo la
propia Central Obrera Boliviana, iniciaron sus movilizaciones, pensaron que
estábamos ante la posibilidad –y cito lo que leí en alguna red social- “que los
movimientos sociales antisistémicos reconduzcan el proceso de cambio en
Bolivia”. ¿Ilusión o realidad? Veamos.
Las clases medias profesionales
¿Por qué a todos los médicos se les dice
“doctores” siendo que muchos de ellos no hicieron doctorados luego de sus
licenciaturas? Este pequeño detalle, que también se observa entre los abogados,
caracteriza a uno de los sectores más señoriales entre los profesionales. Sin
embargo, para no cometer injusticias diré que soy amigo de varios médicos
bolivianos cuyo compromiso social está fuera de duda y que siendo admirador del
Che Guevara, no me olvido que antes de guerrillero fue médico.
Pero acá no hablamos de las características
individuales, sino de las formas generales de expresión política que adoptó
este sector para defender su reivindicación. Una cosa fueron los educados
discursos de los portavoces de los “colegios médicos” ante los medios de
comunicación, otra las groseras consignas pintadas en los cartelones colados en
los centros de salud o los agresivos cánticos en sus manifestaciones. ¡Para qué
hacer un repaso literal!, baste decir que eran consignas y cánticos con altas
dosis de clasismo, racismo y xenofobia.
Pero este sector de clase media profesional
logró respaldo de los trabajadores salubristas y los estudiantes de medicina,
debido a que el Gobierno–específicamente el Ministerio de Salud- cometió el
error de lanzar de forma aislada una medida –el Decreto 1126 de restitución de
las 8 horas diarias- que debía ser parte de una reforma general de la salud
pública, resultado a su vez de una cumbre social en la que participen todos los
sanitaristas sociales, pero fundamentalmente los ciudadanos que día a día
acuden a los centros de atención médica. Se perdió la oportunidad de generar
consensos sociales que motiven al pueblo para hacer valer el ejercicio integral
del derecho a la salud. Ahora, luego del desgaste ocasionado por una prolongada
huelga que afectó a los más pobres, la realización dentro de 2 meses de la
cumbre de la salud pública tendrá que vencer varios obstáculos levantados por
los propios huelguistas.
El primer traspié de la nueva COB
En enero la Central Obrera Boliviana realizó su
XV Congreso en la ciudad de Tarija. Allí aprobó una tesis política con algunos
interesantes contenidos, en la que fija posición en relación al Gobierno. Dice
su tesis:”El actual proceso es contradictorio, mientras el gobierno, por un
lado, proclama algunas medidas antiimperialistas y progresistas, por el otro
adopta medidas proempresariales y contrarias a los intereses nacionales y
populares. El proletariado apoya todo lo que es positivo para la emancipación
de nuestro pueblo y, al mismo tiempo, critica y combate aquellas medidas
contrarias a las masas, luchando por imponer medidas antiimperialistas que nos
conduzcan a una verdadera revolución en el camino de la emancipación nacional y
el socialismo”
La nueva dirección de la COB, encabezada por
Trujillo pero dirigida por Solares, no planteó al país ningún tipo de “medidas
antiimperialistas”, no dijo nada respecto a la minería transnacional o a la
banca privada que controla el capital financiero. Se limitó a enarbolar un
pliego de sesgo salarialista, limitado a los sectores sindicalizados en un país
en el que los trabajadores formalmente asalariados constituyen el 17% de la
población económicamente activa. A contrapelo de su tesis política, los
cobistas no apoyaron “todo lo que es positivo para la emancipación de nuestro
pueblo”, guardando silencio ante la nacionalización de la compañía
transportadora de energía eléctrica, dictada por Evo Morales el 1 de mayo.
La estéril retórica radical y confrontacionista
de la dirigencia desembocó en el oportunismo, al tratar de ganar aire para sus
movilizaciones respaldando a los colegios médicos. Fue un error político que
disolvió en la impopularidad de las “seis horas”todas sus acciones de masas. Si
algo tiene que discutir la COB en su reunión que ha convocado para las próximas
semanas en Oruro, es cómo pudo perder la oportunidad de conducir una
movilización nacional por la profundización del proceso de transformaciones, un
intento constructivo en el que pudieron darse nuevamente convergencias
programáticas con el Gobierno.
Las dos movilizaciones anotadas, que por un
momento se juntaron, fueron oportunamente desarticuladas por la capacidad
negociadora gubernamental. Pero el desgaste pasará factura. Y a esos que buscan
desesperadamente “movimientos antisistémicos”, habrá que decirles que la
acumulación política de una nueva derecha puede venir vestida con mandiles blancos.
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