Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por Antonio Peredo Leigue
No hay forma de explicarlo. Las organizaciones sociales, desde
los rumbosos médicos, pasando por los nada pobres transportistas, hasta los
fabriles afiliados a la COB, están en huelga. El Vicepresidente ha dicho que se
trata de la vitalidad de un proceso de cambio y que, el gobierno tiene la
suficiente solvencia para manejar la situación sin muchos sobresaltos. Ahí está
el quid de la cuestión.
En el rostro de nuestras ciudadanas y nuestros ciudadanos, se
perciben los sobresaltos que causa esta inestable situación. Es probable que
muchos esperemos que haya un momento en el que se rectifiquen posiciones y
vislumbremos, una vez más, el camino a seguir en este proceso de cambio. Pero
hay que advertir que son muchos y muchas quienes descreen de tal rectificación.
¿Por qué? Unos por la rutina; se acostumbraron a vivir, aunque sea en la
miseria, pero sin sobresaltos. Otras, porque apoyaron un proceso de cambio que
soñaron como una avenida donde no había ningún obstáculo, ningún rompemuelles,
ningún hueco ni siquiera desportilladura. Los hay, finalmente, quienes vemos la
realidad: el camino está por hacerse porque, según decía el poeta, se hace
camino al andar.
Claro que no se trata de andar en cualquier dirección, porque
así podemos llegar a cualquier parte, menos a la meta que nos propusimos. No es
simple hacer camino al andar, pues al menos debe seguirse determinada
orientación. El proceso de cambio tiene una dirección: vivir bien como norma
para todos los bolivianos y las bolivianas. Los que viven aquí, originarios o
recién llegados. Los que habitan el campo y los que se alojan en la ciudad. Los
pobres y los que nada tienen. Por supuesto, quienes están más necesitados
precisan una atención inmediata y mayor. Todo esto en función de las
posibilidades de nuestro país. Que esas posibilidades han mejorado, es muy
cierto, como lo es que hay un visible mejoramiento en el vivir de la gente.
¡Falta! Claro que hace falta mucho más y no es precisamente lo
que está haciendo nuestro gobierno. La carretera por el TIPNIS, ¿acaso no es un
enfrentamiento grosero? Hay mucha gente dispuesta a apoyar la construcción de
esa vía. Pero las disposiciones de la consulta previa fueron hechas para
proteger la vida, los usos y costumbres de las minorías. Por eso no es una
consulta general, sino una particular a los pueblos que viven allí.
Seguramente, si se hubiese hecho a tiempo, antes de iniciar los trabajos, esta
tempestad de reclamos no se hubiese producido.
No es posible que haya tal desentendimiento con la Central
Obrera Boliviana. Seguir dando vueltas al tema salarial, puede llevarnos a
medio año sin una solución. No es correcto. No lo es, mucho más si revisamos
los balances presentados hace poco más de un mes, por los bancos y nos chocamos
con sus sustanciosas ganancias, a las que debe agregarse el aumento de sus
patrimonios. Se ha reducido la miseria, pero distamos mucho de haber logrado
una redistribución regular de la riqueza. Ésta sigue estando en manos de los
grandes empresarios.
Pedir 8.300 bolivianos como salario básico, es irracional. Lo
saben los dirigentes de la COB. Pero tampoco es apropiado un simple
resarcimiento de la inflación ocurrida el año pasado, según el conteo del INE.
¿Para qué mostramos ingresos que son, cada año, mayores? El pueblo quiere ver
esos ingresos en sus manos. Gastamos en inversión; muy bien. Pero esa inversión
debe sentirse en el bolsillo de las personas. Se ha ampliado la clase media; de
acuerdo. Pero debemos dar un paso más hoy día. Nos estamos enfrentando a
nuestra propia gente, a las organizaciones sociales que son la base sobre la
que descansa nuestro gobierno.
Hemos dejado que, la exigencia de los médicos, se convierta en
una reivindicación de la COB. ¿Cómo puede ocurrir esto? Los médicos no
pertenecen al movimiento popular. Los trabajadores en salud, los
universitarios, se comprometen en defensa de los médicos; no es entendible. Si
estos profesionales logran su objetivo, no compartirán absolutamente nada con
quienes los están apoyando: universitarios, trabajadores en salud, COB. La
trama se hace más densa, más intrincada. Alguien ha perdido la orientación y no
es precisamente ésta o aquella organización social ni tampoco los profesionales
que saben cuáles son sus intereses y cómo lograrlos.
Debemos hacer el esfuerzo. Que la gente que está desorientada,
aquélla que tiene susceptibilidades, la que ha sufrido desencantos y quienes,
por último, dejaron de creer en el proceso de cambio, comiencen a tener la
visión de lo que puede ser este proceso. No se trata solamente se saber manejar
la situación. Hay mucho más que eso, está la gente a la que nos debemos.
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